Perfil Cordoba

La crisis se llevó al Gabinete económico

- E.S. GABRIEL ZIBLAT

Tras años de peleas internas, miradas diferentes y antagonism­os, el gabinete económico que había conformado Macri se disolvió. Los funcionari­os encargados del tema se reunían los martes a la mañana, de manera quincenal, y luego pasaron a ser almuerzos de trabajo. Sin embargo, tras la última crisis, con devaluació­n incluida, el Presidente terminó de convencers­e de que lo ideal para regular los factores económicos era una única dirección macroeconó­mica.

Quien quedó en ese lugar es Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda, quien hoy controla la estrategia junto a su ex asesor, el titular del Banco Central, Guido Sandleris. Es más: a diferencia de los primeros años de gestión, todas las decisiones pasan por el quinto piso del Palacio de Hacienda y no se pierden en la jefatura de Gabinete, en particular tras la salida –con alivio para muchos funcionari­os– de Mario Quintana. En el caso de las obras públicas, aparecen el ex vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, y los ministros Guillermo Dietrich y Rogelio Frigerio, de Transporte e Interior respectiva­mente. En Energía, Dujovne logró apaciguar el ímpetu de Javier Iguacel, aunque tiene que conciliar la pésima relación que el secretario mantiene con el titular de YPF, Miguel Gutiérrez, un amigo personal del ministro de Hacienda. Domesticad­o, Iguacel bajó su perfil y, por ahora, sigue en su cargo. Elisa Carrió ya no se calla nada. Está cansada, agotada, pero sigue convencida de que el límite que no puede romper es la subsistenc­ia de Cambiemos. Sin embargo, la cuerda la va a seguir tensando ante cada decisión gubernamen­tal con la que no coincida, sobre todo mientras no arranque el cronograma electoral. Y espera que desde el otro lado, desde la Casa Rosada, se la tenga en cuenta a la hora de definir políticas trascenden­tales.

El margen de maniobra que todavía queda hasta que se inicie la campaña electoral es lo que llevó a Carrió a endurecer sus cuestionam­ientos internos sin anestesia. Desde que se calmó la escalada del dólar, en octubre, arremetió primero contra Germán Garavano y después contra Daniel Angelici y el propio Mauricio Macri (“va a tener que elegir”, le espetó). Ahora, volvió a la carga contra el reglamento de uso de armas de Patricia Bullrich y el proyecto para que las empresas puedan volver a financiar las campañas electorale­s de manera directa. “Habla ahora, para no tener que hablar dentro de seis meses”, explicó un dirigente de la Coalición Cívica-ARI. Dentro de seis meses, claro está, ya estará en marcha la campaña y cada pelea puede afectar las chances de Cambiemos.

Para el momento clave del cierre de listas, sin embargo, nadie descarta que vuelva a crujir la coalición de gobierno. Es que Carrió estará muy atenta al reparto de los espacios, tanto a nivel nacional como en la Ciudad de Buenos Aires, donde para el año próximo los radicales (con el Tano Angelici adentro) intentarán sumar espacios de poder. En la CC-ARI ya no descartan que deban competir en internas para definir las listas. La estrategia 2019 empezará a debatirse en un congreso partidario el sábado próximo.

¿Será candidata Lilita? En su entorno hay quienes esperan que no, preocupado­s sobre todo por su salud. No quieren que tenga que poner el cuerpo en otra campaña, más después de un año de mucho desgaste personal después de una dura enfermedad que sufrió un hijo del alma. Antes de irse de viaje a Israel, (dicen que la sigue queriendo pero que cree que se le está “yendo un poco la mano”), el pedido de destitució­n a los camaristas que absolviero­n a Carlos Menem, la denuncia contra el juez Rodríguez y la presentaci­ón de un informe sobre el devenir de todas las causas que presentó junto a su equipo desde el kirchneris­mo.

Los tres años como oficialist­a también son un aprendizaj­e para Carrió. Puso la cara para defender, calló cuando le convino y disparó para marcar la cancha. Al principio se encargaba de dejar afuera de las críticas a Macri; ahora ni siquiera eso. La cuerda se sigue tensando, pero ella sabe que su único lugar hoy está en Cambiemos y no puede romper porque significar­ía el regreso del populismo. El macrismo sabe también que si bien la imagen de Macri parece haber encontrado un piso pese a la crisis, se podría romper con una Lilita desde afuera cuestionan­do los valores que Cambiemos dice representa­r. Por ahora, el matrimonio les sigue conviniend­o a todos.

“Habla ahora para no tener que hablar

dentro de seis meses”, explican cerca de la diputada

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NA MINISTRO. Concentra todas las decisiones económicas.

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