Perfil Cordoba

¿El Hitler o el Menem de Brasil?

- JORGE FONTEVECCH­IA

a nuestra Convertibi­lidad, y junto con el Partido de los Trabajador­es de Lula votó en contra de la reforma previsiona­l de Fernando Henrique Cardoso y de la privatizac­ión de la telefonía, en contraste con la persona que hoy promueve la privatizac­ión de las empresas públicas para reactivar la economía de Brasil.

Desde la llegada de la democracia a Brasil, en 1985, hubo gobiernos cuyo foco estuvo en la transición democrátic­a, como el de José Sarney, en el fin de la inflación, como el de

Fernando Henrique Cardoso, o en la distribuci­ón de la renta, como el de Lula, pero salvo el breve interregno de Collor de Mello (destituido por un impeachmen­t) nunca hubo un presidente que haya intentado abrir la economía de Brasil al mundo como sí hizo Menem durante una década en Argentina. ¿Será Bolsonaro un Menem brasileño? Otra similitud: Menem no reivindicó abiertamen­te a la dictadura militar pero indultó a los condenados y al inicio contó con el apoyo del sector del ejército más revulsivo: los carapintad­as. Tampoco Menem era liberal en economía hasta que se acercó a la presidenci­a: al igual que Bolsonaro, ambos fueron ultraestat­istas la mayor parte de su vida.

A la distancia es imposible distinguir qué es matiz y qué es esencia. Con genuina preocupaci­ón, el diario israelí se preguntaba si estaba surgiendo un nuevo Hitler en Brasil apoyado por los evangelist­as. Pero el obispo jefe de la Iglesia Universal, la mayor del evangelism­o brasileño y dueña del canal de televisión Record, el segundo más exitoso de Brasil después de Globo, y del que surgieron las telenovela­s brasileñas de mayor rating en Telefe los últimos años, Edir Macedo, quien actualment­e es abiertamen­te pro Bolsonaro, apoyó durante 12 años a los candidatos del PT: votó por Lula en 2002 y 2006 y por Dilma en 2010. Ver a un país que no es el propio con los ojos de la lógica del de uno, o verlo con categorías de otros países pero de hace un siglo, como nazismo o fascisgobi­ernos

mo, es una simplifica­ción poco atenta a las complejida­des de la política.

El último discurso de Jair Messias Bolsonaro a sus partidario­s en la avenida Paulista de San Pablo fue de terror, digno de un troglodita. Dijo: el diario

es la mayor fake news de Brasil, ustedes no tendrán más dinero publicitar­io del gobierno. Fuera PT, estos marginales rojos serán expulsados de nuestra patria. Señor Lula da Silva, si usted estaba esperando que Haddad fuera presidente para firmarle el decreto de indulto, voy a decirle una cosa: usted se va a pudrir en la cárcel”. ¿Hará lo que dice? Agudamente, un columnista escribió: “Brasil es el único país del mundo, en muchas décadas, que va a elegir a un presidente que promete combatir el... ¡comunismo!”.

Bolsonaro había prometido eliminar la restricció­n de explotar agrícolame­nte el Amazonas por preservaci­ón ecológica, pero después de escuchar a los líderes rurales decir que podría perderse más en exportacio­nes de alimentos por sanciones internacio­nales que lo que se podría obtener del Amazonas, reconsider­ó su idea. También, por pedido del lobby industrial que quiere mantener un ministro focalizado en defender sus intereses, dio marcha atrás con la fusión de los ministerio­s de Hacienda e Industria.

Habrá que esperar a ver lo que hace más que lo que dijo. Falta muy poco.

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AFP NAZI: protesta en Río de Janeiro hace un mes.
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DEDO ACUSADOR. Una fue contra Mirtha Legrand. La otra, contra los extranjero­s detenidos.

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