Perfil Cordoba

La muerte y la riqueza

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Cuando hizo una rueda de prensa de una hora para demostrar que habla solo a través de sus fallos, parecía uno de los personajes de de Michael Jackson. Hacía tiempo que no se escuchaba un discurso como este, que fue repetido durante la década pasada, pero parecía en extinción: “Soy el centro del mundo, todos conspiran en mi contra, las corporacio­nes son las responsabl­es de la desdicha del pueblo, la libertad de prensa es el peor mal que impide que los poderosos hagamos lo que nos viene en gana”. El personaje dijo que Jorge Lanata, Luis Majul, Eduardo Feinman organizan la persecució­n en su contra. Es improbable que dediquen su tiempo a reunirse para organizar la persecució­n mediática de un señor cuyo nombre era desconocid­o hasta hace poco. El personaje mencionaba los nombres de algunos periodista­s que tuvieron la valentía de enfrentars­e al autoritari­smo.

Dijo algo más grave: poco antes de que se conociera la ayuda que proporcion­ó a un compañero acusado de manejos sospechoso­s con los fondos de un club de fútbol, su esposa había recibido amenazas de muerte por teléfono. Proporcion­ó la fecha y hora de estas llamadas cuyo origen se descubrirá fácilmente si existieron. En las últimas semanas otros dirigentes con una visión apocalípti­ca de la vida, que creen que encabezan la revolución mundial, también afirmaron que recibieron amenazas de muerte. La verdad es que su impacto universal no va más allá del barrio y tienen la pretensión anacrónica de derribar a un gobierno democrátic­amente elegido, cuando en Occidente esas cosas ya no tienen posibilida­d de éxito.

Hace poco, los miembros de un grupo político estrafalar­io ocultaron el cuerpo de uno de sus compañeros que se ahogó en un río del sur. En vez de socorrerlo en el momento del accidente, o de avisar en dónde estaba el cadáver, lo mantuviero­n oculto durante meses, impidieron que se lo busque en los ríos, e inventaron una que engatusó a bastantes. Decían que el actual gobierno había hecho desaparece­r a su amigo, invocando temores que existen en la población por los atropellos del gobierno militar.

Los políticos antiguos podían pensar en asesinar a un fiscal incómodo o a sus adversario­s. La fantasía de morir o matar por la revolución formaba parte de sus ritos y creen que los actuales gobernante­s la tienen en su cabeza. Ocurre simplement­e que eso no existe entre quienes hacen política dentro de un nuevo paradigma.

Es cantinfles­co suponer que Macri ordene la desaparici­ón de un activista, o que María Eugenia Vidal amenace de muerte al personaje de

Una diferencia importante entre la vieja política y la actual es que se puede decir cualquier cosa sin el temor de que ninguna autoridad te mande a asesinar. Cualquier fiscal puede decir lo que quiera sin que su vida corra peligro. Es una de las diferencia­s que ocurrieron y que algunos no registran.

El tema de la riqueza de los dirigentes que investiga la Justicia es inédito y no se puede justificar con las fantasías reaccionar­ias que idealizan la pobreza de la antigüedad y atacan al capitalism­o. Las películas proyectan la imagen de una antigüedad en la que la gente vivía con una prosperida­d que nunca existió.

Hasta hace doscientos años más del 90% de la población del mundo vivía en la pobreza, comía lo poco que podía, la salubridad era muy mala, un tercio de los niños moría antes de llegar a la edad adulta. Se producían regularmen­te hambrunas y pestes en las que moría un porcentaje importante de la población. La última de ellas provocó la emigración más grande de la historia, que pobló Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Argentina y otros países.

Unos pocos privilegia­dos vivían en monasterio­s y castillos, comían relativame­nte bien, se vestían con cierto lujo. Tenían la comodidad suficiente para predicar acerca de lo buena que era la pobreza que sufrían los demás, pero también sus condicione­s de vida eran malas. Ni los más privilegia­dos tenían cloacas, agua potable, ni las comodidade­s que actualment­e se consideran elementale­s. El mundo no se parecía a las fantasías que nos venden las películas.

Es apasionant­e leer el texto

de Leonardo

Los políticos antiguos podían pensar en asesinar a un fiscal incómodo o a sus adversario­s. Eso ya no existe

en la nueva política No es real que el capitalism­o

llevó a mucha gente a la miseria: gracias a la riqueza que produjo, fue posible plantear su distribuci­ón

Da Vinci, para conocer cómo era la mesa de los grandes señores de esa época, especialme­nte cuando planeaban matar a uno de sus invitados, algo frecuente en ese entonces.

Recién desde comienzos del siglo XIX la industria y el capitalism­o generaron una cantidad de bienes y de riqueza que eran inimaginab­les en los doscientos mil años en que estamos sobre la Tierra. Algunas personas se volvieron ricas, pero para los conservado­res no tenían legitimida­d para tener tanta plata porque no eran nobles o eclesiásti­cos. Mucha gente emigró a las ciudades huyendo de la miseria propia del campo, y demandó tener bienes y comodidade­s.

Mientras los autores medievales se dedicaron a ensalzar la pobreza, los ideólogos del siglo XIX hablaron de distribuir la riqueza que había aparecido, centrando el debate en la justicia económica. No es real que el capitalism­o llevó a mucha gente a la miseria, sino que gracias a la riqueza que produjo, fue posible plantear su distribuci­ón. Se dejaron de lado otras inequidade­s como la segregació­n racial, la discrimina­ción de la mujer, la persecució­n a los homosexual­es, y otras que se mantuviero­n vigentes en los países socialista­s hasta su desapa-

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FOTOS: CEDOC PERFIL CARZOGLIO. Un juez que piensa que medios y periodista­s conspiran en su contra.
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MOYANO. Pablo, el nuevo protagonis­ta central de un apellido con peso propio.

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