“Skere” y la danza de las manos
por medio del análisis de sus expresiones), observó que hay algunos gestos que son universales, aun cuando tengan variantes particulares relacionadas con la cultura. Tras llevar a cabo su trabajo de campo en Nueva Guinea, este psicólogo destacó, por ejemplo, que el emblema de comer siempre involucra un movimiento de la mano que se lleva algo imaginario a la boca, aunque en Japón incluye la mano contraria ubicada a la altura del mentón como si se sostuviera un plato también imaginario.
Pero hay además emblemas específicos de los distintos lugares. En la Argentina, de hecho, tenemos gestos que nos distinguen: el pulgar y el índice paralelos y horizontales con la mano levantada, lo sabemos, son la señal de que estamos pidiendo un café. Y el índice apuntando a la sien con el pulgar levantado y los demás dedos recogidos –es decir, figurando con la propia mano una pistola– es el emblema para simbolizar un suicidio.
Algunos especialistas sugieren que, en la historia de la humanidad, los gestos constituyen el lenguaje primitivo, previo a la existencia del código hablado. Frente a ellos, se espera de las palabras que tengan significados mucho más precisos e, incluso, más sofisticados. Por eso, la aparición de nuevas palabras con significación borrosa o de gestos muy poco definidos, al menos para los adultos, no puede dejar de resultar perturbadora. “Ahre”.
Sin embargo, nuestro mundo de palabras muy bien definidas desde el intelecto tampoco es un dechado de comunicación. A lo mejor –y esto es una mera conjetura– se avecina un tiempo de definiciones laxas que transmitan más transparentemente las emociones. Con palabras y con gestos, hasta es posible que las personas lleguen a entenderse mucho mejor que en el presente. Y eso, qué quiere que le diga, tendría por fuerza que entusiasmarnos. “Skere”.
“Modo diablo”.