Tratado de economía general
Primero fue “la noción de gasto” para llegar a “la destrucción”. Con ese itinerario teórico, Bataille propone expandir la economía restringida, el análisis de las actividades humanas regido por la utilidad, la adquisición, a su idea de la economía general. El derroche, la donación, la pérdida, en fin: la destrucción. En ese lote expansivo puede dar cuenta del gusto por las joyas y objetos de lujo, los cultos y sacrificios religiosos, los lutos, los monumentos suntuarios, las guerras, los deportes, las fiestas, las creaciones artísticas y literarias, las actividades sexuales no destinadas a la reproducción. En definitiva: lo que importa. Si bien la creación de arte está vinculada a ese gasto improductivo, algunos artistas hacen de eso el centro de su reflexión. La subrayan en sus reflexiones y la hacen carne en sus obras. Ya sea en la búsqueda del objeto encontrado, como en o en la reutilización de elementos, parte de otras obras, como en
Martín Touzón inscribe, imaginariamente en esta hipótesis, sus instalaciones y objetos en el intersticio que deja el pensador francés entre las dos posibilidades de economías. Interactúa con el espacio público, el lugar por excelencia de circulación de los bienes propios y ajenos. La producción de lo nuevo, una suerte de hogar nómade, por sí mismo paradojal o sus globos desinflados que exhibió en el Parque Lezama. Allí, entre otras cosas, ponía de manifiesto una dialéctica simbólica entre el trabajo y el juego. Despilfarro de recursos materiales y sobre todo, de tiempo.