Ilusiones y burradas
Gran cantidad de eventos y manifestaciones en los últimos diez días. En Mar del Plata, los empresarios celebraron el coloquio de IDEA haciendo flamear la bandera del “cambio cultural”. Alguno de ellos informó que solo una empresa de las asociadas a IDEA está mencionada en la causa de los cuadernos. Felicitaciones. Sin embargo, para reformar un capitalismo corrupto no alcanzan los llamados “cambios culturales”, porque la cultura no es un artefacto virtual que funciona en el vacío y sin combustible. Es preferible un coimero enjuiciado a un potencial coimero que tome clases de cambio cultural. En todo caso, si ha caído en la tentación y necesita clases, que las tome preso.
Después del idilio cultural de la central empresarial vinieron las escaramuzas frente al Congreso, mientras los diputados discutían el Presupuesto, a cuya fantasía inmaterial le bajaron algunos puntos. Los enfrentamientos en la calle, que presencié, no tuvieron la magnitud de los que transcurrieron cuando se votaba la reforma a la ley de jubilaciones.
Pese a que nada pasó a mayores, el ministro Rogelio Frigerio salió a decir, en caliente, que los cuatro extranjeros que fueron presos por participar en la violencia debían ser expulsados del territorio nacional. Horas después enmendó esta burrada, reconociendo la necesidad de juicio y condena previos. El ministro Frigerio experimentó el miedo y el prejuicio que, en 1902, condujeron a la aprobación de la Ley de Residencia, usada hasta el primer gobierno peronista y finalmente derogada durante la presidencia de Arturo Fron- dizi (quiero creer que este apellido debe sonarle conocido a Frigerio).
Con una perspectiva menos excitada, dentro del recinto la diputada Graciela Camaño preguntó: “¿Quieren que estalle el Conurbano?”. Es la pregunta de la hora. El Gobierno niega y la oposición se pelea, mientras las pequeñas agrupaciones militantes se ejercitan en la lucha de calles. No hacen falta miles de pobres del Conurbano, sino minorías activas, como sucedió en varias movilizaciones de la historia argentina.
Durante el debate sobre el Presupuesto se escucharon algunos discursos inteligentes y razonados: Marco Lavagna, Diego Bossio, para mencionar dos intervenciones distintas a las acusaciones vengativas de algunos kirchneristas y, sobre todo, de los neokirchneristas; y la resignada sumisión de los diputados de Cambiemos. Otros diputados se divertían con la efigie de Christine Lagarde, escala uno en uno. Si tal artefacto puede ser pintoresco en una manifestación donde forma parte del cotillón, adentro del Congreso fue solo una oportunidad de foto para la diputada Victoria Donda, que se tomó el trabajo de transportarlo. Las puestas en escena pasan al olvido tan velozmente como su inconsistencia.
También pasó otro 17 de octubre. Trajo lo mismo que los meses que lo antecedieron: un peronismo dividido en parcelas que juran caminar hacia la unidad electoral, pese a la proliferación de aspiraciones con y sin destino. No se trata de que las ambiciones personales sean dañinas porque echan ácido sobre la unidad de los retazos justicialistas, ya que la política es, también, competencia. Se trata, más bien, de que el peronismo no tiene ninguna oferta clara y comprensible para después de las elecciones, en caso de que las ganara. Excepto bajo la forma de consignas, nadie adelanta los puntos sustanciales de un acuerdo.
Pichetto ha sido una habilísima espada parlamentaria durante el kirchnerismo, pero, además de su destreza para que las leyes que pedía el entonces Ejecutivo fueran aprobadas en el Senado, sabemos muy poco acerca de su pensamiento sobre un futuro que podría llegar dentro de un año. Massa tampoco hace explícito qué puede unirlo con Scioli, con quien compartió el acto del 17. Y no informa si ese diálogo obtura para siempre el que mantuvo hace un año con Margarita Stolbizer. Urtubey ha gobernado durante dos períodos una provincia que no puede ocultar los pésimos resultados educativos. Urtubey pertenece a la estirpe de peronistas conservadores, que Salta produjo en abundancia. Randazzo jugó en desventaja cada vez que le tocó hacerlo. En las palabras de un
Es preferible un coimero
enjuiciado a un potencial coimero
que tome clases de cambio cultural