Los libros y la política
Los dioses aparecieron con la escritura. Cuando los arameos inventaron el alfabeto escribieron la Biblia, con los ideogramas llegaron los libros de Confucio y el
con el Pali las enseñanzas del Buda. Años después escribieron los Evangelios en koiné y el Corán en árabe. Las religiones monoteístas veneraron libros sagrados que leían repetidamente, porque suponían que contenían la verdad sobre todo lo que existe.
Con el descubrimiento de América empezó a desarrollarse el método científico en casi todas las áreas del saber. Cuando se aplica se comienza por definir conceptos que permitan formular hipótesis, que se contrastan con la realidad, se cuantifican sus resultados y se formulan leyes generales que son siempre provisionales.
En los primeros cuatro siglos no se podía descubrir lo que ahora se encuentra en un mes porque el desarrollo de la tecnología adquirió una velocidad exponencial. De la sofisticación de las carabelas llegamos hasta los automóviles al iniciarse el siglo XX y desde allí a los viajes espaciales actuales.
La política mantuvo actitudes precientíficas por el síndrome de hibrys de los líderes y el fanatismo. Muchos pretendieron que lo sabían todo y usaron sus palabras y anécdotas para crear textos dogmáticos. En el siglo XX, hasta el fin del comunismo, todo intelectual de izquierda tenía en su biblioteca los cincuenta tomos de las obras de Lenin. Casi nadie los leía pero eran un amuleto en el que habitaba la verdad. Althusser fue el mayor exégeta de la obra de Marx. Escribió y buscó la verdad “científica” de la historia de la humanidad rebuscando en todos los textos del filósofo. En América Latina muchos identificaron la ciencia con el marxismo y llegaron a conclusiones pintorescas.
El presidente Mao publicó con citas de sus textos el en 1964. Contenía toda la verdad posible y tenía poderes mágicos. Cuando un atleta chino rompía un récord o un científico descubría algo, lo atribuía a que tenía consigo el prodigioso amuleto. Entre 1975 y 1981 Khadafi publicó el que contenía todos los conocimientos para hacer la revolución mundial, basados en el éxito de su revolución socialista, islámica y nacionalista. Conservo en mi biblioteca un ejemplar en castellano que me regalaron en Africa en 1983 cuando parecía seguro que en pocos días triunfaría la revolución, el capitalismo se desmoronaría y millones de proletarios europeos se lanzarían al agua del Mediterráneo para llegar al paraíso socialista.
En muchas instituciones académicas existe esa actitud precolombina frente a los libros y las teorías. Algunos creen que pueden analizar esta sociedad usando los textos de Gramsci escritos en 1930, en medio de la euforia producida por la revolución soviética que construyó la “patria de la humanidad”. Otros rumian teorías o consignas que suponen eternas. Para un intelectual o para un político que quiere servir en estos tiempos cada libro debe ser una oportunidad para pensar, cuestionar sus contenidos y sobre todo para combatir las supersticiones que todos tenemos dentro.
Las actitudes dogmáticas no permiten desatar la imaginación para enfrentar los problemas de fondo. La realidad no es la misma que la que existía hace diez años. Cambió el juego del poder desde el nivel cotidiano de la familia hasta lo que se discute en el G20. El mundo está llegando a una mezcla de de Orwell y
de Huxley. El Gran Hermano existe más allá de todo lo que se pudo imaginar, se mete con la psicología de la gente, conoce lo que hacemos, cómo reaccionamos ante lo que ocurre, con el tiempo puede llegar a determinar nuestras conductas. Los límites entre la inteligencia artificial y los seres humanos son cada vez más borrosos, en los próximos diez años las máquinas llegarán a ser cuasi humanas y nosotros tenderemos a convertirnos en cyborgs.
Cuando alguien compra algo en cualquier almacén entrega datos que en ese mismo momento van a agencias de impuestos, oficinas gubernamentales, bancos de datos de los establecimientos, buscadores de la web y a todas las apps que tiene el comprador en su celular. Todos ellos pueden analizar esa información con algoritmos y prever nuestro comportamiento, saber qué productos podríamos comprar, cuáles son nuestras preferencias