Por dónde recortar el gasto público
Muchos funcionarios y analistas se preguntan en forma retórica cómo o por dónde bajar los enormes gastos estatales, como si fuera un imposible o se hubiesen realizado todos los esfuerzos al respecto. Hay cantidad de gasto público superfluo y otro recortable con coraje y decisión. Veamos algunos ejemplos tomados al azar: el hermano de Santiago Maldonado cobra 200 mil pesos por mes desde hace un año, porque la causa sigue caratulada “Desaparición forzosa de persona”. Fue probado por 27 peritos que falleció ahogado mientras intentaba cruzar el río y en nada tuvo que ver el Estado. Pero el hermano exigió un peritaje del DNI de Santiago, para comprobar que no haya sido adulterado. Con este artilugio legal continúa percibiendo una fortuna por mes. Podría cortarse ya.
Martín Redrado declaró esta semana en televisión que tenía 2.500 empleados en el Banco Central durante su gestión, y con eso “funcionaba perfectamente bien”. Luego al irse la planta de personal ascendió a 3.200 personas, seguramente de la mano de La Cámpora. También aseguró que “por Consultoría”, de norte a sur y de este a oeste el Estado en sus distintos niveles paga 12 o 14 mil millones de pesos por año. Totalmente prescindibles.
Los pilotos de Aerolíneas Argentinas descansan tres jornadas en un hotel de lujo de Roma después de volar, mientras que todas las restantes líneas aéreas abonan dos jornadas. El día de su cumpleaños el piloto tiene franco, ¡y al día siguiente también!, suponemos que para reponerse de los festejos etílicos. Y aquí asimismo La Cámpora con su presidente Mariano Recalde llenó de empleados excesivos. Aerolíneas Argentinas pierde 200 millones de dólares por año.
Estados Unidos elige cien senadores para 320 millones de habitantes, mientras Argentina elige 72 senadores para 43 millones de habitantes. Una desproporción mayúscula, fruto del Pacto de Olivos y la posterior reforma constitucional de Santa Fe. El ex Ministerio de Modernización, hoy Secretaría, emplea 600 personas. Esta dependencia digna de película de Monty Python abona sueldos promedio de 120 mil pesos mensuales, pero ¿cuál es su función? Recordemos que durante casi tres años hubo 22 ministerios de gobierno… propio de la Venezuela de Chávez.
El anterior intendente kirchnerista de Pinamar se pagaba de sueldo + viáticos 365 mil pesos al mes, que actualizados sumarían 500 mil pesos. En invierno Pinamar es habitada por 25 mil personas. El actual intendente se rebajó sustancialmente los ingresos. Un diputado del Parlasur percibe 6 mil dólares por mes, unos 220 mil pesos, ¿para hacer qué?, ¿a qué se dedica el Parlasur y cuándo sesiona? Un obispo gana 180 mil pesos por mes, y el conjunto de la Iglesia católica demanda cientos de millones de pesos al Estado que pagamos todos los contribuyentes. ¿No sería más lógico que los feligreses católicos mantuvieran a su Iglesia?
Por último, Argentina es el único país del mundo en que un empresario, un comerciante y un industrial abonan 13 sueldos al año por 10 meses de trabajo. El aguinaldo es un sueldo completo de más, serían trece; en cualquier empresa luego de cierta cantidad de años de trabajar se goza de un mes de vacaciones, que la empresa paga; y Argentina tiene 25 feriados por año, es el país con más días feriados del mundo, que sumados dan otro mes sin trabajar. Si se eliminaran veinte feriados por año, el país produciría decenas de miles de millones de pesos extra en bienes y servicios.
Repetimos que estos son solo algunos ejemplos tomados al azar. El tamaño del Estado argentino es monstruoso y expolia al sector privado mediante decenas de impuestos abrumadores. Con decisión y valentía podrían bajarse muchos gastos y mejorar la estructura de funcionamiento del país.
Con el desarrollo del capitalismo y el liberalismo, y a pesar de su mirada optimista respecto del mundo que aparecía, en seguida los cambios trastocaron el orden social establecido y surgieron problemas nuevos. A mediados del siglo XIX estos problemas sociales dieron lugar a la lectura marxista, que no solo diagnosticaba la lucha de clases, sino planteaba que una de ellas debía derrotar a la otra para lograr una nueva sociedad que nunca llegó.
Debido a los problemas sociales concretos, y al desafío del marxismo, se crearon instituciones y políticas para dar una respuesta. Así nacieron los sistemas de seguros sociales, que dieron origen a los Estados de bienestar. Esta tendencia se profundizó a principios del siglo XX: con las guerras mundiales, la Gran Depresión, los totalitarismos fascista y comunista, hubo una reacción que amplió las regulaciones, las políticas sociales y una macroeconomía contracíclica para generar un capitalismo “inclusivo”.
Este consenso continuó hasta el ascenso de la variante neoliberal dominante en los años 80. Paradójicamente, cuando el “capitalismo inclusivo” vencía a la economía planificada y caía el Muro de Berlín, se erosionó rápidamente el consenso que lo sostenía. Se desregularon las finanzas, se debilitaron las leyes antimonopolio, se globalizó la economía mundial. Los resultados: se financierizó y se concentró la economía, y buena parte del sector manufacturero de Occidente migró a Oriente, en busca de salarios bajos e inexistentes derechos laborales.
Tanto el nuevo laborismo y los nuevos demócratas, como la socialdemocracia optaron por aliarse a los poderes en auge, con la excusa de profundizar las políticas sociales, generando la impresión de que había una alternancia. Pero el éxito de las variantes extremas del neoliberalismo con su globalización, financierización y concentración económica, poderes de contrapeso debilitados. Este análisis da sustento inteligible a la corrupción que hoy indigna.
En este contexto, asistimos a la popularidad de propuestas autoritarias tanto de una izquierda populista, como de una derecha cada vez más nacionalista. Tanto la economía de mercado inclusiva, como la democracia con Estado de derecho, cayeron en la confianza de la población en muchos países. Hay razones concretas para ello, solo nos preguntamos si las propuestas estarán en la buena dirección.
Tanto el nacionalismo se combinen los aspectos positivos de la libertad, con los de la justicia social. Un orden que sostenga los aspectos creativos del capitalismo productivo, regenerando instituciones, políticas y ámbitos de interacción social para que los beneficios se distribuyan de modo amplio en la sociedad. La posibilidad parece exigua, pero sería un modo concreto para reconstruir algo de la armonía y paz social, y recuperar la legitimidad del sistema económico y político.