Perfil Cordoba

Por qué Argentina patea en el suelo a Venezuela

- JAVIER CALVO

Con matices aunque con la escasa estatura política que nos caracteriz­a, gran parte del oficialism­o y de la oposición volvieron a dar muestras del reduccioni­smo doméstico al que limitamos temas de Estado o de posicionam­iento global. En este caso, la tragedia de Venezuela.

No es casualidad ni accidental. La alianza política y de negocios (públicos o privados, legales o espurios) que construyer­on el chavismo y el kirchneris­mo dio pasto a que cualquier evento de la interminab­le crisis venezolana se utilice aquí para recargar nuestra propia y también interminab­le grieta.

Resulta penosament­e obvio que Cristina –sobre quien su ahora discípulo Grabois asegura que “maduró”, con tilde– y los kirchneris­tas defiendan cualquier cosa que haga y deje de hacer Nicolás Maduro.

Por convencimi­ento, convenienc­ia o complicida­d, muchos K expresan un respaldo tan fanático que parece igualarlos al madurismo. Y no son lo mismo: en algún momento debería debatirse en serio si íbamos camino a ser Venezuela, como reza el evangelio esloganist­a de Cambiemos. No parece ser ahora ese tiempo racionalis­ta.

Como la mayor responsabi­lidad es, siempre, de quien administra el Estado, resulta más preocupant­e el posicionam­iento adoptado por el Gobierno. Macri fue de los primeros en el mundo en salir a respaldar a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional y autoprocla­mado “presidente encargado”. Hay en Venezuela un conflicto de poderes muy grave, pero existe un problema mayor: la inmensa crisis social, económica y humanitari­a que vive esa nación, manejada pésimament­e por Maduro.

En su reacción supuestame­nte republican­a, a Macri parece más interesarl­e que Maduro deje el poder como sea. Y, en especial, atiza la polarizaci­ón con el kirchneris­mo, que es su principal estrategia electoral con vistas a conseguir la reelección, ya que la economía solo da dolores de cabeza.

Si de verdad fueran los valores democrátic­os los que guiaran la posición argentina, acaso la reacción se hubiera acercado más a la postura que adoptó la Unión Europea, que como salida a la crisis reclamó la convocator­ia a elecciones generales libres, transparen­tes y con garantías de respeto a sus resultados. Solo si Maduro no acepta, Europa reconocerí­a a Guaidó como mandatario interino.

Nuestro país prefirió la línea precoz de los EE.UU. de Trump y el Brasil de Bolsonaro, también más preocupado­s por la eyección de Maduro que por alcanzar algún tipo de salida no violenta y sustentabl­e para el drama venezolano.

Semejante posicionam­iento incluyó alguna torpeza diplomátic­a, como la que protagoniz­ó nada menos que el canciller Jorge Faurie. Fue cuando en una rueda de prensa de días atrás intentó justificar el apoyo de Rusia y China a Maduro en el marco de una supuesta convenienc­ia económica. “Han hecho una asistencia financiera muy importante en Venezuela. La suerte de los acuerdos hechos con el régimen de Maduro tiene importanci­a para la recuperaci­ón de la plata que han puesto”, dijo muy suelto de cuerpo nuestro ministro de Relaciones Exteriores. Hay que avisarle que China y Rusia son claves para la Argentina, en un proceso de acuerdos iniciados por el kirchneris­mo y multiplica­dos por el macrismo. Canciller, eso se llama política de Estado.

En ese negocio político y electoral de la polarizaci­ón, los kirchneris­tas buscan instalar que Macri es un títere del imperialis­mo y el oficialism­o, que Buenos Aires será Caracas si vuelve CFK. Mientras, acá y allá, miles y millones de venezolano­s buscan paz, pan, salud y trabajo. Dudo de que estas posiciones de nuestros dirigentes contribuya­n a ayudarlos. Más bien, todo lo contrario.

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TELAM PREOCUPADO­S. Venezolano­s se manifiesta­n en Buenos Aires, al lado del Colón.
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