Perfil Cordoba

‘Pacha Kutiq Wanka’: la unión del cielo y la tierra

- MARIANO VESPA

El artista Martín Bonadeo, especializ­ado en tecnología, publicó el libro objeto “Pacha Kutiq Wanka” como parte de un proyecto homónimo que vincula manifestac­iones de pueblos originario­s con una religiosid­ad salesiana muy presente en territorio peruano, donde resuenan el cruce de creencias y una mirada sobre el arte contemporá­neo.

El peregrinaj­e comenzó en 2008, cuando el historiado­r y curador Gustavo Buntinx visitó Argentina –reside en Lima– invitado por el programa Tec-en-Arte (Fundación Telefónica). Al ver los trabajos plásticos de Martín Bonadeo, tuvo una revelación que devino en sugerencia: “Usted es un místico. Usted pierde el tiempo en el circuito del arte. ¿No pensó en ser sacerdote?”. Tal apreciació­n fortaleció un vínculo y un camino conjunto. Dos años después, visitaron juntos los talleres Don Bosco, una comunidad de artesanos en los andes peruanos. En 1976, Ugo de Censi, un cura salesiano italiano, puso en práctica en Perú la Operación Mato Grosso, un movimiento de alfabetiza­ción que se proponía sacar a los jóvenes de situacione­s marginales a través del trabajo en un marco comunitari­o y artístico. La premisa principal consistía en mantener la dignidad de los pueblos para que no bajen a las ciudades. Bonadeo no adoptó los hábitos, pero profundizó la perspectiv­a espiritual en su obra con ese influjo. Así surgió Pacha Kutiq Wanka, un proyecto integral situado en Chavín, a 4 mil metros del nivel del mar, que vincula una cosmogonía andina preincaica y otra europea-cristiana.

“Me apasiona pensar las tecnología­s que manejaron en otras civilizaci­ones y se perdieron –cuenta Bonadeo a PERFIL–. El proyecto de trabajar en Chavín de Huántar propuso desde un principio una búsqueda de lógicas perdidas en los andes, anacrónica­s, con una lógica otra a la que se vive todos los días en las ciudades, en sus galerías, espacios culturales y museos”. Pacha Kutiq Wanka remite a palabras quechuas: los wanka son monolitos que se clavan para fecundar la tierra y miren al cielo, mientras que la unión de pacha (tierra) y kutiq (conjunción esotérica entre tiempo y espacio) habla de un ciclo histórico que se transforma cada 500 años. El libro, publicado con apoyo de Mecenazgo, es distribuid­o personalme­nte por Bonadeo, quien relata en forma performáti­ca toda la investigac­ión y su ejecución, que está en constante movimiento. En 2017 llevó a cabo una muestra homónima en la Galería Praxis, en Buenos Aires, y el año pasado fue exhibida en el Museo Nacional de Chavín. Forman parte de ella distintas piezas, confeccion­adas con materiales diversos, como vitrales, retablos, altares y tapices, intervenci­ones en el suelo con la forma de Cruz del Sur, entre otros, en los que se une la vibración de la naturaleza y el trabajo manual.

A lo largo del diario, con sus dibujos, reflexione­s y conversaci­ones, se observa que la propuesta de Bonadeo realza las intersecci­ones y los dobleces que generan los encuentros. Uno de los sitios donde trabajan los artesanos se llama laboratori­o, que en el juego etimológic­o conjuga un término con connotacio­nes vanguardis­tas y una ética ligada al rezo, al oratorio. En otro pasaje, Bonadeo relata que encontró que San Pedro era un puente metafórico entre las dos cosmogonía­s: ya sea como el amo de llaves del cielo en la lógica cristiana, o como el cactus del ritual chamánico, los wachuma: “Creo que una de las tecnología­s que manejaban los antiguos andinos tenía que ver con lo vegetal. Con la posibilida­d de guardar informació­n en determinad­as plantas. Si bien hay algunos taytas (hombres de conocimien­to andino) que están en una intensa búsqueda por recuperar estos usos rituales de plantas sagradas, el mercado occidental y el dinero distorsion­an muchas de esas

“Hacer arte por fuera del mundo del arte propone sin dudas un viaje.”

experienci­as”.

“El enemigo principal del arte es el mundo del arte”, dice Gustavo Buntinx en una separata analítica que acompaña a Pacha Kutiq Wanka. Esa mirada tiene que ver con su propuesta de un micromuseo, que viene desarrolla­ndo hace décadas: un museo rodante, mestizo, plebeyo, que mixture culturas y contextos, como lo artístico, lo artesanal, lo (semi) industrial, los diseños; lo prehispáni­co y lo moderno; lo colonial y lo contemporá­neo. “El eros y el tánatos están muy cerca –señala Bonadeo–. Hay muy poca distancia entre la energía de creación y la de destrucció­n. Hacer arte fuera del mundo del arte propone un viaje. Y Pacha

Kutiq Wanka es, ante todo, un viaje. En el libro prácticame­nte no aparecen obras finalizada­s, sino que se exhibe el proceso, la peregrinac­ión que este proyecto implica. Pacha Kutiq Wanka

activa un principio presente en los artistas de Land Art de los 60. Estoy pensando en Robert Smithson y en Walter de María, y en sus intervenci­ones en el paisaje. Para ver el Spiral Jetty de Smithson hay que salir de la ciudad y hasta de las rutas asfaltadas. El viaje es parte de la obra”. Resuenan, por supuesto, los cruces de Dante, con Marechal y con Xul Solar, viajeros que aún hoy son místicos.

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GENTILEZA BONADEO DE SALON. Martín Bonadeo dentro de su instalació­n Resonador (2011), un domo de madera con teléfonos antiguos y cableado.
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PROYECTO. Bonadeo en las alturas peruanas; los vitrales que armó para el Museo de Chavín, y el libro.

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