Octava jornada de protesta de los chalecos amarillos
Otra vez las manifestaciones derivaron en actos de violencia. En París, un gendarme resultó herido. Macron llamó al diálogo, pero su gobierno habla de “insurrección”.
Al menos 50 mil chalecos amarillos participaron ayer en manifestaciones en toda Francia, por octavo sábado consecutivo, con enfrentamientos violentos en París, en busca de renovar un desafío al gobierno, que denuncia un intento de “insurrección”.
“La situación fue tensa, especialmente en París, donde hubo acciones violentas contra la policía, un intento de irrumpir en dos prefecturas (Montpellier y Troyes), en el Tribunal de Avignon y además tensio- nes en Beauvais”, fue el resumen de la policía.
Según el gobierno, en las movilizaciones de ayer participaron 50 mil personas en todo el país, un repunte respecto a las 32 mil del 29 de diciembre, pero muy lejos de los 282 mil del 17 de noviembre, en el punto más alto de la protesta.
Fue la primera movilización de 2019, pese a las concesiones del gobierno de Emmanuel Macron, que debatirá las reivindicaciones del movimiento a mediados de enero.
El movimiento surgió en protesta contra el alza del precio de los combustibles, para luego defender reivindicaciones más amplias, sobre impuestos o el derecho a un referéndum popular.
Campos Elíseos. Varios miles de chalecos amarillos comenzaron muy temprano ayer a deambular en calma desde la famosa avenida de los Campos Elíseos en París, hasta que en la tarde estallaron enfrentamientos con las fuerzas del orden que una vez más empañaron la jornada, la primera de 2019.
Nuevamente, los manifestantes escogieron para su movilización denominada “VIII Acto” concentrarse en los Campos Elíseos, lugar emblemático de su protesta, para hacer escuchar sus quejas en una asamblea general improvisada.
En la capital, un gendarme resultó herido en uno de los enfrentamientos que volvieron a ocurrir en los puntos más emblemáticos para el turismo y el comercio parisino, como el Boulevard SaintGermain, el Jardín de las Tullerías, la alcaldía de París y la Asamblea Nacional.
Los primeros forcejeos con las fuerzas de seguridad comenzaron a orillas del Sena, cuando el grupo de chalecos amarillos marchaba hacia la Asamblea Nacional desde el Ayuntamiento. Los manifestantes lanzaron piedras y botellas a la policía, que respondió con gases lacrimógenos.
Uno de los restaurantes en una barcaza sobre el Sena, anclada cerca del Museo de Orsay, fue incendiado, al igual que un auto en el Boulevard Saint-Germain.
Los chalecos amarillos también se movilizaron en las localidades de Marsella (sureste), Lyon (este), Grenoble (este), Rouen (norte), Caen (noroeste) o Burdeos (suroeste), uno de los puntos calientes de las protestas.
Macron. Debilitado por esta protesta inédita, Macron, anunció el 10 de diciembre una serie de medidas –como el aumento de cien euros del salario mínimo– y prometió, en un discurso el 31 de diciembre pasado, una vuelta al “orden republicano”.
Ayer, lamentó a través de Twitter que “una vez más, una extrema violencia ha venido a atacar a la República, a sus guardianes, a sus representantes, a sus símbolos”.
“Los que cometen esos actos olvidan la esencia de nuestro pacto cívico” y “se hará justicia, añadió.
Macron hizo además un llamamiento para “el debate y el diálogo”.
Por su parte, según el portavoz de su gobierno, Benjamin Griveaux, la protesta “se ha convertido en un acto de agitadores que quieren la insurrección y, en el fondo, derrocar al gobierno”.
En el punto más alto de las marchas, el 17 de noviembre, hubo 282 mil personas