“Nuevos ricos”: acusan a una pareja de ser testaferros de un poderoso clan narco
Se los vincula con el cártel de los hermanos Loza, un grupo de narcotraficantes que enviaba cocaína a Europa. Ella trabajaba como fotógrafa y él era chapista en un taller.
El matrimonio entre Natalia G. y Javier S. L., en apariencia, tenía una vida normal. Ella es fotógrafa y él chapista. Su vida trascurría sin mayores sobresaltos en Villa Madero, partido de La Matanza, hasta que fueron detenidos, a mediados de diciembre pasado, acusados de prestar sus nombres para lavar dinero de una de las estructuras narco más importantes de Argentina: el clan Loza.
Estiman que el grupo –que fue desbaratado tras el operativo de Gendarmería “Cambalache”– inyectó al mercado formal más de 15 millones de dólares mediante diversas maniobras, principalmente, en compra de propiedades, hoteles y autos de alta gama.
Durante la investigación, en la que intervinieron las procuradurías de Narcocriminalidad (Procunar) y de Lavado de Activos (Proselac) y la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), los detectives encontraron sospechosas, en ese sentido, las actividades de Natalia G. y Javier S. L., quienes habrían actuado como testaferros de Erwin Loza, uno de los jefes de la organización, encargado del transporte de la cocaína de un país al otro. José Loza, su hermano, era el responsable de recibir y comercializar la droga en España.
Por ejemplo, a nombre de la mujer, excarcelada en las últimas semanas, figura “La Casona de La Linda”, un hotel de la provincia de Salta, pese a que –según declaró– percibe $ 16 mil en su trabajo en una distribuidora y otros 4 mil como fotógrafa. Pero la clave está en el nombre de su socia en el hotel: Clara Luz Fernández, la esposa de Erwin.
Sin embargo, es el chapista quien está más complicado en el expediente. Para los investigadores, Javier S. L. viene adquiriendo desde 2007 varios inmuebles –en los que nunca vivió– y vehículos –que nunca usó–, los cuales es imposible que pueda justificar con sus ingresos mensuales”.
El 21 de noviembre de 2010 compró un inmueble en Pie- dras al 600, en la Ciudad de Buenos Aries, por US$ 80 mil. Luego, el 25 de abril de 2012, adquirió un departamento en la calle Arce al 500 por más de $ 400 mil. Y en el año 2014, “volvió a aportar su nombre para que su jefe, Erwin Loza”, compre un inmueble ubicado en Avenida Las Heras por $ 1.245.000, destaca la causa a la que tuvo acceso PERFIL. También adquirió varios autos, entre los que figuran una Toyota Pick-Up Hilux 4x2, un Honda Fit, un VW Vento y un VW Bora.
Defensa. “Yo soy fotógrafa, desde los 18 años. Anterior a eso, a los 16 conocí a mi marido. Eramos vecinos, estamos juntos hace 17 años. Yo estaba en el secundario y él, en su momento, trabajaba como pintor en un taller de autos que al tiempo compra Erwin Loza”, comienza a dar explicaciones en la indagatoria Natalia.
“Hasta ese momento, vivíamos en la casa de mis papás. Al tiempo, Erwin Loza nos ofreció ir a vivir a una casa que él tenía, que estaba deshabitada. El la arregló y le hizo todas las modificaciones necesarias para que pudiéramos vivir allí. A cambio de ello, nosotros teníamos que cuidar la casa”. Con el tiempo, “mi marido le propuso a Erwin, ir pagándole de a poco para poder comprarla. Esto fue en el año 2014, y Erwin aceptó la propuesta. Como iba a ser para los chicos, decidimos ponerla a mi nombre”. La venta, que se habría fijada en $ 180 mil, también habría sido parte de una maniobra de lavado.
Los fiscales y el juez no creyeron en la versión que dio Natalia. Creen “improbable” que la pareja desconociera la actividad de los hermanos Loza.
El matrimonio tenía un ingreso mensual de $ 40 mil, irrisorio en comparación con sus bienes