Un monstruo diseccionado desde distintos puntos de vista
Resultaría interesante, a esta altura del partido, que alguien pudiese explicar por qué la BBC posee un promedio tan alto de calidad en sus ficciones, en especial comparado con el resto del mundo. Se sabe que se trata de una garantía, pero nunca se consigue asir el secreto que los lleva a acertar con tanta frecuencia –o, claro, el resto les habría copiado la metodología de trabajo–. Es cierto que parte de la explicación probablemente radique en la especialización en policiales, que sobreabundan en la pantalla chica desde otras latitudes con ejemplos cada vez menos felices. Quizás otra parte de la explicación radique en que, cómo no, al ser una señal inglesa posee a disposición actores de esa nacionalidad, formados en esa escuela, quizás solo comparable a la italiana de antaño. Otra posibilidad más: no atan sus historias a esquemas largos, más bien las comprimen en la menor cantidad posible de episodios sin importar tanto la amortización de costos como la maximización del drama. Pero se trata, tan solo, de puntos sueltos que no logran formar la línea que explique por qué al ver el logo de BBC el espectador se predisponga bien, y acierte.
confirma una vez más la tendencia. Inteligente, apabullante, claustrofóbica, desoladora, cuenta la historia real de Reg Christie, un femicida serial que asoló en las décadas de 1940 y 1950.
Quizás para demostrar que no se achanchan en sus formatos, para esta miniserie se optó por una estructura inusual en la pantalla chica: el primer episodio muestra el punto de vista de la mujer de Reg, Ethel, cuyas sospechas van creciendo junto con las del espectador; el segundo, es el punto de vista del marido de una de las víctimas –que desde la primera escena de la serie se sabe que fue a la horca por los crímenes de