La Nightingale negra
“Mira, aquí yace María Seacole, quien hizo tanto en Crimea como otra dama de lámpara mágica, pero, al ser negra, apenas podía verse por la llama de la vela de Florencia”. La cita es de
de Salman Rushdie y las mujeres en cuestión son la intrépida Mary Jane Seacole y la famosa enfermera Florence Nightingale.
La guerra de Crimea duró desde 1854 hasta 1856 entre el Imperio Ruso contra una alianza entre el Reino Unido, Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Cerdeña. Las muertes por cólera fueron de a miles; muchos fallecieron esperando ser trasladados o hacinados en hospitales. A Turquía, donde se libró la mayor parte de la guerra, fue enviado un grupo de enfermeras al mando de la Nightingale, y eso les valió un gran reconocimiento por su labor. La señora Seacole, cuando estalló la contienda, se fue a alistar y no se lo permitieron: había nacido en Jamaica en 1805, de padre escocés y madre criolla. Aunque supiera perfectamente lo que era lidiar con una epidemia así, ya que lo había hecho en Jamaica unos años antes. Sabía usar hierbas medicinales, había viajado y visto mucho sobre pestes y enfermedades. Pero el color de su piel y su extracción social hicieron que eso fuera más importante, y se dice que la mismísima Florence fue la que le dijo que no. Era negra y ya tenía 50 años.
Sin embrago, ella fue por su cuenta e instaló el British Hotel. Un lugar de atención para los soldados localizado detrás de las líneas de combate, para servir de sitio de asistencia médica y reposo. Esto la hizo muy famosa en su momento, y al terminar la guerra regresó a Londres donde escribió sus memorias,
(1857), primera autobiografía editada en Gran Bretaña de una mujer negra. Algo que no fue obstáculo en este último caso, aunque sea por exótico y original.