Los poderosos no ceden
son parte ni Holanda, Dinamarca, Suiza, Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia. Por algo será.
2) La supuesta alianza con los EE.UU. nunca sería tal sino una subordinación prácticamente incondicional. EE.UU. ha reencontrado con Trump su vocación por el Destino Manifiesto que impide cualquier acuerdo que no sea un menoscabo de nuestra dignidad y un condicionamiento a nuestro desarrollo. Es muy probable que Trump insista en que nuestras FF.AA. deben sumarse –junto con las fuerzas de otros países de la región– a la lucha contra las “Nuevas Amenazas”, esto es: narcotráfico, terrorismo y control migratorio. Aceptar esto sería depositar nuestra defensa nacional y regional, en las manos de la maquinaria militar industrial de EE.UU.
3) Es importante toda expresión popular que exprese nuestra rebeldía frente a un orden internacional del que no participamos más que como espectadores y víctimas. Esa rebeldía social es también política, aunque la política participa solo de costado por su incapacidad coyuntural de expresarse en las calles como tal.
4) Argentina no está en el G20 por su importancia en el diseño del poder global, sino por su potencial condición de gran exportador de alimentos. Deberíamos ser lo que Macri anuncia cuando nos califica de supermercado del mundo. Para eso se requiere un desarrollo industrial que este gobierno impide con sus políticas monetarias, que destruyen la economía real.
“Ninguno de los países que cuidan el capital humano forman parte del
G20”