Perfil Cordoba

LA DIFICIL MISION DE HACER EQUILIBRIO

DESPUES DE VARIOS INTENTOS FALLIDOS, MUCHOS CLUBES RECURRIERO­N A VIEJOS IDOLOS PARA QUE SEAN EL NEXO ENTRE LOS FUTBOLISTA­S Y LOS DIRIGENTES. FUNCIONES, ACIERTOS Y DESAFIOS.

- AGUSTIN COLOMBO

Dicen que el primero fue Clide Díaz, en Deportivo Español, en 1992. En el club de la colectivid­ad española, la novedad tenía nombre inglés, casi una contradicc­ión idiomática. Y aunque se le decía manager, el trabajo consistía básicament­e en recaudar dinero: a Clide Díaz, el polémico presidente Francisco Ríos Seoane lo mandaba a buscar la plata de los comercios que tenían publicidad en la cancha del club. El fútbol argentino, más rudimentar­io y menos mercantili­zado que el de hoy, estaba dominado por dirigentes patrones que hablaban con técnicos, negociaban contratos, se peleaban con los pocos representa­ntes que había y sondeaban potenciale­s refuerzos.

Casi 30 años más tarde, y después de varios intentos fallidos, el manager –o gerente de fútbol, o director deportivo– es un eslabón consolidad­o en la maquinaria del negocio de la pelota: está entre el presidente y el técnico, entre la dirigencia y el plantel profesiona­l, y es el que se encarga de acordar incorporac­iones, aceptar ventas, organizar pretempora­das y discutir premios y salarios. Los cinco clubes grandes de la Argentina los tienen. Y en cuatro de ellos están ocupados por viejas glorias, algunas no tan viejas: Enzo Francescol­i en River, Diego Milito en Racing, Leandro Romagnoli en San Lorenzo, y desde hace unos días, Guillermo Burdisso en Boca.

En Independie­nte, el que lo ocupa tiene menos injerencia y más problemas que en los otros clubes grandes. Formalment­e, ese rol fue asignado a Jorge

“Puma” Damiani, un viejo amigo de

Hugo Moyano. Pe-

ro Damiani, que prefirió no hablar con PERFIL sobre su función, dejó en claro hace pocas semanas quiénes acumulan todo el poder en el Rojo. “Después de las palabras del vicepresid­ente tienen que saber que el club lo manejan tres personas. El resto de la comisión no sabemos ni participam­os de la decisiones! En este mercado va a pasar lo mismo que pasó en el pasado!”, escribió en su cuenta de Twitter, en referencia a Hugo, su hijo Pablo Moyano y Héctor “Yoyo” Maldonado.

De asesores a decisores. La función de manager, que en otras ligas está asentada y homologada hace décadas, tuvo varias instancias en el fútbol argentino. De Clide Díaz hasta hoy pasaron muchos, pero fueron pocos lo que mejoraron la calidad institucio­nal y deportiva de los clubes. Christian Bassedas, en Vélez, puede jactarse de ser acaso el primero que

EL PRIMER MANAGER FUE CLIDE DIAZ, EN ESPAÑOL, EN 1992. SE ENCARGABA DE RECAUDAR DINERO DE LOS COMERCIOS

lo logró: estuvo entre 2008 y 2015, un tiempo en que por Liniers se festejaron cuatro títulos. “Pienso que el puesto lo crearon para mí”, le dijo a

La Nación en 2014. Luego se fue para asumir como técnico y le fue mal. Desde ahí, Vélez entró en un tobogán que solo pudo detener recienteme­nte Gabriel Heinze. En esa época, otros clubes intentaron imitar el modelo de Bassedas en Vélez, pero sin el mismo éxito: Gabriel Batistuta en Colón, Carlos Bianchi en Boca y Roberto Ayala en Racing pasaron sin mayor trascenden­cia.

Ahora, Francescol­i puede tener mayor o menor participac­ión, pero desde su rol de manager puede arrogarse el más importante de los aciertos en la historia de River: haberle dicho a Rodolfo D’Onofrio que tenía que contratar como entrenador a Marcelo Gallardo, al que conocía de su época como jugador y también por su desempeño en Nacional de Uruguay. Solo por ese hecho, su elección como manager ya tiene una validación de por vida.

“Es un desafío enorme. Un rol que quizá en Argentina se conoce poco. Habrá que tomar decisiones, y nada mejor que hacerlo en mi club. Mi único objetivo cuando me vaya es dejarlo mejor de lo que lo encontré hoy”, dijo en diciembre Burdisso, en su presentaci­ón oficial como director deportivo de Boca. Al lado, Daniel Angelici le daba la bienvenida y, de paso, le dejaba en claro que su poder no iba a suprimir el del presidente. Sin embargo, en la primera decisión importante, Burdisso convenció a Angelici de contratar a Alfaro (el Tano prefería a Antonio Mohamed).

Los casos de Milito y Romagnoli son parecidos. Al poco tiempo de retirarse como futbolista­s sus clubes los convocaron para asumir como enlaces entre planteles y dirigencia­s. “Me encuentro cómodo en este rol. Aprendiend­o, porque es algo distinto a lo que hice toda mi vida”, contó Milito, que habla a diario con Eduardo Coudet, casi a diario con Lisandro López, y está pendiente de los detalles, tanto de la Primera como de las inferiores de la Academia. El Pipi, que en diciembre tuvo su despedida oficial en el Gasómetro, reemplazó a Bernardo Romeo. Ayer posó junto a Fernando Monetti, el nuevo arquero del Ciclón. Romagnoli sabe que en estos días de pretempora­da, como les pasa a sus colegas, son los días de más trabajo.

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POQUER DE ESTRELLAS. Romagnoli, Francescol­i, Burdisso y Milito, cuatro ejemplos de managers de estetiempo.
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