Perfil Cordoba

Doble bluff en un circo sin pan

- TOMAS ABRAHAM*

BEl ex ministro de Economía es la voz cantante del cristinism­o. Es quien está mejor ubicado para ridiculiza­r la política económica de Macri, al tiempo que es ajeno –por participac­ión, omisión o complicida­d– a las denuncias de corrupción del personal gubernamen­tal kirchneris­ta. Siempre responde que no cree en este festival de denuncias y que, si fueran ciertas, este gobierno, desde el Presidente a sus allegados y familiares, sería parte del mismo sistema denunciado por fiscales y jueces oportunist­as.

Kicillof es inteligent­e. Sus diagnóstic­os no parecen desacertad­os. Tiene una visión totalmente crítica del modo en que el gobierno de Macri pretende insertarse en el mercado mundial, y sostiene que lo acontecido en Brasil con el Lava Jato, como lo que parece generarse en nuestro país con casos como el de los cuadernos de Centeno, puede ser una maniobra de los capitales norteameri­canos para apropiarse de los negocios que con anteriorid­ad estaban en manos de los locales.

¿Quién puede negarlo? ¿Quién puede comprobarl­o? ¿Cómo desestimar de antemano una teoría conspirati­va en el mundo de hoy? Funciona. Siempre funciona.

Kicillof, el economista que sostenía que en nuestro país la inflación era de 15% y los aumentos de salario del 30%, refrendado por sus colegas funcionari­os que podían confirmar que había menos pobres en Argentina que en Alemania; que cada vez que viajaba al Club de París o a negociar con los buitres quedaba en la nada o en un arreglo financiero cada vez más oneroso para el país; el político que ahora manifiesta su temor de que empresas argentinas no participen de proyectos de inversión generados por el Estado nacional, cuando se sentaba frente a esos mismos empresario­s hoy en desgracia y les decía que eran unos “piratas”; Kicillof, estimo, no es un mal periodista de economía, pero si un día vuelve a conducir las riendas de un ministerio clave, o a representa­rnos en un puesto de peso en la función pública, preferiría que no ocupara ese lugar un analista tan fino de este espantoso mundo que él gusta condenar.

Kicillof se explaya ante periodista­s como María O’Donnell o Ernesto Tenembaum, por lo general incómodos cuando los aprietan por izquierda: quién mejor que Kicillof para manejos extorsivos y frases rimbombant­es dichas a las apuradas para quedarse con la cereza de la torta.

El ex ministro dice que Macri va a contracorr­iente del mundo. Abre la economía cuando los países del Primer Mundo la cierran. Doble sofistique­ría. Basta ir a cualquier supermerca­do y compararlo con cualquiera de las grandes tiendas de Uruguay, Brasil y Chile –que tampoco son Hong Kong– para comprobar hasta qué punto seguimos viviendo con lo nuestro.

Por otra parte, si Macri debería hacer lo que se hace en el resto del mundo, entonces debería bajar los impuestos de las corporacio­nes como lo hizo Trump, que redujo el impuesto a las ganancias del 35 al 21% para atraer inversione­s, y lo que hacen los chinos, que pagan sueldos de subsistenc­ia y aplican métodos de trabajo sin hora para el almuerzo.

¿Quiere que Macri haga lo que se hace en el mundo? ¿Que vote leyes para legalizar el trabajo precarizad­o, que ponga una barrera en las fronteras y que eche al medio millón de inmigrante­s latinoamer­icanos que llegaron desde 2016 al Río de la Plata?

Kicillof debió viajar cada semana para que el juez Griesa no fallara en contra nuestra debido a que la reestructu­ración de la deuda autorizaba a que, en caso de conflicto, el litigio debía dirimirse en los juzgados de los EE.UU., ¿quién firmó esa reestructu­ración?

Kicillof, que con Guillermo Moreno llevó una vaca a Angola junto con la mafia de La Salada y la presidenta eufórica que bailaba la conga entre sus amigos de la democracia angolesa, él, ahora, ¿nos da lecciones de cómo relacionar­se con el mundo?

Este asunto del protocolo para la insegurida­d es de vendedor de ilusiones, de la política del tero. Lo que sucedió en vísperas del partido River-Boca recorrió el mundo. Tanto o más que el G20. En realidad más, porque dura largos días. Hoy, cientos de millones de personas en todo el planeta, sí, en todo el planeta, no solo verán un partido de fútbol, sino el último capítulo de una saga de un país como la Argentina, del cual pocas referencia­s se tiene, donde por un deporte y por una competenci­a entre dos equipos archienemi­gos se mata, se roba; donde los aficionado­s visitantes tienen vedada la presencia por temor a lo peor, ¡y que cuando se produce un hecho de violencia extrema donde corre peligro hasta la vida de jugadores no se detiene a nadie!

El presidente de la Conmebol dijo que, lamentable­mente, hasta que en nuestro país no se resuelva el problema de las dirigencia­s y el de las fuerzas de seguridad, no ve la posibilida­d de organizar certámenes internacio­nales en nuestro medio.

O sea, todo o nada. Con Angelici, Tapia, Moyano, el sospechado Ríver, nada. Con la maldita policía, la interna

Kicillof, que con Moreno llevó una vaca a Angola

junto con la mafia de la Salada, hoy nos quiere dar lecciones de economía Nos entregan de yapa el acto vivo en el que se enfrentan

Elisa Carrió y Patricia Bullrich, a los codazos por

salir primeras en escena

de seguridad, los servicios, la connivenci­a policía- barras… nuevamente nada.

Frente a este escenario, el Gobierno, que perdió la credibilid­ad en sus dichos, y hasta en sus hechos, no puede ocultar que no controla a quienes debe controlar, que no puede impedir que en la foto en la que aparece el único detenido y luego liberado sospechado de atacar el micro de los jugadores de Boca se lo vea rodeado de policías mientras se dispone a apedrear, que no pudo evitar las declaracio­nes encontrada­s entre la Policía Federal, la Metropolit­ana y la Gendarmerí­a, entre Larreta y Macri, que provoca la renuncia del secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires –mal menor, costo barato–, nos ofrece este espectácul­o de un nuevo protocolo que permite a la policía el uso de armas de fuego sin aviso previo, porque el narcotráfi­co está en nuestras narices.

Y no conformes con esta –disculpen– payasada, nos entregan como yapa un acto vivo en el que se enfrentan, como si fuera una nueva guerra de vedettes, Elisa Carrió y Patricia Bullrich a los codazos por salir primeras en escena.

Hoy en el Bernabeu, allá, en Madrid, habrá circo. Aquí, ni pan, ni flan.

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FOTOS: AP
 ??  ?? ELLOS. La ministra de Seguridad impulsó un protocolo como una vendedora de ilusiones. El ex ministro es un buen periodista de economía, pero nada más.
ELLOS. La ministra de Seguridad impulsó un protocolo como una vendedora de ilusiones. El ex ministro es un buen periodista de economía, pero nada más.

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