Por aire, por tierra y por mar
Gustavo Sancho usaba una pantalla poco creíble para justificar su alto estándar de vida: la compra y venta de vehículos que, según un análisis de la Procuración de Lavados de Activos, traía pérdidas al autodenominado “empresario” de San Martín.
Para la investigación de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, que contó con la colaboración de la Procunar, a cargo de Diego Iglesias, el verdadero negocio de Sancho era el narcotráfico. La organización del hombre que estuvo involucrado en el caso Candela, “bombardeaba” con cocaína campos de General Belgrano y, por tierra, trasladaba la sustancia hacia Buenos Aires o, vía Paraguay a Uruguay o Brasil, para desde allí –vía marítima– ser transportada al continente europeo.
El capo narco le dedicaría especial atención al rol del piloto que transportaba la droga. Según se desprende de la causa, pagaría unos 80 mil dólares al encargado de transportar la cocaína en avión –preferentemente modelo Cessna 210–; por esa razón, se cree que el dinero secuestrado a Calandria cerca del peaje Hudson podría tener como destino a uno de los comandantes de las avionetas.
Uno de esos pagos habría sido realizado al piloto Heitor Antonio Machado, de nacionalidad brasileña, detenido en Paraguay cuando descargaba de su aeronave 396 kilos de cocaína, en septiembre de 2016.