Entre el prestigio y el pragmatismo
en materia de intercambio económico para Argentina, entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Cuando se habla de “política de prestigio” se habla de (poder blando), el plano simbólico de las relaciones internacionales. Siempre existió un deseo aspiracional a tener este elemento de prestigio, como en el gobierno de Alfonsín donde uno de los objetivos en materia de política exterior era que Argentina fuese una “potencia moral”. El prestigio también encierra una dimensión fáctica, aquel que debiera traducirse en un impacto económico como crecimiento, desendeudamiento, que es lo mismo no hablar de proteccionismo, no comprometerse con el cambio climático, y nada que pueda ser una amenaza a sus intenciones. Simplemente, las asimetrías en foto y papel.
Pasando del plano simbólico al pragmático, en materia de política exterior, durante la presidencia de Carlos Menem, en un reintento por volver a establecer vínculos diplomáticos con Gran Bretaña, se firmó un acuerdo conocido como “paraguas de la soberanía”, es decir, Argentina y el Reino Unido podrían hablar de todo menos de la soberanía de las islas Malvinas. A decir luego de observar