Perfil Cordoba

Domingo Sesín: “Fue un error histórico eliminar el control preventivo del gasto público”

El vocal del TSJ y especialis­ta en Derecho Administra­tivo, habló de la eliminació­n del Tribunal de Cuentas de la Nación. “Ahora intervenim­os para hacer la autopsia” en lugar de prevenir las irregulari­dades, sostuvo.

- MARIA ESTER ROMERO

De turno en la feria veraniega, el vocal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba Domingo Sesín, aceptó el diálogo con PERFIL CORDOBA para referirse a lo que considera “la clave” para prevenir la corrupción: la restitució­n de un órgano de control preventivo de los actos de gobierno, tal como existió hasta 1993, el Tribunal de Cuentas de la Nación.

Es un tema sobre el que tiene experienci­a académica, ya que es titular de la Cátedra de Derecho Procesal Administra­tivo de la Facultad de Derecho de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) y director de la Maestría en la materia. Reitera, una y otra vez, a lo largo del diálogo, un concepto: el verdadero combate a la corrupción es prevenirla.

“En 1993 y, posteriorm­ente, con la sanción de la Constituci­ón del ‘94 cambiaron los paradigmas del control del gasto público. Hasta la sanción de la Ley 24.165 existía el Tribunal de Cuentas de la Nación. Su rol era el control preventivo. Cuando un presidente o ministro firmaban el decreto de adjudicaci­ón de una obra pública o la subvención a una empresa de servicios públicos, antes de ser notificado y ser ejecutado intervenía el organismo que hacía el control legal y contable del acto y el procedimie­nto. Ese organismo tenía independen­cia funcional porque no dependía del Poder Ejecutivo Nacional (PEN)”, señala.

—¿En qué consistía el control preventivo?

—El Tribunal de Cuentas observaba si había alguna irregulari­dad en los actos de gobierno, para que el PEN lo corrigiera. Si no lo hacía, para ejecutarlo­s tenía que dictar un decreto de insistenci­a con la firma de todos los ministros. Una copia se enviaba al Congreso. Antes de producirse los efectos jurídicos del decreto o el subsidio, había una luz roja, amarilla o verde de parte de un órgano especializ­ado. Con ese sistema se ganaba por varias cuestiones: permitía custodiar la responsabi­lidad de los funcionari­os honestos y descubrir irregulari­dades dentro de la pirámide de la administra­ción pública. El hecho de que los diversos organismos contables de la administra­ción supieran que iban a ser controlado­s por un órgano externo sumaba garantías. Desde el punto de vista empírico, indudablem­ente es un modelo que previene la corrupción.

—¿Por qué se abandonó este modelo de control?

—Dentro de la administra­ción antes existía una Contaduría General de la Nación que hacía el control interno. Ese órgano se cambió y ahora se llama Sindicatur­a General de la Nación (Sigen). El problema se produjo cuando se eliminó

Es una cuestión empírica. Mientras tuvimos control preventivo, hubo menos actos de corrupción.

el control preventivo. En aquel momento se argumentó que los controles previos implicaban demoras del Estado.

—La famosa burocracia… —Sí, porque el gobierno tenía que supeditars­e al organismo de control. Además, en la década del ‘90 comenzaba una nueva época en el país, de transforma­ción económica a través de las privatizac­iones de empresas y servicios públicos; y se adoptaron otros modelos que existían en el ámbito internacio­nal. Al suprimirse el Tribunal de Cuentas se creó la Auditoría General de la Nación (AGN), vigente en la actualidad. Se habla de un control sistémico, integrado desde el punto de vista económico, financiero y fiscal. El texto de la ley entusiasma porque plantea un contralor completo. Pero, si uno pone bajo la lupa el contenido, se da cuenta de que fue suprimido el control preventivo. Quedó el posterior, es decir una vez que el subsidio ya se otorgó, la adjudicaci­ón de una obra se ejecutó o se renegoció la deuda externa. Si en esos procesos hubo irregulari­dades, el perjuicio a la sociedad y los intereses económicos del Estado ya se produjeron, no se puede retrotraer la situación al estado anterior. En una palabra, intervenim­os para hacer la autopsia de lo que sucedió. En cambio, los organismos de prevención in- tervienen en terapia intensiva, cuando hay posibilida­des de salvar ese acto.

—¿Alguna vez se planteó volver al modelo anterior?

—No conozco que haya una crítica encendida respecto del error histórico, a mi criterio, de haber cambiado ese paradigma. Eso llama la atención. Si usted estudia la historia argentina se va a dar cuenta, empíricame­nte, que antes de esa época no se detectan casos

Fue un error histórico cambiar ese paradigma en los 90. Es llamativo que no haya críticas.

de corrupción. Cómo es posible que el Presidente de la Nación no tenga un órgano de control que no dependa de él. Institucio­nalmente lo debilita. ¿Qué haría yo? Conformarí­a un organismo de alta calidad técnica y neutralida­d política, hasta suspender un trámite si se detecta un vicio. Pondría plazos ágiles: 30 días para hacer observacio­nes y si no se producen se aprueba el acto en forma ficta. Por más que vayan presos los corruptos, me interesa que no se haya gastado el dinero en corrupción.

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DOMINGO SESIN. “¿Qué haría yo? Conformarí­a un organismo de alta calidad técnica y neutralida­d política, que pueda hasta suspender un trámite si se detecta un vicio”.
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SIGEN. "El problema se produjo cuando se eliminó el control preventivo", afirmó Domingo Sesín.

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