El ‘Titanic’ no puede hundir al iceberg
Nunca hay un único camino. El presidente Macri, sin embargo, insiste con que solo hay uno: el camino del ajuste y la especulación financiera que propone su gobierno, a instancias del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Lo dijo estos días en Chubut, a su regreso de las vacaciones y al comienzo del año electoral que enfrenta el país. Ya lo había dicho en septiembre del año pasado en la Conferencia Industrial de la UIA, donde además agregó: “No hay soluciones mágicas”.
La magia es otra cosa. Magia es creer que haciendo las mismas cosas se pueden obtener resultados diferentes. El Gobierno hizo zarpar al buque
en una dirección que los argentinos conocemos de memoria: especulación y bicicleta financiera, ajuste y apertura sin plan. A diferencia de los pasajeros del los argentinos sabemos dónde está el iceberg y lo vemos venir. El Gobierno cree que esta vez, por arte de magia, el que se va a hundir es el iceberg y no el barco.
Arriba del van la mayoría de los argentinos, que ya empiezan a hundirse. Los consumidores consumen menos (-4,6% en 2018), los asalariados ganan menos (-4,7 puntos de participación en la torta de la economía), los industriales producimos menos (-2,7% de caída de enero a noviembre de 2018); cada vez más máquinas están paradas (casi 40% de la capacidad instalada no se usa), cada vez es más caro invertir (la tasa sigue casi en 60% y el sistema financiero duplica sus ganancias gracias a la especulación).
No hay que equivocarse: el iceberg está intacto y así seguirá. Pero eso no es todo. Mientras se acerca el impacto, el Gobierno se encarga de pinchar los botes salvavidas: el sistema productivo. En diciembre recibimos en la Comisión de Industria de la Cámara de Diputados que presido a 350 pymes y asociaciones, representantes de muchas de las 56 mil pymes industriales que emplean a más de medio millón de personas en todo el país, que nos contaron el panorama desolador que están enfrentando. Se desploma el mercado interno, les suben las tarifas y los impuestos, tienen que pagar tasas usurarias para financiarse, el fisco las embarga si tienen deudas y, en muchos sectores, sufren aperturas indiscriminadas de importaciones que compiten en condiciones desleales.
Los que producen en Argentina están atravesando una tormenta perfecta. El Gobierno ya no promete nada más que más tormentas por venir, témpano incluido. En la campaña electoral larga que tenemos por delante, es obligación de la oposición presentarles a los empresarios pyme y a los trabajadores argentinos otra alternativa, que sí existe, y que les dé la esperanza.
El barco necesita un volantazo de 180 grados, que ponga en el centro del modelo económico a la producción, y sobre todo a la producción industrial, la mayor generadora de empleo de calidad. Todas las políticas tienen que volver a estar orientadas a liberar las energías productivas del país, no a reprimirlas. Esa es la única polarización que tenemos que discutir en los próximos meses y la misión principal que nos toca como oposición este año es clara: mostrarles a los argentinos que se puede esquivar al iceberg y tomar un camino que nos lleve a ser un país desarrollado.