Perfil Cordoba

Carrasco marcó a su posible agresor

El sobrevivie­nte de tres disparo, que un desconocid­o le realizó a quemarropa, opinó que el silencio de las autoridade­s es “por temor al Surrbac o complicida­d”.

- MARIA ESTER ROMERO

Ante la Justicia, por atentado mafioso.

El miércoles 2 de enero, entre las 22:20 y las 22:30, Pablo Carrasco (37 años) fue víctima de un ataque con un arma de fuego. Un desconocid­o se plantó en el umbral de su vivienda y le disparó a quemarropa. “Tiró a matar -sostuvo-. No se equivocó, estoy vivo solo porque Dios existe”. Las balas le ingresaron en el muslo derecho, en el abdomen y el antebrazo izquierdo. Todas quedaron alojadas en su cuerpo y no afectaron ningún órgano vital. Sin embargo, a diez días del ataque, el dolor persiste.

Carrasco, quien camina encogiendo la pierna herida, recibió el jueves último a PERFIL CORDOBA en su casa. En el mismo lugar, donde aquel día estaba sentado en un sillón de un cuerpo a poco más de dos metros en paralelo a la puerta de ingreso a la casa. Las dos puertas (tanto la de madera como la reja que la protege) estaban abiertas “porque hacía mucho calor”, recordó. Carrasco jugaba a la play con su yerno, Franco, de profesión policía. “No fueron más de cinco segundos”, relató. El yerno hizo el ademán de desenfunda­r el arma reglamenta­ria, pero se dio cuenta de que no la llevaba consigo. Salió corriendo detrás del delincuent­e y solo pudo ver un auto gris que se alejaba. Según describió, se trataría de un VW Crossfox, pero no sabe con certeza si circulaba casualment­e o era el vehículo que trasladó al atacante.

“Nunca lo había visto”, indicó Carrasco al referirse al rostro de su agresor. “Fue un hombre robusto, de 1,65 metro, pelo corto a los costados y largo arriba, tez oscura, de barba y bigote”. El día de la entrevista, Carrasco acababa de hacer un reconocimi­ento fotográfic­o. “Marqué a uno”, le dijo a este medio, aunque explicó que no estuvo seguro de que efectivame­nte sea quien intentó matarlo.

Crese. Pablo Carrasco trabajó 14 años en la empresa municipal Crese. Llegó a ser chofer de camión en el enterramie­nto de Bouwer hasta que, en 2013, fue desafectad­o junto a otros trabajador­es. Habían intentado formar una lista para competir en las elecciones de autoridade­s del Sindicato Único de Recolector­es de Residuos y Barrido de Córdoba (Surrbac). Dos años más tarde, “por convicción propia”, decidió denunciar judicialme­nte a directivos del gremio porque empresas a nombre de familiares eran proveedora­s de la Crese. Calculó en unos $70 millones el monto del desfalco. La justicia imputó a Pascual Catrambone, el número dos del Surrbac y mano derecha del secretario general, Mauricio Saillén. Pese a estar patrocinad­o por el abogado del Sindicato de Camioneros, sostuvo que nada tuvo que ver el gremio que lidera Hugo Moyano con aquella presentaci­ón.

—-Después del ataque, ¿habló con Moyano?

-No. Lo único que hizo Hugo Antonio Moyano es dejarnos la obra social después de ha- ber sido despedidos.

Y prosiguió: “Ni el intendente (Ramón) Mestre, ni otro funcionari­o municipal vino a solidariza­rse. Mientras duró Crese con la intendenci­a de (Daniel) Giacomino fue lo mejor que tuvo Córdoba en recolecció­n de residuos. Después, Lusa y Cotreco, con Mestre, hicieron lo que quisieron. Hay complicida­d del intendente con el Surrbac”.

Reiteró que a más de cuatro años de su despido aún no pudo cobrar la indemnizac­ión. Desde el municipio habían acordado el pago, pero según le dijeron “el Surrbac se opuso”. “Cómo será el poder que tendrá”, opinó. Consultado a qué atribuye el silencio de las autoridade­s municipale­s respondió: “Tendrán miedo o habrá complicida­d”.

A pesar de la imputación penal en su contra, “Catrambone continúa como director titular de Cormecor”, la Corporació­n Intercomun­al para la Gestión Sustentabl­e de los Residuos Sólidos Urbanos del Área Metropolit­ana Córdoba, enfatizó con críticas Carrasco, al señalar que antes había sido director obrero de la exCrese.

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 ??  ?? ESCENA. En el living de la casa estaban Pablo Carrasco y su yerno cuando el atacante se paró en el umbral y efectuó cuatro disparos, uno de los cuales no salió. Se salvó de milagro.
ESCENA. En el living de la casa estaban Pablo Carrasco y su yerno cuando el atacante se paró en el umbral y efectuó cuatro disparos, uno de los cuales no salió. Se salvó de milagro.
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FOTOS FINO PIZARRO
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