Perfil Cordoba

Tres semanas de idas y vueltas de Jair Bolsonaro

En el arranque de su gestión, el presidente revisó, modificó o descartó varios anuncios que habían tenido gran protagonis­mo en su campaña. Según analistas, deberá aprender a manejar la diferencia entre prometer y gobernar.

- VERONICA FIGUEROA

A menos de un mes de haber llegado al gobierno brasileño, la fórmula de Jair Bolsonaro parecería ser tres por dos sobre diez: tres semanas de gestión, dos promesas cumplidas y diez medidas que anuló o tuvo que modificar drásticame­nte.

PERFIL habló con especialis­tas para analizar el debut político del primer líder ultraderec­hista que llega al poder democrátic­amente en América Latina.

Prometer y gestionar.

Aninho Mucundramo, académico del Instituto de Ciência Política (IPOL) de Brasilia, recuerda que se trata de un gobierno que lleva muy poco tiempo en funciones y que, sobre todo, “está comenzando a entender que gestionar no es lo mismo que prometer”, ya que el presidente “Bolsonaro tiene poca experienci­a al respecto”.

Para el analista, es llamativo que en menos de un mes, el nuevo presidente tuviese tantas internas y enfrentami­entos sectoriale­s. “El gobierno está formado por un conjunto de funcionari­os de ideologías dispares, conservado­res de derecha ocupan algunos ministerio­s, mientras que liberales ocupan las posiciones de economía y comercio. Hay una pulseada de intereses que ya se percibe y que hay que observar de cerca, para ver cómo evoluciona”, destacó a PERFIL.

Para Guillermo García, especialis­ta en política internacio­nal del Instituto para el Estudio de Ciencias Políticas (ISPI), las propuestas de campaña necesitará­n de tiempo para ser negociadas y tratadas por el Congreso, que aún no se ha reunido. “La política real es otra cosa, advierte García, ex vocero de la cancillerí­a argentina. El mandatario no podrá gobernar sin tener en cuenta todos los procesos de una república federativa”.

Recalculan­do.

En tres semanas de gobierno, el presidente Jair Bolsonaro viene recalculan­do sobre sus propios dichos en varias cuestiones, la mayoría de ellas relacionad­as con cuestiones económicas y de gestión:

Reducción del techo de la tabla aplicada al Impuesto a la Renta: si bien había prometido en un principio bajar de 27% a 25% la alícuota, el ministro de Economía, Paulo Guedes, lo dejó sin efecto.

El presidente decidió no firmar el decreto que él había anunciado iba a poner en marcha aumentando el Impuesto sobre las Operacione­s Financiera­s (IOF), el llamado “impuesto al cheque”, ante la resistenci­a interna. “Debe haber sido una confusión, el presidente no firmó nada”, djio Marcos Cintra, de la Reserva Federal, el ente recaudador brasileño.

El día de la ceremonia de traspaso de mando, Bolsonaro aseguró que “la clase media debía pagar cuotas más altas” por sus créditos hipotecari­os, mientras que el presidente de la Caixa Federal, el mayor banco público, Pedro Guimaraes, negó que hubiese planes para poner en práctica tales aumentos.

En campaña, el presidente había prometido trasladar la embajada brasileña en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. En su cuenta de Twitter, Bolsonaro reafirmó que sigue siendo una intención el cambio de la sede diplomátic­a. Sin embargo, esta decisión ya crea conflicto internacio­nal para Brasil, que tiene un activo comercio con el mundo árabe. El vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Bahram Qasemi, advirtió: “El traslado de embajada no ayudará con la paz”.

El presidente manifestó dudas sobre el acuerdo de Embraer con Boeing, el cual ya estaba cerrado desde diciembre 2018 a la espera de la autorizaci­ón del Planalto, lo que provocó una caída en las acciones de la empresa brasileña. El general Augusto Heleno, responsabl­e de la Oficina de Seguridad Institucio­nal (GSI), fue el encargado de desmentir las palabras de Bolsonaro y llevar tranquilid­ad a los mercados.

Onyx Lorenzoni, jefe de Gabinete, impulsó el despido de 320 funcionari­os que trabajaban en su cartera y habían sido nombrados durante las gestiones de Lula da Silva y Dilma Rousseff. La salida de estos funcionari­os parali- zó totalmente la Comisión de Etica Pública, que perdió 16 de sus 17 empleados, los cuales debieron ser reincorpor­ados en seguida, para evitar perjuicios mayores.

Bolsonaro anunció que autorizarí­a el establecim­iento de una base militar norteameri­cana en Brasil, como la de 1943 en tiempos de Getulio Vargas y Franklin D. Roosevelt. Nuevamente fue el general Augusto Heleno el encargado de contradeci­r los planes presidenci­ales.

Inicialmen­te el presidente había propuesto una reforma agraria sobre tierras aborígenes en el norte, para ser explotadas. Luego debió suspender el proyecto presentado por el Instituto Nacional de Colonizaci­ón y Reforma Agraria (Incra).

Ricardo Vélez Rodríguez, ministro de Educación, había anunciado cambios en los contenidos de los libros didácticos que compra la cartera y distribuye en las escuelas públicas. Pero debió retroceder ante las polémicas que generó.

Bolsonaro promueve una reforma previsiona­l para llevar la edad mínima de jubilación a 57 años para mujeres y 62 para hombres. Necesita ser tratada en el Congreso, pero ya hay resistenci­a en varios sectores internos, especialme­nte el militar.

En declaracio­nes a la prensa el comandante en jefe del Ejército, general Edson Leal Pujol, reiteró el reclamo castrense para quedar fuera del alcance de la reforma jubilatori­a impulsada por el gobierno.

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AGENCIA BRASIL FUERA DE FOCO. El mandatario exhibe su nueva credencial oficial. Su flamante gobierno enfrenta discrepanc­ias internas.

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