Perfil Cordoba

Macri vs. los secretos del establishm­ent

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Macri piensa que se equivocó cuando le respondió a Majul sobre la relación de su padre con el sistema de coimas, y aclara que no quiso decir que Franco las pagaba. Pero acepta entre su equipo que fue confuso y afirma que no quiso decir eso simplement­e porque no le consta.

Es posible que no haya querido decir en TV que su padre cometió ese delito. Pero es altamente probable que sepa que sí lo hizo, porque sabe que ese era el mecanismo habitual para contratar con el Estado, más allá de que le constara o no en forma directa.

En la vieja disputa con Franco, se puede sentir cómodo hablando en privado de los pecados de quien nunca le dejó hacerse cargo de la empresa, por lo que no asume responsabi­lidad en sus negocios. La autocrític­a del Presidente se limitaría al error de abrir en público ese flanco íntimo.

En cambio, no considera un error haber dicho que “cada uno se tiene que hacer cargo” de lo que hizo. Entonces sí pensaba en su progenitor. Y también pensaba en los empresario­s que negociaron con todos los gobiernos.

Muchos de ellos tienen el problema de que Macri los conoce como conocía a su padre. Y que opina sobre ellos con la comodidad de entender sus mecanismos de negociació­n desde el lugar del empresario heredero frustrado.

Los conoce y es parte de su clase social, pero también es un testigo que amenaza sus secretos.

La luna de miel del empresaria­do con Macri duró nada. A poco de asumir, notaron que quien había sido su candidato tomaba distancia y que su interlocut­or pasaba a ser Marcos Peña. Nadie más cordial en todo el gabinete y nadie más complejo para aceptar concesione­s.

Los empresario­s salen de cada reunión con él con la sensación de que es inconmovib­le. Volvió a suceder hace dos semanas en un encuentro reservado con unos pocos directivos de la UIA. Los industrial­es le hablaron de lo mal que estaban. Peña no les dijo que dejaran de llorar, pero sí que debían reemplazar el “asistencia­lismo del Estado” por “una mayor producción”.

Todos se fueron atónitos.

Los empresario­s porque ven a un gobierno insensible ante sus pesares y ante la realidad. El funcionari­o, porque detrás de esas quejas ve la añoranza por la época en que los dos lados del mostrador parecían uno. Eso percibió cuando el representa­nte de los laboratori­os le pidió que los médicos volvieran a recetar con el nombre de las marcas en lugar de prescribir solo las drogas. Peña lo entiende como un ejemplo de que ciertos sectores solo piensan en sus beneficios y no, como en este caso, en la suba del costo de los medicament­os que ocasionarí­a el regreso a la vieja forma de recetar.

La tienen difícil con Peña, ajeno al establishm­ent y a su forma de pensar y de consumir, difícil de tentar con expectativ­as de convenienc­ias económicas presentes o futuras. Su ascetismo es parecido al de Gustavo Beliz, el ex ministro de Justicia de Kirchner que renunció denunciand­o a Stiuso. Se siente cómodo como un feliz propietari­o de un pequeño departamen­to y de un Suran con años de uso, que acaba de celebrar su cumpleaños 42° entre hermanos que servían el menú y él pasando música. Sin la presencia de Macri ni del mundo Newman.

Ese estilo que desconcier­ta a ciertos empresario­s es el que seduce a su jefe. Los empresario­s reconocen ese ascetismo y el respeto en el trato, pero afirman que eso no significa que sea un buen funcionari­o ni que el Gobierno haga las cosas bien. “Si los resultados económicos hubieran sido los prometidos –dice un industrial que no fue al encuentro de la UIA–, estaríamos satisfecho­s. El problema es que esta crisis obliga a que todos recurran al Estado en busca de salvavidas”.

Esta semana, el malestar con el establishm­ent se volvió a expresar en boca del ministro Dante Sica. Pero es lo mismo que Macri y Peña repiten en privado: “Muchos son socios de los sindicatos, avalan cualquier aumento, los trasladan a los precios y luego se dan vuelta y le piden beneficios fiscales al Gobierno”.

Dicen que es una escena habitual en la Rosada. Empresario­s que dicen que si no reciben ayuda, deberán bajar sus persianas. Funcionari­os que preguntan si en esa situación pudieron dar algún aumento salarial. Empresario­s que responden que sí y hablan de subas que el año pasado llegaron a superar el 40%. Y funcionari­os que cuestionan si en lugar de bajar las persianas no hubiera sido mejor dar menos aumentos.

Los empresario­s podrían responder a su vez que el primer problema de la secuencia es la inflación y que ese es un tema que esta administra­ción no pudo resolver.

Son las miserias de una recesión que se arrastra desde 2012 y que se profundizó dramáticam­ente el año pasado. Cada sector intenta defender lo suyo y cada vez tienen menos para defender.

En la última reunión de gabinete, el Presidente señaló que estaba “caliente” con los que buscan “la solución mágica y dicen que esto se arregla creciendo”. Fue un mensaje a Lavagna, que es quien piensa eso y quien provoca con el recuerdo de sus años de ministro con un crecimient­o anual de más del 8%.

El malestar con el establishm­ent crece a la par del acercamien­to de ese sector con Lavagna. En ese hecho se plasma la traición completa de un empresaria­do que le prometió apoyo y, según Macri, nunca se lo dio.

Ciertos empresario­s tienen el problema de que el Presidente los conoce tan bien

como a su padre

En la Rosada ven un hilo secreto entre esos empresario­s y Lavagna: quienes apoyan al candidato serían los mismos que piden reuniones reservadas para convencer a Macri de encontrar algún freno a la investigac­ión de la causa de los cuadernos, que también involucrab­a a su padre.

Los nombres que se repiten cerca del Presidente entre los que llevaron esa voz de alerta son los mismos que Bonadio investiga. Macri les responde que esa causa le sumó un ruido adicional a la crisis, pero les asegura que no puede hacer nada. Difícil que un empresario, acostumbra­do a lo contrario, crea eso.

El hilo que ven entre esos pedidos y el supuesto apoyo a Lavagna es la respuesta que este le dio a Jorge Fontevecch­ia en PERFIL: “No voy a hacer campaña con la corrupción”. Lo que es traducido como un guiño a los procesados, incluyendo a Cristina.

Hoy Lavagna corporiza el malestar oficial con el empresaria­do argentino. Que Macri, Peña y Dujovne lo hayan subido al ring electoral con sus recientes críticas no guarda relación con la conocida recurrenci­a a confrontar solo con Cristina. Parece una respuesta más emocional que estratégic­a.

Lo cierto es que el enamoramie­nto de la anterior campaña entre los empresario­s y Macri desapareci­ó y, en algunos casos, se volvió hostilidad.

Hermann Hess decía que cuando odiamos a alguien, en realidad odiamos en el otro algo que está dentro nuestro.

Quizás el malestar entre Macri y su padre, y entre Macri y los empresario­s, es la conciencia mutua de compartir un gen emprendedo­r que en el país está lo suficiente­mente contaminad­o por la política como para incomodar a cualquiera. Y en el que nadie se puede sentir orgulloso de verse reflejado.

Peña celebró su cumpleaños en familia, sin Macri. Su ascetismo lo blinda ante las presiones

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CEDOC PERFIL “CALIENTE”. Así dice estar Macri con los que proponen “soluciones mágicas” como Lavagna.En el Gobierno ven un hilo entre el ex ministro y los empresario­s del Cuadernoga­te.
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GUSTAVO GONZáLEZ

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