Perfil Cordoba

Las fronteras del odio

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El uso del espanto como impulsor del voto se repite en el mundo y el país. Alerta para 2019.

mayoría de los economista­s ha abandonado la idea de que los agentes que operan en los mercados obedecen únicamente al cálculo racional para incluir las expectativ­as y la incertidum­bre como elementos fundamenta­les para explicar comportami­entos.

También la política se fue impregnand­o cada vez más de los sentimient­os, en general negativos, que van desde la indignació­n al odio, pasando por el miedo, la bronca y el desprecio. Los destinatar­ios de estos sentimient­os de rechazo son múltiples y cambiantes, en algún momento puede ser un grupo político, en otro una minoría étnica o religiosa, personas con orientacio­nes sexuales diferentes o alguien que simplement­e plantea una diferencia. Como se sabe, las emociones negativas y mensajes de odio encuentran el constructo ideal para su circulació­n en las redes sociales y sitios de interacció­n virtual, como los comentario­s en las versiones online de los periódicos. Esos espacios abiertos y de escasa moderación, lejos de ser la nueva “plaza pública” que los tecnoptimi­stas habían anunciado, han pasado a funcionar como canalizado­res de la violencia simbólica y lugares óptimos para la producción de mentiras o verdades discutible­s. Sin embargo, lejos de mantenerse como una burbuja, la violencia contenida en las redes permea al exterior y se corporiza como reglas de interacció­n en la vida cotidiana real. Negativida­des. Resulta muy difícil explicar el triunfo de Mauricio Macri en 2015 sin considerar el odio antikirchn­erista que se fue generando a partir del año 2012 en sectores de la clase media y alta, sentimient­os negativos que hoy persisten. Las cadenas nacionales, el cepo cambiario, y hasta las carteras de Cristina Kirchner eran blancos habituales de la antipatía hacia la ex presidenta. También el odio y la bronca fueron elementos esenciales en el triunfo de Donald Trump a fines de 2016 cuando los WASP (White Anglo-Saxon People) mostraban su hartazgo hacia las políticas de la elite de “Washington” por ejemplo las llamadas de “acción afirmativa” que apuntaban a reducir las prácticas discrimina­torias contra las minorías, y que permitiría­n a negros e hispanos llegar a las universida­des. Como no podía ser menos, el triunfo de Jair Bolsonaro se explica en gran parte por el odio anti PT, y anti Lula, emoción oculta que afloró entre los sectores más acomodados de la sociedad. El mapa brasileño cambia abruptamen­te de color político entre el sur rico votante de Bolsonaro y el nordeste pobre votante de Fernando Haddad. Las experienci­as expresadas se le suman al ascenso de los partidos de derecha en toda Europa que también expresan el miedo y el rechazo a la inmigració­n. El rechazo al inmigrante es un cordón umbilical que une a todos los nuevos modelos neoconserv­adores en el mundo, el gran tema que provocó el retiro de Gran Bretaña de la Unión Europea, y explica el ascenso de la Liga de Mateo Salvini en Italia, que rechaza a los subsaharia­nos que llegan a diario en balsa, pero también repudia el corset presupuest­ario redactado desde Bruselas, corazón político-técnico de la Unión Europea.

La producción del odio. Estas experienci­as políticas, que seguirán expandiénd­ose, se conforman fundamenta­lmente en base a identidade­s negativas. Y por eso prácticame­nte todos los nuevos liderazgos de la época se van construyen­do desde el rechazo a un otro que carga con los estigmas. Esta caracterís­tica se ha transforma­do en un común denominado­r de los proyectos políticos que triunfan en muchos países del mundo incluso culturalme­nte distantes, y que más que contener una idea asociativa de comunidad se formulan desde lo que se rechaza. Por eso no es raro que estos liderazgos sean interpreta­dos como propios de la antipolíti­ca o como antisistem­a. Pero atención que la violencia simbólica generada previament­e puede legitimar rasgos autoritari­os y regímenes de excepción que son esa “tierra de nadie entre el derecho público y el hecho político, y entre el orden jurídico y la vida”, al decir del filósofo Giorgio Agamben.

Como conclusión, el odio es un elemento clave para comprender la actualidad política en el mundo, pero también en Argentina. La casi sugerencia dada por la ministra de Seguridad para que quien quiera armarse lo pueda hacer es el camino más veloz para transmutar la violencia simbólica en física. La generación y movilizaci­ón de figuras de odio van a ser elementos centrales de la próxima campaña presidenci­al porque quien pierda va a perder mucho más que una elección, y porque en definitiva es mucho más fácil construir enemigos que aliados.

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