Estrategia que puede volverse en contra
Trump jugó en su ley: polarizar, dividir. El “miente que algo queda” puede tener mecha corta. El muro imposible en el río Bravo dio lugar a alambre de púas a prueba de “espaldas mojadas”. Una “hermosa visión” según él, pero no para más de un 50% que criticó en boca de urna la retórica flamígera que alejó los GOP de la Cámara baja. Su juego de llevar su relato al paroxismo fanatiza tanto a seguidores como a detractores; con voto no obligatorio y un bipartidismo ancestral en crisis de representatividad y desdén a la política, se trata al final de cuál de los dos se ofenda más y salga a votar en mayor número. Un aviso de campaña asociaba la “caravana” con un mexicano condenado a muerte por asesinar policías. Tan racista que la Fox lo sacó del aire, pero hasta los analistas de la cadena admiten la complementariedad: la mayoría de inmigrantes ocupa el segmento manual del mercado de empleo, mano de obra poco calificada en tareas eludidas por estadounidenses. En el profesional, los términos se invierten alimentados por la elevada tasa de fracaso escolar de los primeros. La legalización de trabajadores compensaría a una pirámide envejecida, bajando el gasto público y mejorando la competitividad salarial, más aun con el desempleo de 3,5%. Trump lo sabe, como sabe que ya no volverá el humo, no solo en su acepción literal, de las chimeneas que les prometió a sus votantes del Hinterland –que nunca trabajarían por la paga del sudeste asiático que hoy las anfitriona– pero creyó que le sobraba con buenos números, y azuzó el miedo de los que empatizan con su desdén a los “snobs”, portadores del análisis y el juicio crítico. El miedo de los que compraron la mirada del empleo y la economía en general como un sistema cerrado de plazas fijas, a fuerza de masticar años de olvido de un establishment que les negó la utopía de una globalización omnicomprensiva.
Su enemigo interno dilecto, todo el que se atreve a interpelarlo, consagrando la fundamentación “jactancia de los intelectuales” de Harvard, por sobre los 140 caracteres anónimos. Al externo se lo anula con tarifas. Pero la dicotomía proteccionismo vs. liberalismo reduce la complejidad de la economía a una suma cero. Solo cobran sentido en el marco de un plan como instrumentos, no fines en sí mismos, o reemplazo de una estrategia a la que se subordinan. Aun admitiendo que el crecimiento del empleo en el sector manufacturas deviene de tarifas a importaciones chinas –no del efecto tardío de políticas contracíclicas de Obama–, eslabones de la cadena de dicho sector ya sufren la reciprocidad del gigante, que encarece el producto final desplazando el costo a los consumidores, minando el margen competitivo. Ni hablar del barro en que la medida mete a las empresas norteamericanas en China, que, lejos de estridencias efectistas, pergeña cada movida del ajedrez económico a la par del geopolítico: la agroindustria es la más castigada por la réplica arancelaria del dragón, su territorio, el interior rural, es la última línea de defensa del presidente.
Los demócratas están leyendo bien las señales. No pudieron con el Senado pero con mayoría simple tienen poder de fuego contra recortes de impuestos, para investigar e impugnar a Trump por fraude fiscal y conflicto de intereses, así como por colusión con Rusia en la campaña 2016. Pero no destituirlo sin una mayoría de dos tercios en el Senado. Candidatos “grassroots”: jóvenes en sintonía con las bases cerca de Sanders, lejos del matrimonio dinástico y de la burocracia de Washington. Convencidos de que el tiempo y la militancia proveerán la escala, la perspectiva para evaluar el costo del rifirrafe con China y la UE, el flirt con Norcorea. Su batalla es por 2020. Su guerra, por la cordura, la razón moderna, la procura de objetividad, las causas. Contra el oscurantismo de los disfraces, las fake y los trolls.
En una colorida conferencia de prensa efectuada el miércoles, el presidente Trump proclamó victoria en las elecciones de medio término y adjudicó el éxito de los candidatos del Partido Republicano a su popularidad y participación en la campaña. La conferencia de prensa fue también una novedad porque las relaciones con los medios estaban a cargo de la secretaria de Prensa, Sarah Sanders; la presencia de Trump realzó el evento y mostró la confianza del primer mandatario para defender su política, responder y cuestionar a los representantes de prensa.
La pérdida del control de la Cámara de Representantes constituye un retroceso para el Partido Republicano porque la Casa Blanca deberá plantear de aquí en más una agenda de trabajo para buscar consenso con el Partido Demócrata, pero está muy lejos de representar una derrota. Las diferencias porcentuales entre los contendientes fueron mínimas mostrando una división de la sociedad norteamericana difícil de explicar con los parámetros habituales.
La campaña estuvo teñida de una inusual agresividad, donde las acusaciones de racismo, nacionalismo, criminalidad y terrorismo de los inmigrantes y seguridad fueron los temas centrales. El presidente Trump rescató el crecimiento económico, la rebaja de impuestos y la baja tasa de desempleo y acusó al Partido Demócrata de querer convertir a los Estados Unidos en otra Venezuela. El Partido Demócrata contratacó denunciando que la rebaja de impuestos favorecía a los sectores de altos ingresos y la prédica desde la Casa Blanca contra los inmigrantes constituía una política discriminatoria para generar miedo. La eliminación del seguro de salud sin una alternativa había generado desprotección y aumentado la vulnerabilidad.
El lenguaje agresivo para descalificar al adversario pareciera despertar la simpatía de amplios sectores también en los Estados Unidos. Los análisis indican que este tipo fronteras. Hizo también referencia a las deportaciones de miembros de las pandillas para garantizar la protección y seguridad en las ciudades.
La plataforma del Partido Demócrata en sus distintas variables contiene propuestas reformistas para extender la protección de salud, garantizar el acceso a la educación, una reforma tributaria para aumentar los ingresos, asegurar los programas de asistencia, continuar con las políticas inmigratorias y garantizar los derechos de las minorías. La palabra que mejor caracterizaría esta plataforma es “solidaridad”, donde no se comparten valores ni identidad. Mientras la comunidad
Los resultados confirman la permanencia del grupo que sigue al presidente Trump y del cual el Partido Republicano no puede prescindir. Trump es el único candidato que los representa y es muy difícil que pueda surgir otro de las filas del mismo partido. El Partido Demócrata no tiene ni la semejanza ni el candidato que pueda unificar las diferentes posiciones. Las elecciones de medio término han allanado el camino de Trump y su control sobre el aparato republicano. Nada hace prever que pueda cambiar en los próximos dos años.