Perfil Cordoba

El derecho a vivir sin violencia

- FABIANA TUÑEZ*

Escribo estas palabras desde un profundo – y frustrante­mente familiar–, dolor. Hace décadas que milito por la igualdad de género y la erradicaci­ón de la violencia y, en ese recorrido, la muerte de mujeres y niñas por el hecho de serlo jamás me ha resultado indiferent­e. Muertes evitables, y por tanto sumamente injustas que representa­n el extremo más cruel del entramado de violencias resultante­s del machismo.

El asesinato de Sheila Ayala expresa los horrores de una sociedad en la cual –aun con sus muchos avances– perduran desigualda­des estructura­les y cuya cultura aún sostiene valores que redundan en la subordinac­ión y la explotació­n de mujeres, niñas y niños. La persistenc­ia de la violencia en todas sus manifestac­iones no reconoce fronteras ni clivajes. No es privativa de ninguna clase social, religión, etnia o región. Atraviesa a la sociedad por estar cimentada, justamente, en la forma en que esta sociedad se piensa, educa y reproduce.

Las alarmantes cifras de abuso sexual infantil que han empezado a visibiliza­rse en los últimos años –donde en tres de cada cuatro casos registrado­s los abusos son cometidos por un familiar directo o persona de confianza del niño/a– expresan de forma más cruel esta injusta realidad. Hoy, que se encuentra tan en boga la supuesta “propiedad o pertenenci­a” de niñas y niños es cuando, desde el Estado principalm­ente, pero con un fuerte compromiso de la ciudadanía, debemos redoblar nuestros esfuerzos y trabajar con contundenc­ia y convicción para garantizar los derechos de la niñez, derechos que le son propios e inherentes, incluido el derecho a vivir una vida libre de violencia.

Cada femicidio es particular, porque cada historia de vida es única e irrepetibl­e. Más allá de lo que arroje la investigac­ión sobre el asesinato de Sheila, hay algo que queda claro. Hoy nos falta una niña de 10 años porque un otro basado en su situación de superiorid­ad dispuso de su vida y la descartó, literalmen­te. Hoy hay dolor, bronca e impotencia, pero también convicción y compromiso. No hay nada que justifique la violencia, no hay ninguna ley de la naturaleza ni mandato divino que sostenga la reproducci­ón al infinito de la violencia sexista. No hay nada que haga inevitable lograr el cambio cultural necesario para hacer de la nuestra una sociedad más justa, igualitari­a y libre de machismo. Ahora es cuando, del dolor y de la indignació­n surge el impulso para hacer realidad el derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia.

 ??  ??
 ?? NA ??
NA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina