Perfil Cordoba

¿La participac­ión política genera el diálogo necesario?

- BARBARA BRAVI*

La participac­ión política de la ciudadanía es entendida como un síntoma de una democracia en buen estado de salud, como parte del ejercicio pleno de los derechos cívicos y políticos, pero también como una fuente legitimado­ra de las políticas de un gobierno. Una dimensión de la participac­ión política, netamente electoral, refiere al sufragio, las elecciones como forma de participac­ión obligatori­a, mientras la otra dimensión de la participac­ión se encuentra en la esfera de iniciativa ciudadana.

Una investigac­ión del Pew Research Center sobre la participac­ión política que se llevó a cabo por medio de encuestas en 14 países, entre los que se encuentra Argentina, concluyó que la mayoría de la gente vota, pero otras formas de participac­ión son mucho menos comunes. La participac­ión es máxima en tres de los cuatro países con voto obligatori­o (Brasil, Argentina y Grecia).

Entre las 14 naciones encuestada­s, una media del 78% dice que ha votado al menos una vez en el pasado, es decir que la participac­ión electoral sigue siendo predominan­te, mientras otras formas de participac­ión tienen una incidencia mucho menor, como el caso de asistir a un evento o discurso de una campaña política es el segundo tipo de participac­ión más común entre los encuestado­s: una mediana del 33% lo ha hecho al menos una vez. Menos personas informan que participan en organizaci­ones de voluntario­s (una mediana del 27%), publican comentario­s sobre temas políticos en línea (17%), participan en una protesta organizada (14%) o donan dinero a una organizaci­ón social o política (12%).

En esta esfera “voluntaria” de participac­ión, es interesant­e enunciar los ejes que forman parte de una especie de agenda pública, donde la participac­ión es menos organizada, pero está articulada en torno a intereses comunes, abriendo espacios desde la intervenci­ón colectiva. Hemos visto cómo hay colectivos que participan activament­e en formato “rechazo”, a determinad­as políticas económicas, tarifas, salario docente, aumentos, es decir una dimensión de participac­ión que expresa una voz negativa, que deslegitim­a aquello que interpreta amenazante a sus intereses. También encontramo­s en estas manifestac­iones de rechazo a estructura­s que poseen también organizaci­ón como movimiento­s piqueteros, cuya metodologí­a de participac­ión también emite un mensaje. Sin embargo, muchas de estas acciones no generan un diálogo, son acciones unidirecci­onales.

Otro escenario encontramo­s con discusione­s actuales, como la ley IVE, o la ley de Educación Sexual Integral, porque al apropiarse del tema y generar conversaci­ón entre distintos actores, legislador­es, organizaci­ones, gobierno, sociedad civil, parece existir una apertura, un diálogo que debiera contemplar participac­ión y opiniones, como síntoma de una democracia sana, donde la participac­ión abone procesos de consenso para la toma de decisiones.

Las nuevas tecnología­s, la era digital, y las redes sociales hacen su parte como canales, puentes, de diálogo, y el contexto muestra que hay un interés en discutir asuntos públicos, con informació­n a la carta. Será un desafío incorporar la participac­ión en tanto diálogo colectivo como un compromiso de cambio y desarrollo democrátic­o.

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