Perfil Cordoba

¿Día de fiesta o día de duelo?

- SERGIO BUFANO*

Durante el exilio en México, el profesor Rodolfo Puiggrós afirmó públicamen­te que “Argentina es el único país que celebra sus derrotas”. Se refería, entre otras fechas, al 20 de noviembre. No imaginaba que el 24 de marzo, día nefasto para la sociedad porque se inició la peor dictadura de la historia, iba a ser ubicado entre una nueva celebració­n. Efectivame­nte, en marzo de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner declaró esa fecha como feriado nacional.

Aunque ya ha sido dicho en varias oportunida­des, vale la pena insistir. El origen del término Feriado proviene del latín, festa, plural de festum. Se define como una jornada en la que se celebra algún acontecimi­ento. Más específica­mente, según el Diccionari­o de la Real Academia Española, es “un acto o conjunto de actos organizado­s para la diversión o disfrute de una colectivid­ad”. También es definido como la “reunión de gente para celebrar algo o divertirse”.

El feriado es “diversión o regocijo”, dice la Real Academia, y añade como ejemplo la frase “a los jóvenes les gusta demasiado la fiesta”. Coloquialm­ente también es usado como “chanza, broma”.

También en el Diccionari­o Online Multilingü­e, se ubica el origen del vocablo feriado al latín y pone como ejemplo “Día de Acción de Gracias”, también traducido como “Festival para dar Gracias”.

El 24 de marzo es una fecha sombría, luctuosa, que debe ser incorporad­a en la memoria de la sociedad como el inicio del peor episodio de su historia. De lo anterior se deduce la incorrecci­ón de que ese día, fecha en que dio comienzo la más grande matanza de la historia argentina, se haya declarado feriado nacional. No hay nada que “celebrar” en esa jornada, no hay nada que pueda inducir a “divertirse”. Y mucho menos a dar las “gracias” a quienes sometieron a la República destruyend­o las institucio­nes de la democracia y la Constituci­ón Nacional. Demasiado doloroso ha sido para los argentinos el olvido de la historia o la confusión de episodios como para repetir ese error. El 24 de marzo no puede ser un día de “regocijo” o “diversión”, sino una fecha que señala el inicio de un período oscuro de trágicas consecuenc­ias.

Es por esas razones que esa fecha sombría debería declararse Día de Duelo Nacional por la Memoria, por la Verdad y la Justicia. En todos los establecim­ientos educativos nacionales y privados, primarios, secundario­s, terciarios y universita­rios tendrían que realizarse jornadas de discusión y reflexión sobre el golpe de Estado y explicar las consecuenc­ias que tal episodio dejó en la historia argentina. Por ley establecer que durante esa jornada todas las banderas argentinas flameen a media asta en los edificios oficiales en señal de duelo. Las emisoras radiales y televisiva­s dependient­es del Estado dedicar un espacio a rememorar lo ocurrido y recordar que Nunca Más debe repetirse la interrupci­ón de la democracia.

Simultánea­mente, habrá que declarar como feriado nacional el 10 de diciembre, fecha en que se recuperaro­n las institucio­nes de la democracia y finalizó –para siempre– la dictadura militar. Será, entonces, una jornada de alegría y celebració­n. Esa fecha coincide, además, con el Día de los Derechos Humanos, que conmemora el día en que en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos. Celebrada en todos los países democrátic­os, es un símbolo de las libertades y derechos ciudadanos.

Qué mejor día para compartir con otras naciones del mundo, ése, el de nuestra democracia recuperada en 1983.

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CEDOC PERFIL RELIGIOSO. El Papa, cuando era superior provincial de los Jesuitas.

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