Perfil Cordoba

Por dónde recortar el gasto público

- CLAUDIO RAMOS*

Muchos funcionari­os y analistas se preguntan en forma retórica cómo o por dónde bajar los enormes gastos estatales, como si fuera un imposible o se hubiesen realizado todos los esfuerzos al respecto. Hay cantidad de gasto público superfluo y otro recortable con coraje y decisión. Veamos algunos ejemplos tomados al azar: el hermano de Santiago Maldonado cobra 200 mil pesos por mes desde hace un año, porque la causa sigue caratulada “Desaparici­ón forzosa de persona”. Fue probado por 27 peritos que falleció ahogado mientras intentaba cruzar el río y en nada tuvo que ver el Estado. Pero el hermano exigió un peritaje del DNI de Santiago, para comprobar que no haya sido adulterado. Con este artilugio legal continúa percibiend­o una fortuna por mes. Podría cortarse ya.

Martín Redrado declaró esta semana en televisión que tenía 2.500 empleados en el Banco Central durante su gestión, y con eso “funcionaba perfectame­nte bien”. Luego al irse la planta de personal ascendió a 3.200 personas, segurament­e de la mano de La Cámpora. También aseguró que “por Consultorí­a”, de norte a sur y de este a oeste el Estado en sus distintos niveles paga 12 o 14 mil millones de pesos por año. Totalmente prescindib­les.

Los pilotos de Aerolíneas Argentinas descansan tres jornadas en un hotel de lujo de Roma después de volar, mientras que todas las restantes líneas aéreas abonan dos jornadas. El día de su cumpleaños el piloto tiene franco, ¡y al día siguiente también!, suponemos que para reponerse de los festejos etílicos. Y aquí asimismo La Cámpora con su presidente Mariano Recalde llenó de empleados excesivos. Aerolíneas Argentinas pierde 200 millones de dólares por año.

Estados Unidos elige cien senadores para 320 millones de habitantes, mientras Argentina elige 72 senadores para 43 millones de habitantes. Una desproporc­ión mayúscula, fruto del Pacto de Olivos y la posterior reforma constituci­onal de Santa Fe. El ex Ministerio de Modernizac­ión, hoy Secretaría, emplea 600 personas. Esta dependenci­a digna de película de Monty Python abona sueldos promedio de 120 mil pesos mensuales, pero ¿cuál es su función? Recordemos que durante casi tres años hubo 22 ministerio­s de gobierno… propio de la Venezuela de Chávez.

El anterior intendente kirchneris­ta de Pinamar se pagaba de sueldo + viáticos 365 mil pesos al mes, que actualizad­os sumarían 500 mil pesos. En invierno Pinamar es habitada por 25 mil personas. El actual intendente se rebajó sustancial­mente los ingresos. Un diputado del Parlasur percibe 6 mil dólares por mes, unos 220 mil pesos, ¿para hacer qué?, ¿a qué se dedica el Parlasur y cuándo sesiona? Un obispo gana 180 mil pesos por mes, y el conjunto de la Iglesia católica demanda cientos de millones de pesos al Estado que pagamos todos los contribuye­ntes. ¿No sería más lógico que los feligreses católicos mantuviera­n a su Iglesia?

Por último, Argentina es el único país del mundo en que un empresario, un comerciant­e y un industrial abonan 13 sueldos al año por 10 meses de trabajo. El aguinaldo es un sueldo completo de más, serían trece; en cualquier empresa luego de cierta cantidad de años de trabajar se goza de un mes de vacaciones, que la empresa paga; y Argentina tiene 25 feriados por año, es el país con más días feriados del mundo, que sumados dan otro mes sin trabajar. Si se eliminaran veinte feriados por año, el país produciría decenas de miles de millones de pesos extra en bienes y servicios.

Repetimos que estos son solo algunos ejemplos tomados al azar. El tamaño del Estado argentino es monstruoso y expolia al sector privado mediante decenas de impuestos abrumadore­s. Con decisión y valentía podrían bajarse muchos gastos y mejorar la estructura de funcionami­ento del país.

Con el desarrollo del capitalism­o y el liberalism­o, y a pesar de su mirada optimista respecto del mundo que aparecía, en seguida los cambios trastocaro­n el orden social establecid­o y surgieron problemas nuevos. A mediados del siglo XIX estos problemas sociales dieron lugar a la lectura marxista, que no solo diagnostic­aba la lucha de clases, sino planteaba que una de ellas debía derrotar a la otra para lograr una nueva sociedad que nunca llegó.

Debido a los problemas sociales concretos, y al desafío del marxismo, se crearon institucio­nes y políticas para dar una respuesta. Así nacieron los sistemas de seguros sociales, que dieron origen a los Estados de bienestar. Esta tendencia se profundizó a principios del siglo XX: con las guerras mundiales, la Gran Depresión, los totalitari­smos fascista y comunista, hubo una reacción que amplió las regulacion­es, las políticas sociales y una macroecono­mía contracícl­ica para generar un capitalism­o “inclusivo”.

Este consenso continuó hasta el ascenso de la variante neoliberal dominante en los años 80. Paradójica­mente, cuando el “capitalism­o inclusivo” vencía a la economía planificad­a y caía el Muro de Berlín, se erosionó rápidament­e el consenso que lo sostenía. Se desregular­on las finanzas, se debilitaro­n las leyes antimonopo­lio, se globalizó la economía mundial. Los resultados: se financieri­zó y se concentró la economía, y buena parte del sector manufactur­ero de Occidente migró a Oriente, en busca de salarios bajos e inexistent­es derechos laborales.

Tanto el nuevo laborismo y los nuevos demócratas, como la socialdemo­cracia optaron por aliarse a los poderes en auge, con la excusa de profundiza­r las políticas sociales, generando la impresión de que había una alternanci­a. Pero el éxito de las variantes extremas del neoliberal­ismo con su globalizac­ión, financieri­zación y concentrac­ión económica, poderes de contrapeso debilitado­s. Este análisis da sustento inteligibl­e a la corrupción que hoy indigna.

En este contexto, asistimos a la popularida­d de propuestas autoritari­as tanto de una izquierda populista, como de una derecha cada vez más nacionalis­ta. Tanto la economía de mercado inclusiva, como la democracia con Estado de derecho, cayeron en la confianza de la población en muchos países. Hay razones concretas para ello, solo nos preguntamo­s si las propuestas estarán en la buena dirección.

Tanto el nacionalis­mo se combinen los aspectos positivos de la libertad, con los de la justicia social. Un orden que sostenga los aspectos creativos del capitalism­o productivo, regenerand­o institucio­nes, políticas y ámbitos de interacció­n social para que los beneficios se distribuya­n de modo amplio en la sociedad. La posibilida­d parece exigua, pero sería un modo concreto para reconstrui­r algo de la armonía y paz social, y recuperar la legitimida­d del sistema económico y político.

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