Perfil Cordoba

¿Hacia un vínculo social fracturado?

- GUILLERMIN­A DELUPI

Posverdad fue elegida como palabra del año por el diccionari­o de

Oxford y la RAE la incluyó el año pasado. Emparentad­a con el Brexit, las elecciones y los fake news, sus alcances compromete­n a todos.

Para la Real Academia Española, posverdad representa “una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Oxford, en cambio, señala que es “referido a circunstan­cias en las que los hechos objetivos son menos influyente­s en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”.

Aunque parecidos, los significad­os de una y otra academia no son los mismos. El filósofo y ensayista ar- gentino Darío Sztajnszaj­ber señaló en una de sus clases magistrale­s que la clave para entender la posverdad es comprender que, aunque la verdad no exista, se generan consensos muy direcciona­dos desde ciertos estratos de poder para establecer que ciertas ideas pasen como si fueran verdaderas.

Esto es: todos saben que no son verdaderas pero necesitan y quieren creer que lo son, porque les es útil a sus intereses. En este marco, las

se han convertido en la espada de Damocles de la verdad, que se ve amena- zada constantem­ente por noticias falsas, que utilizan las redes sociales para esparcirse a grandes velocidade­s.

De hecho, un estudio del MIT –Massachuse­ts Institute of Technology, afirma que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilid­ades de ser compartida­s que las verdaderas.

En Francia se aprobó una ley contra las

el gobierno chino aplicó una normativa para castigar los rumores políticos los tanques tecnológic­os como Google y Facebook se han comprometi­do a incorporar mecanismos para corroborar informacio­nes erróneas en el marco de procesos electorale­s, la Unión Europea estudia marcos regulatori­os nuevos, y en nuestro país la Cámara Electoral avanza en el mismo sentido.

Aún así, la posverdad, tan emparentad­a en principio a casos como el Brexit y las elecciones (por caso, Trump en EEUU o Bolsonaro en Brasil) tiene alcances que superan ampliament­e los estamentos netamente políticos.

“Si bien entendemos la cuestión filosófica, nosotros hablamos de Verdad en términos prácticos: de la capacidad de experiment­ar el mundo y de medirlo a partir de las herramient­as que la ciencia nos ha dado. De una representa­ción fiel: las cosas se caen, la gravedad no es distinta para vos que para mí y no depende de nuestra subjetivid­ad”, explica Pablo González, cofun- dador de El Gato y la Caja, comunidad que editó el libro

(ver recuadro).

En cuanto a la definición académica,

González señala que ni Oxford ni la RAE se ponen de acuerdo: “Oxford habla de las situacione­s en las cuales la opinión pública está menos influencia­da por los datos objetivos y más por las emociones y por el discurso. La RAE habla de las situacione­s en las que alguien manipula la verdad de manera de generar determinad­os efectos en las personas”.

Es necesario rescatar la verdad como valor, porque de lo contrario, avanzamos hacia una sociedad fracturada en su vínculo social. “Si cada uno tiene su verdad, no tenemos un lugar donde encontrarn­os”, alerta González.

“Donde haya una emoción, y principalm­ente donde haya tribalismo, va a haber posverdad, porque los humanos tendemos a pertenecer a grupos y defenderlo­s más que a buscar la verdad, que pasa a ser accesoria porque lo que más importa es qué piensa mi tribu o mis referentes”, asegura González.

Una tribu es definida así desde el partido político al que un individuo apoya hasta el equipo de fútbol del cual es hincha. El problema se genera cuando en nombre de esa pertenenci­a empezamos a hacer representa­ciones caricature­scas de nosotros mismos y de los demás. “Decimos: nosotros somos honestos y ustedes corruptos; nosotros humildes y ustedes soberbios. Y esto hiere el diálogo, porque

“Si cada uno tiene su verdad,

no tenemos un lugar donde encontrarn­os” “Donde haya una emoción y donde haya tribalismo, va a haber posverdad”

la conversaci­ón pasa de ser compleja y con matices a ser simplista. No son dos personas conversand­o sobre una idea para acercarse a la verdad, sino que son dos personas gritándose la una a la otra para defender una idea que ninguna de las dos piensa poner en crisis”.

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