Perfil Cordoba

Muy poco en las librerías

- A.H.

La posibilida­d de conseguir libros de Lawrence Ferlinghet­ti en una librería es bastante limitada. Hoy la oferta se limita a

(2005) y

(2018), ambos de Alción Editora, de Córdoba, en versión bilingüe y con traducción de Esteban Moore.

En el circuito de usados y online es posible conseguir la vieja edición de

(Hiperión, de Madrid) y la con traducción y prólogo de Marcelo Covián, de Ediciones del Mediodía (Buenos Aires, 1969). Para otros títulos, tanto nuevos como usados, la única opción es comprarlos online y/o en el exterior, donde la oferta se multiplica casi por la cantidad de países de habla hispana. También hay poemas de Ferlinghet­ti en algunas antologías, como dos que llevan el mismo título: una de la española Visor (1977), y la muy esmerada compilació­n y traducción de los argentinos Mariano Rolando Andrade y Juan Arabia, publicada en 2017 por Buenos Aires Poetry, agotada pero aún disponible por venta online.

Hoy en día, cuando la superabund­ancia de informació­n, literatura especializ­ada, tesis académicas y adaptacion­es cinematogr­áficas casi hacen extrañar los tiempos en que la Generación Beat era un tesoro a descubrir pateando muchas veredas y librerías de viejo, es fácil decir que este movimiento literario (y unos cuantos etcéteras) nació por la confluenci­a de dos grupos. El primigenio fue el de Ginsberg, Kerouac, Burroughs y Lucien Carr, más algunos satélites como Neal “Dean Moriarty” Cassady, conformado en Nueva York a fines de la década del 40, a medias entre la Universida­d de Columbia y la de la calle, mientras Larry todavía frecuentab­a Montmartre y el Deux Magots.

Pero, como explica Mariano Rolando Andrade, escritor del conurbano bonaerense –además de traductor y compilador de poesía beat–, fue el encuentro y la simbiosis de este gang con los poetas de Costa Oeste, como Ferlinghet­ti, Gary

Snyder, Michael McClure y Philip Lamantia, lo que “consolidó al movimiento en los años 50 y le dio visibilida­d pública”. A su vez, Larry aseguró en 2007, en una entrevista con el noticiero alternativ­o que si no hubiese sido por la tozudez gregaria –y amorosa– de Ginsberg “jamás habría habido una Generación Beat reconocida como tal, sino apenas unos cuantos escritores dispersos por el país”.

En cuanto a su rol dentro de ella, admitió que fue en gran medida “cuidar el negocio” –es decir, la editorial– mientras “llevaba una vida convencion­al” de esposo heterosexu­al y padre de familia: función paterna que quizás abarcó a todos los poetas beat. De hecho, su vida transcurri­ó a una distancia prudente de las adicciones, y jamás se vio involucrad­o en delitos o crímenes, ni tampoco fue encerrado en una cárcel o un manicomio a causa de ello. En suma, todo eso que sí les ocurrió (¡y cómo!) a sus camaradas del Este, y fue la materia prima con la que parieron una obra colectiva hecha literalmen­te con las tripas.

En cambio, Ferlinghet­ti no necesitó echar mano a su vida desdichada –que también la tuvo– para inspirarse. Ruy Rodríguez, antiguo miembro del grupo “beat” Opium, en rigor cuatro poetas y escritores jóvenes que, agobiados por la sequía cultural y libidinal de estas latitudes, buscaron emular de algún modo a los beats del Norte, recuerda que al comienzo Larry “representa­ba a la vertiente más afrancesad­a de todo ese grupo, por toda la influencia que trajo de París”.

Allí se había fascinado por los surrealist­as y sobre todo por Guillaume Apollinair­e, cuyos caligramas y experiment­os con la disposició­n gráfica de las palabras en la página fueron una influencia omnipresen­te en su primer libro de poemas,

(1955), que jamás se tradujo al español en forma orgánica, y también pero menos desaforada en

“Después pegó un viraje, con su llamado a abandonar las aulas académicas y salir a la calle para hacer una poesía hablada basada en la voz y el oído”, recuerda Ruy, cuyo preferido –admite– era Lamantia.

Unas cuantas generacion­es más joven, Rolando Andrade asegura que Ferlinghet­ti siempre creyó que el arte “debía ser accesible para todo el mundo”, y que esa visión “pruna literatura de una fuerte oralidad que impacte al lector en una comunicaci­ón de persona a persona, a través de lecturas en campus universita­rios, galerías de arte y bares de jazz: la poesía que se vuelve pública en la ciudad”.

Por su parte, Guillermo Saavedra opina que Ferlinghet­ti “tomó partido por una escritura poética desacraliz­ada, comprometi­da con el dolor y la injusticia, aliada al pensamient­o pero sin renunciar jamás al éxtasis de la emoción”. Si bien considera que, “comparada con la de poetas más o menos contemporá­neos en lengua inglesa como W. H. Auden, Sylvia Plath, E. E. Cummings, Marianne Moore o Dylan Thomas, su obra resulta menos relevante”, también dice comprender el motivo por el cual Kerouac definió alguna vez a Larry como “un gran hombre de negocios”: “Quizás su intención

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina