El G20 en un mundo desorientado
como presidente de Brasil, Matteo Salvini y Emmanuel Macron. Por ahora, el único que ha decepcionado a quienes lo habían apoyado –y ni hablar de adversarios que daban por descontado que la gestión del intruso sería desastrosa– es el menos “populista” de los cuatro, el presidente francés, Macron; está luchando contra una horda imprevista de piqueteros, bautizados como “chalecos amarillos” que, indignados por el alza del precio de los combustibles, de un día para otro decidieron estorbar el tránsito en docenas de localidades a lo ancho y lo largo de su país. No sorprendería demasiado que, andando el tiempo, Trump, Bolsonaro y Salvini, además de otros de actitudes parecidas, terminaran repudiados por quienes los creían capaces de llevar a cabo cambios radicales que los librarían de la incertidumbre paralizante que sienten cuando piensan en el futuro.
En el Reino Unido, la primera ministra Theresa May está procurando aferrarse al poder frente a los partidarios de una ruptura más completa con la Unión Europea que la presuntamente acordada; pocomporta oponen al autoritarismo, que es una de sus características más notables, y a sus intentos de “racionalizar” el maltrecho sistema jubilatorio. Será por tal motivo que decidió aumentar la presión sobre Ucrania; no le preocupa el riesgo de que se agrave un conflicto que ya ha costado más de diez mil muertos. Por ahora, el chino Xi Jinping parece tener todo bajo control, pero el suyo puede ser un país díscolo que, de ralentizar el
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