Caídas fatales
El 11 de marzo el país quedó conmovido con el lamentable accidente de Sergio Denis, quien durante un show en la ciudad de Tucumán se cayó del escenario al foso de la orquesta, lo que le provocó lesiones múltiples.
Este trágico episodio me trajo a la memoria accidentes similares que afectaron a otros famosos artistas en distintas épocas. La prestigiosa actriz Elsa O’Connor, en marzo de 1947 estaba protagonizando la obra en un teatro de Montevideo. En la escena final, cuando debía rodar por una escalera, resbaló y se golpeó contra un piano, debiendo ser internada. El golpe le ocasionó un coágulo en el cerebro y murió a los pocos días de una conmoción cerebral.
La cantante sueca Ann-Margret solía hacer presentaciones en hoteles de Las Vegas. En 1972, durante un show en Lake Tahoe, se precipitó desde un andamio y sufrió daños en los pómulos y el maxilar. Para reconstruirle el rostro debieron realizarle una cirugía estética, y pasó un tiempo con la boca inmovilizada con alambres y haciendo una dieta líquida.
Marlene Dietrich tuvo varias caídas en su carrera como cantante. En 1972, en Londres, su ajustado vestido y los tacos altos le jugaron una mala pasada y perdió el equilibrio durante un recital. Debido a las heridas que sufrió tuvo que interrumpir el espectáculo. Un año más tarde, actuando en Washington, Marlene, al intentar estrechar la mano de Stan Freeman, el director de orquesta que estaba en el foso, hizo un movimiento que los desestabilizó y provocó la caída de ambos. La estrella se hizo un tajo en una de las piernas, que eran su mayor capital, y la infección de la herida la hizo pasar una temporada en silla de ruedas. Su última aparición pública fue en 1975 en Sydney, en Her Majesty Theatre. Con varias copas de más, Marlene se desmayó en el escenario y sufrió la fractura del fémur izquierdo. Luego de ser atendida y enyesada voló a Los Angeles para continuar su tratamiento. Nunca volvió a presentarse en un escenario.
En el libro
Margarita Pollini cuenta que la soprano Claudia Muzio fue contratada en 1921 para interpretar el papel de Leonora en
de Giuseppe Verdi, en el Colón. Como esa ópera tiene fama de traer mala suerte, su madre, para protegerla, rociaba el escenario con agua bendita antes de cada función. En una oportunidad la Muzio se resbaló sobre el líquido bendecido y cayó al foso de la orquesta, confirmándose una vez más que, como dice el tango, “contra el destino, nadie la talla”.