Crearán un parque protegido que irá de Argentina a Chile
Crónica in situ de cómo las donaciones de millonarios activistas ambientales producen un cambio en la economía y el turismo de una de las zonas más olvidadas del sur.
Cuántos lugares en el mundo despiertan en nuestro interior esa adrenalina de estar recorriendo lo inexplorado: tierras inmensas, semivírgenes, donde reina la naturaleza, aún con fósiles de dinosaurios o arte rupestre en sus piedras. Y al mismo tiempo, ese sentimiento de que a nadie le importan estas tierras, casi olvidadas del mundo…
“Patagonia: la amás o la odiás”, dice sin vueltas el intendente del Parque Nacional Patagonia, Pablo Agnone. Hace cuatro años que vive ahí, en el parque, al norte de Santa Cruz. Sabe que su vida es bastante solitaria. Ni que hablar en invierno. Pero eso le gusta.
Sin embargo, hay un grupo de personas que está intentando promover el movimiento turístico, ecológico, cultural y económico del circuito binacional (Argentina-Chile) Parque Patagonia, que conforma un circuito de 600 km, a lo lar- go de un territorio de 12.000 km2; rodeado por la Rutas 40 y la Carretera Austral, con caminos transversales (rutas 41 y 43) y pasos fronterizos, ubicados al margen de los grandes lagos compartidos entre Chile y Argentina. Un camino con lagos, ríos, cañadones y avistaje de fauna, como guanacos, pumas y macá tobianos (dependiendo de la zona y la suerte), que incluye la Cueva de las Manos.
“Todo comenzó en California, en los años 60. Un día de 1968, mi amigo Douglas Tompkins (con 25 años) me dijo: ‘Ey, ¿vamos a escalar el Fitz Roy en la Patagonia?’. Tomamos la cámara Bolex de 16 mm para filmar el viaje. Llenamos la camioneta de tablas de surf y equipos de alpinismo y salimos a hacer un viaje de 16.000 km directo al sur”, cuenta, en la película 180° Sur, el andinista Yvon Chouinard, fundador de la famosa marca de ropa Patagonia.
Con unos amigos, se compraron una van antigua y en dos semanas emprendieron el viaje a la Patagonia.
“Saliendo hacia lo salvaje del mundo, donde la naturaleza estaba básicamente virgen, metimos en nuestras almas el sentido de la belleza. Ese viaje marcó el rumbo de lo que sería el sentido de nuestras vidas”, dijo Douglas Tompkins, quien cuando tenía 21 años ya había fundado la marca de ropa North Face
En ese viaje, Douglas Tompkins conoció la Patagonia y, según dicen sus allegados, ya en ese momento quedó enamorado del lugar.
La ruta es la 43. Al costado está el Lago Buenos Aires (llamado así del lado argentino). Maneja la 4 x 4 Marian La- bourt, encargada de las relaciones institucionales de CLT / Fundación Flora y Fauna. Cuenta que cuando Douglas Tompkins era un adolescente dejó la escuela porque sabía que el mejor lugar para aprender era la calle (y la montaña).
Allá, a principios de los 70, al volver de escalar el monte Fitz Roy, fundó la empresa de ropa Esprit. Bajo su administración, creció hasta convertirse en una empresa multinacional. A fines de los 80, Tompkins se empezó a interesar –cada vez más– en el activismo ambiental y a desencantarse –cada vez más– del consumo extremo. Vendió su parte de Esprit y creó Foundation for Deep Ecology y el Conservation Land Trust.
“Me di cuenta de que estaba haciendo muchas cosas que la gente no necesitaba y empujando a una sociedad ultraconsumista”, llegó a decir en la película.
Durante los últimos 25 años, Douglas Tompkins con su mujer, Kris, se dedicaron al proyecto de conservación de tierras más grande del mundo, CLT, a través del cual compraron tierras en Chile y la Argentina para devolverlas a su estado original y luego entregarlas a la administración pública con el fin de convertirlas en reservas naturales. En Argentina, ya colaboraron con el Parque Nacional El Impentrable (Chaco), el Parque Provincial El Piñalito (Misiones), el Parque Nacional Perito Moreno y el Parque Nacional Iberá (Misiones).
Allí, en la Patagonia, donde empezó su aventura hace tres años, el 8 de diciembre de 2015, el ecologista falleció. Fue al caerse del kyat del lado chileno del lago Buenos Aires, que más que lago parece un mar. Sus olas son muy movidas. No llevaba puesto su traje de neopreno porque no iban a salir de la orilla. Aunque terminaron adentrándose en el lago. Cuando sus compañeros lograron darlo vuelta, ya estaba en estado de hipotermia e inconsciente.
Los que lo conocieron aseguran que murió en su ley.
“Donde la naturaleza estaba básicamente virgen, metimos en nuestras almas el sentido de la belleza”, dijo alguna vez Douglas Tompkins sobre la región
Las obras del CLT actualmente son continuadas por su viuda y varios de sus discípulos, como