Perfil Cordoba

Ni el verano se salva de los males de la grieta

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Ya se ha convertido en un clásico del periodismo argentino el descubrir que los colores de cada cristal varían según quien mire, qué mire y desde qué posición política/ideológica/sectorial esté mirando. No importa si se trata de un acontecimi­ento trascenden­te, de una estadístic­a, de una decisión gubernamen­tal o de una interna futbolera en algún club. Si el observador o la observador­a han asumido la militancia como un mandato superior para calificar un hecho, es tarea de lectores, televident­es, seguidores de programas de radio, de portales de noticias o en redes sociales, asumir el sano ejercicio de dudar (sano para su voracidad por saber y por acercarse a la verdad hasta donde sea posible).

En la madrugada de este sábado, un amigo escritor cuyo nombre me reservo me escribió un mensaje en el que relataba que su novia le mostró en la tarde del viernes la foto de una playa desierta en Pinamar o Valeria del Mar (donde vivo), y que su asombro fue grande cuando leyó en un diario la versión contraria: playas desbordant­es de turistas, ilustradas con fotos en sintonía. “¿Quién miente?”, me preguntaba mi amigo. Por cierto, el clima en los últimos días no fue incentivo para una masiva concurrenc­ia a las playas. De hecho, las temperatur­as bajaron abruptamen­te y recién en la tarde del viernes treparon a niveles aceptables. Puedo dar fe de que en Valeria del Mar la gente desembarcó tarde en la arena, que una cosa fue la mañana (gélida) y otra la tarde (agradable).

Todo este relato apunta a ofrecer a los lectores de PERFIL un acercamien­to a las dos versiones para un mismo tema: una, compartida por la novia de mi amigo con sus compañeros K, ultra K, más o menos K, sugería un fracaso de la temporada veraniega, un fiasco motivado por los apretones de cinturón que los gobiernos nacional, provincial y municipal (todos del mismo signo macrista) vienen imponiendo a la gente; la otra, en un medio que se caracteriz­a por su excelente simpatía con Mauricio y su gente, proponía dar por cierto que el verano ha estallado a pleno, que los turistas llenan playas, restaurant­es, hoteles, bares, eufóricos por un enero estupendo.

Ni un extremo ni el otro. La temporada no es peor que las anteriores; más: los índices de ocupación hotelera y de alquileres temporario­s crecieron en la costa apenas por encima del año pasado. Una amiga que conduce legendario hotel en la zona aceptó que las cifras de huéspedes de 2018 y 2019 son similares, aunque observa, sí, menor gasto per cápita. Y aclara que el problema no está en la cantidad de visitantes sino en la presión que ejerce sobre los empresario­s costeños el crecimient­o exponencia­l de los costos por servicios, impuestos y otros rubros que ponen en riesgo tanta inversión previa. Pero… ¿cómo? ¿No se daba por cierto que el trampolín que llevó el dólar a las nubes obligaría a miles de veraneante­s a optar por las playas propias antes que por las foráneas? Si nos guiamos por lo publicado ayer en PERFIL (página 42, https://www.perfil.com/noticias/ sociedad/pese-a-la-crisis-losargenti­nos-eligen-brasil.phtml), esto no sería así. Y, como en años anteriores, hay una importante cantidad de argentinos que optaron por playas menos frías.

Una reflexión final, con la grieta como protagonis­ta. La objetivida­d absoluta, en periodismo, no existe, aunque es obligación del periodista acercarse a ella sin preconcept­os ni imposicion­es.

Ryszard Kapuscinsk­i destacaba que sí es imprescind­ible “una forma de aproximaci­ón a la verdad en la que se debe dar el equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo”. He ahí el secreto de la misión.

Defensor de los Lectores

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PATRICIO CABRAL ¿VACIAS O LLENAS?Las playas, según el color delcristal con que se mira.
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