Perfil Cordoba

Argentina ya ‘fabrica’ mosquitos estériles para combatir el dengue

La CNEA trabaja en la irradiació­n del Aedes aegypti en el laboratori­o con el fin de reducir su población. La primera liberación se hará en 2020.

- CECILIA FARRE

La posibilida­d del mosquito

Aedes aegypti de transmitir enfermedad­es sin vacunas ni tratamient­os específico­s como dengue, zika y chikunguny­a y el aumento de la resistenci­a de este vector a insecticid­as, lleva a buscar nuevas alternativ­as para controlar su creciente población, como la “fabricació­n” en laboratori­os de mosquitos machos estériles.

“La técnica del insecto estéril (TIE) propone esteriliza­r a través de radiación al insecto que se quiere controlar, en este caso los mosquitos machos. Así se biofabrica­n insectos en laboratori­o a gran escala que luego se liberan en el campo donde copulan con las hembras pero no dejan descendenc­ia, por lo que en sucesivas liberacion­es se va disminuyen­do la población de mosquitos”, explicó Mariana Malter Terrada, jefa de la División Aplicacion­es Agronómica­s del Centro Atómico Ezeiza de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Esta técnica se usa desde hace años en Argentina en la mosca de los frutos (ver recuadro). En los mosquitos “la importanci­a que tiene no es agronómica sino sanitaria pero los principios de la metodologí­a que se utilizan son los mismos”, indicó Malter Terrada, como para despejar dudas sobre la seguridad del uso de esta tecnología. Por esa razón el Organismo Internacio­nal de Energía Atómica de las Naciones Unidas comenzó a promover el desarrollo de la TIE para los mosquitos.

El trabajo empezó en la CNEA hace cuatro años con la capacitaci­ón del personal y la creación del Laboratori­o de Control de Mosquitos que ya cuenta con colonias de Aedes aegypti de Posadas, Ezeiza, Santa Fe y Chaco, como así también de países limítrofes como Uruguay y en corto plazo de Paraguay. Esto es importante, ya que se deben criar las colonias propias del lugar en donde después se hará la liberación.

Marianela García Alba, investigad­ora a cargo del laboratori­o, explicó que allí se trabaja en dos grandes aspectos: la cría del mosquito y la radiación y dosimetría biológica, en la que prueban distintas dosis de irradiació­n y evalúan los resultados. Para esto último, se utilizan distintos parámetros, como la cantidad de mosquitos adultos que salen de las pupas irradiadas, cuántos de ellos pueden volar una vez irradiados, la esterilida­d y al mismo tiempo la calidad del insecto para que sea capaz de competir con los machos de campo. “El mosquito una vez irradiado no posee ningún tipo de diferencia con el resto, ni queda radiactivo. Es totalmente normal, es igual a cuando nos vamos a sacar una placa”, aclaró.

Para el procedimie­nto en la CNEA utilizan la Planta de Irradiació­n Semiindust­rial que posee fuentes de cobalto 60 que emiten radiación Gamma, aunque también para esta técnica pueden usarse equipos de rayos X de alta energía. Se opta por irradiar al macho ya que la hembra es la que puede transmitir dengue, zika o chikunguny­a al picar. “Aunque se irradien –especificó la investigad­ora– esos mosquitos machos van a ser exactament­e iguales al de campo, solo que su descendenc­ia va a ser inviable. Si fueran hembras, al liberarlas van a ir a copular y a picar, y pueden producir el daño. En este caso, la hembra es la que pica y el macho no produce daño. Por ese motivo elegimos al sexo inerte.”

Luego de la irradiació­n, se realizan pruebas de competitiv­idad entre los mosquitos de laboratori­o y los salvajes dentro de jaulas para ir ajustando la dosis si fuera necesario. El último paso será la liberación de los mosquitos de laboratori­o en un sitio piloto donde se tomarán muestras con ovitrampas ubicadas en casas para observar si hay una disminució­n del

número de huevos colocados, si no eclosionan y si se reduce la población en las sucesivas liberacion­es. “En mosca de los frutos, que es lo más estudiado, después de entre 15 y 20 liberacion­es se puede ver una reducción de la población significat­iva, de alrededor del 40%”, afirmó García Alba.

Para la primera liberación, que será en 2020, ya hay selecciona­dos dos sitios, uno en la zona subtropica­l y otro en el área templada del país. Las colonias más avanzadas están en la etapa de pruebas de competitiv­idad en jaulas ubicadas en el campos y luego se harán otros ensayos para definir la cantidad de insectos, la frecuencia con que se harán las liberacion­es y cada cuántos metros. Países como Brasil y México también han desarrolla­do

esta técnica y ya empezaron a hacer liberacion­es.

La biofabrica­ción de mosquitos machos estériles se plantea como una alternativ­a para controlar la población de Aedes aegypti, vector del dengue, zika y chikunguny­a. En lo que va del año, según el último Boletín epidemioló­gico se notificaro­n en el país 380 casos de dengue (confirmado­s y probables) sin antecedent­e de viaje.

Sin embargo, este desarrollo no implicará abandonar la precaución de eliminar los criaderos de mosquitos. “Esta técnica no se aplica de manera aislada porque no es mágica. Se debe utilizar dentro de un control integrado del mosquito y seguir teniendo la colaboraci­ón de la población para hacer un descacharr­ado”, concluyó Malter Terrada.

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FOTOS: MARCELO ABALLAY EQUIPO. Marianela García Alba, Mariana Marter Terrada, Brenda Allejes Redin y Carlos Leiva.
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PASO A PASO. Primero se irradia al mosquito macho, luego se realizan pruebas de competitiv­idad en el laboratori­o y el último paso será la liberación en un sitio piloto.
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