‘Roma’, la intraducción y la unidad de los hispanohablantes
de datos históricos. Durante la era franquista, precisamente el 24 de abril de 1941, se dictó en España una orden ministerial que rezaba “Queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español”. Si bien en los últimos años la costumbre de doblar todas las películas va quedando en desuso, es probable que quien haya ido al cine en ese país haya presenciado –no sin asombro– que Tom Hanks o Julia Roberts (son solo ejemplos) hablaban con un indiscutible acento madrileño. millones de personas en el planeta. Esa unidad nos permite a los hispanohablantes comunicarnos fluidamente a pesar de que vengamos de geografías diversas. ¿Cuál es la necesidad de cambiar “checar” por “mirar” o “suave” por “tranquila” (sin mencionar el cambio de “ustedes” por “vosotros”), como hacen los subtítulos del español peninsular que Netflix le puso a la película mexicana?
Si yo fuera española, me sentiría definitivamente subestimada con esta “intraducción”. El contexto de