Enojos, delirios y egos
de lo que es su bocho cuando olfatea el poder. Nadie puede discutir que con tal de proteger a los hijos se hace cualquier cosa (tal vez lo primero es no meterlos de vicepresidentes de empresas turbias). Pero si hacer casi un spot de campaña para contar los problemas de salud de su hija Florencia que no puede volver de Cuba era mucho, lo de esta semana mete miedo. ¿Se imaginan volviendo a la Casa Rosada a una tipa capaz de contar por Twitter al mundo que su hija tiene problemas para menstruar?
Tal vez sea el pánico a que Florencia Kirchner vaya detenida lo que la lleve a no pensar y hacer eso, tal vez diga que igual la Justicia se lo va a filtrar después a pero si te corrés un toque y lo pensás en frío desde el lugar de la hija, vos que siempre fuiste re perfil bajo, ni asomaste por la política, ¿qué pensás si tu mamá muestra tus problemas de salud, tus intimidades, en las redes sociales y lo mete en la discusión electoral? O es una perversa haciendo de todo para jugar en política o está desesperada por miedo, culpa o ambición. En menos de nueve meses se pondría la banda presidencial.
Moda o alternativa antigrieta, respiro entre dos que les hablan solo a sus fanáticos, apuesta “es lo que hay” de una parte del establishment o el que asusta menos entre Duhaldes y Barrionuevos, ahí aparece Roberto Lavagna, un ex ministro de Economía que llegó en un lío bárbaro y se fue bien de su cargo, sin manchas de corrupción visibles y que tiene como gran oferta al electorado la moderación en el tono y las propuestas.
Sin embargo, en cuanto lo pincharon desde el Gobierno, esta última semana recordó por qué por ahora si se presentara a las elecciones la fórmula sería Lavagna/Ego-De-Lavagna. “Crezcan al 9% y después hablamos”, les respondió en una frase muy gráfica de lo que quizá sea uno de los rasgos centrales de su personalidad y que habrá que ver cuánto le complica el armado político. El #peronismoracional que lo ha cobijado con sandalias y medias le está pidiendo ir a primarias y él no quiere, ya sea porque necesita financiarse, porque no tiene estructura o porque debería bajarse del pony en el que está subido a pesar de tener más espacio y segundos en medios que intención de voto. Vale siempre el contraste con su antecesor en el cargo, Jorge Remes Lenicov, en 2002, que cargó con parte de los ajustes menos gratos sobre los que después creció la economía. Hoy le escribís por WhatsApp para que hable y dice: “Prefiero no participar”.
El drama de estar entre enojados, delirantes y ególatras es que cada vez hay más voces que plantean que para algún día dejar el loop dólarinflación-recesión-rebote hace falta juntar en una mesa lo más representativa posible a todos los sectores para ir hacia algún acuerdo general de largo plazo, una expresión que de escribirla nada más suena a humo pero que asoma como una alternativa para pensar si mirás los intentos fallidos antiinflación de los últimos diez años: con la pistola en la mesa de “no lo cante, no lo grite, no se abrace” Guillermo Moreno nunca bajamos del 25% y hubo picos del 40%: con el glifosato monetario y fiscal de esta gestión oscilamos del 30% al 50%.
Alfonso Prat-Gay reveló por estas horas que habían pensado en un pacto nacional en el arranque de gestión pero que se lo bochó la política (https://bit.ly/2HLMIEQ). Mario Blejer dijo que hay que revisar que solo con menos emisión se pare la inercia y pidió política de ingresos (https://bit. ly/2HsYh4i). Emmanuel Alvarez Agis escribió hace un mes y medio que hace falta un pacto por más de un mandato para bajar la inflación (https://bit. ly/2HNNLnS). Eduardo Levy Yeyati tuiteó hace unos días en igual sentido (https://bit.ly/2HPuUc6).
Por si no lo notaron, es gente cercana a Cambiemos, al peronismo o al mismísimo kirchnerismo.