Un tour invita a explorar la historia de la sexualidad de la ciudad de Córdoba
Sebastián Zapata creó un circuito turístico con temática erótica que recorre la historia sexual de Córdoba, desde tiempos indígenas hasta comienzos del siglo 20.
Las opciones turísticas en estos meses de verano no se limitan solamente a las sierras. En la ciudad de Córdoba existen opciones muy atractivas y que permiten mirar los paisajes urbanos cotidianos desde una óptica totalmente distinta y desconocida. Una de estas alternativas la brinda el historiador Sebastián Zapata, quien creó un circuito con temática sexual denominado ‘Rincones Eróticos de Córdoba’.
“La idea de realizar un tour como este nació, como muchas veces, en una visita guiada en la que surgió el interés por saber de dónde provienen nuestros tabúes y con la idea de responder una serie de preguntas recurrente: ¿Hubo sexo en la historia de Córdoba?, ¿cómo fue ese sexo?, ¿cuáles eran las motivaciones y preferencias de la gente?, ¿dónde estaba el límite entre lo que debía ser y lo que pasaba realmente?”, explica a PERFIL CORDOBA Zapata, quien debió profundizar sus investigaciones históricas para armar el tour.
El recorrido traslada al visitante desde tiempos de los pueblos originarios hasta los primeros años del siglo 20, cuando Córdoba comenzaba a transformarse en la ciudad que es hoy. Por la gran cantidad de historias recopiladas, el recorrido tiene dos partes: por un lado, la formación sexual de la ciudad y por el otro ‘Revolución y liberación sexual de Córdoba’.
Historias desconocidas. El itinerario incluye diversas postas y, respetando el curso de la historia, comienza como indica la línea de tiempo con los pueblos originarios, época de tribus comechingonas en la zona de la ciudad de Córdoba.
Zapata brinda un panorama completo de la vida en ese momento y profundiza detalles de algunas de las costumbres sexuales que debieron ser modificadas con la llegada de los españoles.
“El español llegó a estas tierras y lo hizo junto a reglamentaciones propias, entre las que se incluían muchos puntos vinculados a la intimidad de la pareja. Los pueblos originarios tenían relaciones sexuales antes de la unión matrimonial, lo que para los españoles era un pecado y un delito. Debieron cambiar sus costumbres y algunos lo aceptaron pero otros se revelaron. Hubo castigos muy severos para quienes liberaron su instinto sexual”, sostiene.
Literatura erótica en el Monserrat. El recorrido también pasa por el Colegio Nacional de Monserrat. “Allí encontramos al primer escritor de literatura erótica, un alumno del Monserrat que pasaba escritos entre sus amigos. Se trata de Juan Cruz Varela, quien luego se hace famoso por ser un unitario acérrimo y uno de los gestores de la muerte de Dorrego. Varela nació en 1797 en Buenos Aires y pudo ver las invasiones inglesas y la revolución de Mayo.
Su madre, al ver que venían tiempos de guerra, decidió enviarlo a Córdoba para que se hiciera cura y de esta manera no arriesgara su vida”, destaca Zapata.
Y agrega: “Comenzó a estudiar en el Colegio Monserrat y se hizo famoso no precisamente por sus dotes sacerdotales, sino que en su juventud hablaba de sus encuentros amorosos con Elvira, una mujer de clase social menor con la cual se encontraban en el paseo La Alameda, hoy Paseo Sobremonte. Con esa mujer tuvo aventuras varias en distintos lugares del actual centro de la ciudad”.
La pluma erótica de Barón
Biza. Otra de las postas de la Córdoba erótica que incluye el tour está vinculada con Raúl Barón Biza, conocido como el escritor maldito. “No profundizo sobre cuestiones de su vida que no fueron positivas, sino en sus escritos que fueron un escándalo en una sociedad que seguía teniendo costumbres coloniales. Él habla, en 1927, de morbosidades, lesbianismo y hasta coprofilia (placer al tocar o manipular excremento). Era algo extravagante. Fue algo inusitado y rompió con todos esos esquemas. Lo que él plantea es que a las fiestas que él organizaba, asistía la misma sociedad que lo apuntaba por esos escritos”, explica Zapata.
“Tuve que indagar mucho, porque ni siquiera yo confiaba en los datos que circulaban y el objetivo es que todo lo que narro tenga una fidelidad absoluta”, cerró el historiador.