Obstáculos legales a la participación hispana
Dodge City, en las profundidades de Kansas, representa a las legendarias ciudades del corazón de los Estados Unidos, con sus cazadores de búfalos y los arrieros de ganado. O lo que solían ser, porque hoy, con un 60% de su población de origen hispano a raíz de la instalación de dos grandes fábricas de procesamiento de carne que les dieron trabajo a más de 13 mil latinos, su perfil ha cambiado. En cierta forma, se podría decir que Dodge City es la síntesis perfecta de la conflictividad inmigrante, de cuánto le temen los republicanos blancos en su disputa por conservar la identidad nacional y de cómo la Casa Blanca ha vuelto a tropezar al colar el tema por la ventana de esta elección de mitad de mandato como bandera de batalla.
Conflicto. Desde hace aproximadamente un mes, Dodge City ha sido el escenario de litigio entre las autoridades estatales a cargo de organizar las elecciones del próximo martes y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) por el traslado del único centro de votación –que concentra a más de 13 mil votantes cuando el promedio en la zona es de 1.200– a unos seis kilómetros de distancia, en las afueras de la ciudad.
La demanda apunta a un doble perjuicio contra el electorado hispano, que suele votar en forma contraria a los republicanos: por la distancia y la difícil accesibilidad y por cómo impactan ambos factores en un electorado que no trabaja con horarios flexibles, considerando que las elecciones son en un día laboral.
Al frente del reclamo se encuentra un joven de 18 años, Alejandro Rangel-Lopez, hijo de uno de los trabajadores locales. Es también el fundador de la rama local de los Jóvenes Demócratas, una organización que crece a la sombra de la gestión Trump en las escuelas secundarias como una suerte de revival de las bases del partido.
Lo que reclaman es que se vuelva al histórico centro de votación en el interior de la ciudad, el Dodge City Civic Center, o que se abran ambos.
Desde el gobierno argumentan que no hay sesgo electoralista sino razones de infraestructura y que no hay evidencia de que vaya a significar un impacto real sobre el voto latino.
Dicen también que abrir un segundo centro a esta altura es imposible porque la ley exige una notificación con un mes de antelación. Un resumen cabal de la disputa en torno al voto hispano en esta elección.
Campaña. Para sorpresa de muchos, fue Trump quien puso a los hispanos otra vez en el debate al decir que trasladaría militares a la frontera para lidiar con la “amenaza” de la caravana migrante que viene de Honduras, aunque se encuentra a semanas de distancia.
Luego, el presidente subió la apuesta: argumentó que podía cambiar el derecho a la ciudadanía por nacimiento estipulado en la Constitución para los hijos de inmigrantes en situación irregular con la sola firma de una orden ejecutiva.
La movida dejó pasmados a los propios republicanos, muchos de ellos con su reelección en juego. Incluso a quienes comparten esa voluntad de restricción pero no el pésimo timing del presidente.
Para los demócratas, la oportunidad de recuperar el control de, al menos, la Cámara de Representantes, descansa en gran medida en ese voto latino que les suele ser fiel. En sus cálculos figuran ciertos cambios demográficos para conquistar territorios claves como Florida, donde tienen relevado que se trasladó una gran cantidad de boricuas, muchos de ellos enojados con los insultos de Trump y el escaso apoyo federal tras sufrir la mortífera furia del huracán María.
Los latinos suman poco más de 50 millones de habitantes en un país de 325 millones, de los cuales unos 12 millones se encuentran en condición irregular. El resto puede votar, siempre y cuando se hayan registrado oportunamente. Para esta elección, los demócratas han descentralizado la estrategia para focalizarla en las demandas e intereses de cada sector y zona, estimulando el voto anticipado y repartiendo boletas similares a las opciones que los latinos se van a cruzar el martes próximo para instruirlos sobre cómo favorecer la ola azul y que su elección no termine anulada por elegir un candidato de más en alguna categoría. Saben que lo que se juegan la semana que viene es el futuro del partido en 2020.