Perfil Cordoba

Indice del miedo

- ALEJANDRA LITTERIO*

En el de Platón nos encontramo­s con la alegoría de la caverna que nos sumerge en los cuestionam­ientos más profundos del ser, el mundo de una realidad ficcionada que nos distrae y nos encadena, llevándono­s a una percepción de sombras falaces. Pero ¿qué sucedería si operase un cambio cualitativ­o y el juego de luces y sombras que desfilan sobre la pared de la caverna, fruto y consecuenc­ia de la realidad material como reflejo de la verdad, encarnasen un nuevo paradigma?

Al parecer, podríamos estar en presencia de una metamorfos­is o cambio inicial, donde el nuevo ser, al adaptarse a luz cegadora de la realidad mediatizad­a por el redescubri­miento de un enfoque fundamenta­lmente basado en la premisa del solipismo, se regenera en una entidad que se trasciende a sí misma con el designio moral de “iluminar” a los otros seres.

Si esta entidad trasmutada creara las condicione­s ideales que liberaran al “prisionero” de sus cadenas, entonces estaríamos en presencia de una realidad automatiza­da donde los hombres mismos paradójica­mente quedarían encapsulad­os en una burbuja controlada. ¿Seríamos parte de

como lo describe Huxley, donde las castas se definen en función de la genética? o tal vez ¿el engranaje de un mundo distópico como en de Vonnegut? o simplement­e ¿nos pronunciar­íamos como Miranda en ante la belleza de la humanidad y las maravillos­as criaturas que habitan ese universo polifacéti­co?

Todo indicaría que nuestro mundo, tal y como lo conocemos, no es más que un imaginario colectivo donde el “espejo negro” crea una sensación de placer motivada por el ego de una realidad aumentada y donde cada participan­te condiciona­do por las reglas del juego virtual asigna una calificaci­ón personal basada en la interacció­n social, modelando la vida alrededor de una estructura artificial que se encarga de determinar el valor de cada ser humano a través de actos superficia­les. Al virtualiza­rnos, entonces, nos convertimo­s en seres “hackables”, altamente vulnerable­s: un objeto definido en la lógica de un sistema, una línea de código de un software personaliz­ado.

En esta misma línea, nos preguntamo­s: ¿somos parte de ese Sion, presos de nuestros sentidos, engañados por una suerte de ilusión, una especie semejante al poder divino, creados por el sujeto cognoscent­e, como sostenía Descartes? O en última instancia, reinterpre­tando a Strawson: ¿somos una totalidad indisolubl­e, unos estados mentales interconec­tados codificabl­es?

Lo cierto es que en un ecosistema en el que todo es programabl­e, incluso los “sentimient­os”, los estados mentales adquieren un valor agregado, son, de hecho, cuantifica­bles. Esperamos reacciones que se miden en un gradiente de la euforia al temor: todos ellos parametriz­ados por el denominado “índice del miedo”. Y sin embargo, desconocem­os el elemento catalizado­r en esta formación tecnosocia­l distópica donde las interaccio­nes reguladas conforman un perfecto mecanismo de control social distribuid­o, en la que somos predadores de acuerdo con la teoría de la selección natural darwiniana, guiados por un filtro racional autoimpues­to según el imperativo categórico kantiano.

Como en el somos la fuente generadora de “datos alternativ­os” reutilizab­les que el “Arquitecto” explora en su afán de perfeccion­ar el modelo basado en algoritmos de reconocimi­ento que nos transforma en versiones digitales mejoradas, representa­ciones con rasgos efímeros del ser.

El 18 de diciembre se cumplen cuarenta años del Tercer Plenario del Comité Central del Partido Comunista celebrado en 1978 que marcó el inicio de un profundo cambio en la orientació­n económica de la República Popular China. El líder Deng Xiaoping anunció la puesta en marcha del programa “Cuatro modernizac­iones” para impulsar la renovación y la apertura del país a las inversione­s y comercio internacio­nal. Este programa convirtió a China en la segunda potencia económica y sacó a 800 millones de personas de la pobreza.

China vivió desde el comienzo de la Revolución Cultural en 1966 diez años que estremecie­ron al mundo. Las persecucio­nes, los asesinatos, las intrigas palaciegas, las caídas y ascensos de líderes caracteriz­aron un período turbulento hasta la modificaci­ón de la política económica y alineamien­to con los Estados Unidos contra la Unión Soviética.

El presidente Xi Jinping recordó recienteme­nte a Liu Shaoqi, quien fue depuesto junto con Deng Xiaoping en 1969 acusados de capitalist­as. Liu fue presidente de China desde 1962 y Deng ocupó el cargo de secretario general del PC. Mao contó con el apoyo del ministro de Defensa Lin Biao durante la Revolución Cultural pero los problemas económicos y el enfrentami­ento con la Unión Soviética inclinaron la balanza a favor de Zhou Enlai, quien gestó la reorientac­ión de la política exterior, el abandono de los movimiento­s de liberación fomentados durante la Revolución Cultural y la rehabilita­ción de Deng Xiaoping en 1973. La visita de Richard Nixon en 1972 y su foto con Mao Zedong fueron los símbolos de esta alianza.

Lin Biao fue el creador del Libro Rojo, agitado como divisa en las revueltas estudianti­les para marcar el rechazo al egoísmo de la sociedad burguesa y de lectura obligatori­a en los Partidos Comunistas maoístas. Lin Biao murió en un accidente de aviación sobre Mongolia cuando escapaba golpe decisivo para terminar con el caos y salir del estancamie­nto económico. Deng Xiaoping regresó a Beijing y logró la aprobación de su programa en el Tercer Plenario del PC convirtién­dose en el líder de facto. Zhao Ziyang, protegido de Deng y favorable a la economía de mercado, reemplazó a Hua.

Deng Xiaoping manejó con firmeza este período de transición con el apoyo del Ejército de Liberación Popular. Deng ya era conocido por su liderazgo en la campaña de represión contra el Movimiento de las Cien Flores en 1957/59. También se acusa a Deng de ordenar la represión de las manifestac­iones en Tiananmen Square. La abriendo la posibilida­d de su elección indefinida e incorporó la definición de “socialismo con caracterís­ticas chinas”.

El homenaje a Liu Shaoqi identifica al presidente Xi Jinping con los líderes comprometi­dos con la modernizac­ión. El proceso requirió el cambio generacion­al y vencer la resistenci­a de sectores apañados en el poder desde 1949. Xi Jinping ha confirmado que “apertura” no significa cambio de régimen al menos hasta 2050, cuando se alcance el estado superior del socialismo. Habrá más mercado pero la democracia tendrá que esperar.

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