Como Cristina es inteligente, no querría volver a ser presidenta
Fue Lula, desde antes de que el Partido de los Trabajadores lograra llegar a la presidencia de Brasil, pero siendo gobierno en muchas ciudades y algunos estados (provin“Tener cias), quien en 1990 creó el Foro de San Pablo para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, que por entonces no gobernaban en ningún país sudamericano y veinte años después lo hicieron en todo el subcontinente con la sola excepción de Colombia.
Fue el peso económico, demográfico, militar y territorial de Brasil, sumado al aumento del precio de las materias primas, el catalizador de la llegada y mantención de gobiernos de izquierda en Sudamérica. De la misma forma, ahora la llegada de Bolsonaro y la prisión de Lula consolidan un cambio de toda Sudamérica, que pasó de estar en 2010 gobernada por partidos de izquierda a terminar la década mayoritariamente gobernada por partidos de centroderecha o líderes no de izquierda.
¿Cómo podría Cristina Kirchner llevar adelante un gobierno distribucionista no habiendo, como en la década pasada, stock de capital que consumir, ni precios de las materias primas altos, ni ayuda de los vecinos, más el corsé del Fondo Monetario Internacional? Quienes frecuentan a la ex presidenta y defienden su inteligencia sostienen que ella comprende muy bien la diferencia del contexto actual con el de cuando gobernó y que la principal motivación que la mueve es que no vaya presa su hija Florencia ni a mediano plazo ella misma y su hijo Máximo. Apuestan a que su racionalidad se sobreponga a su compleja psiCorrea, cología y prefiera no ser ella misma candidata para que el peronismo pueda tener un candidato de unidad con mayores posibilidades de triunfo.
Pero que a Cristina Kirchner no le conviniese ser presidenta nuevamente y eventualmente llegara a esa conclusión, no eliminaría la posibilidad de que igual deseara ser candidata prefiriendo, aunque derrotada, aspirar a quedar como jefa de la oposición. Puede no confiar en que la lealtad de ningún peronista la salve de los problemas judiciales y tenga que ser ella misma, a fuerza de protagonismo político personal, quien pueda ejercer alguna forma de presión sobre la Justicia. Simplificadamente, podría querer ser candidata para ganar perdiendo. Hay peronistas que sostienen que, frente a esa hipótesis, ya no sería Macri quien en 2020 haría lo posible para que terminara presa sino que los propios peronistas se encargarían de eso para concluir de una vez por todas con el tapón que ella significa para el surgimiento de nuevas figuras del PJ y que su presencia activa en la política no siga beneficiando a Macri al mantener viva la grieta.
Pero, sea o no sea Cristina candidata, y de serlo pierda o gane, lo más importante es observar cómo la política argentina depende también de la política regional, cómo nos afecta lo que sucede con nuestros vecinos, y superar el provincialismo endogámico.