Interna de la tercera vía
El mismo día Lavagna había recibido el apoyo de los radicales críticos de Macri: Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella, Jorge Sappia (presidente de la Convención Nacional de la UCR) y Federico Storani (no físicamente). Y el miércoles se lo había dedicado a Córdoba, provincia testigo para Lavagna porque fue allí donde, en 2007, le ganó como candidato a presidente a Cristina Kirchner y Carrió, porque en Córdoba es donde Macri, en 2015, ganó por mayor diferencia y porMás que el peronismo de Córdoba lleva veinte años de éxito en el gobierno desde que, en 1999, De la Sota ganó la primera de sus tres gobernaciones y ahora Schiaretti se encamina a ser reelecto para su tercera gobernación.
Especial esmero puso Lavagna en su relación con Schiaretti porque las antípodas de sus ideas económicas las representa Cavallo, quien surgió de la Fundación Mediterránea de Córdoba, y Schiareti fue subsecretario de Integración Latinoamericana cuando Cavallo era canciller, y secretario de Industria y Comercio cuando Cavallo fue ministro de Economía de Menem. Paralelamente, Schiaretti es el gobernador peronista con mejor sintonía con Macri por haber sido director de Fiat en Brasil cuando Fiat Argentina era de la familia Macri.
Las elecciones en Córdoba serán dentro de un mes y medio (12 de mayo), el escenario más probable es que Schiaretti sea reelecto y a partir de allí, como decano de los gobernadores peronistas, sea el gran ordenador del panperonismo a nivel nacional. La química entre Lavagna y Schiaretti (siete años menor que el ex ministro) se fortaleció pero no impidió que el gobernador le recomendara participar de una interna en las PASO, lo que los lavagnistas tomaron como una formalidad: en Córdoba precisamente no hay PASO y Schiaretti es candidato de la unidad del panperonismo.
“Formalidad” que –creen– podría cambiar si en junio Lavagna duplicara en intención de voto a los demás candidatos de Alternativa Federal y todos (gobernadores, sindicatos) le pidieran a Massa, Urtubey y Pichetto que bajaran sus candidaturas.
A quienes consideran que es mejor para Lavagna intervenir en unas PASO, como las que hicieron surgir a Cambiemos en 2015, donde Ernesto Sanz y Elisa Carrió funcionaron como “sparrings” de Macri sumándole votos que le permitieron alcanzar el 30% total (24,5% Macri, 3,3% Sanz y 2,2% Carrió), los lavagnistas responden que no deben distraer fuerzas en una eventual disputa interna donde los argumentos que, por ejemplo, utilice Urtubey contra Lavagna sean los que después potencie Macri. Que si Macri no compitiera en internas y eventualmente tampoco lo hiciera Cristina Kirchner, sería una desventaja para quien tuviera que disputar con Macri y Cristina que ellos no tuvieran internas y Lavagna no pudiera dedicar todo su tiempo a confrontarlos. Cuando Macri fue a las PASO en 2015, sus oponentes no eran el presidente de turno y el ex presidente, eran Scioli y Massa. Muy distinto es competir con Macri y Cristina, los dos mayores referentes de la política contemporánea y de la grieta.
Opinable y cambiante como todo en política. ¿Cambiará el cambio en octubre?