GRAN HERMANA
EMPEZO EN NATACION SIGUIENDO EL CAMINO DE CECILIA Y HOY SE DESTACA EN TRIATLON. GANO EL ORO EN LOS JUEGOS SURAMERICANOS DE PLAYA Y APUNTA A TOKIO 2020.
Dice que el triatlón es su vida, que no se imagina haciendo otra cosa. Que lo disfruta muchísimo, a pesar de que le demanda entre 20 y 30 horas semanales de riguroso entrenamiento y le impide estar cerca de su familia. Romina Biagioli (29) viene de cumplir una gran actuación en los IV Juegos Suramericanos de Playa en Rosario, con una medalla de oro y otra de plata, pero no hay demasiado tiempo para festejos.
El próximo objetivo está a la vuelta de la esquina: la primera fecha del Campeonato Sudamericano, el 30 y el 31 de marzo, en la Playa Ramírez de Montevideo.
“Es una competencia importante para mí, porque el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) pide podio y un mal resultado te puede dejar sin apoyo para el resto del año. Eso es terrible. Me pasó el año pasado y por suerte lo pude revertir y lograr que me mantuvieran la beca, pero el sistema es muy tajante y me parece que no está bien”, asegura.
Sobre su reciente experiencia en Rosario, Biagioli sostiene que representó “una felicidad muy grande” lograr el primer puesto en la competencia que incluyó 750 metros de natación, 20 kilómetros de ciclismo y cinco kilómetros de pedestrismo.
“Fue bastante duro porque me tocó competir cuatro días después de haber disputado la Copa Santos en Brasil y porque se nadó en río, siendo que generalmente lo hacemos en lago o mar y se hace complicado por la corriente”, comenta la cordobesa.
“No fue mi logro más importante, a pesar de que tuvo mucha repercusión en la prensa. En nuestro deporte por ahí es más significativo un top ten en una Copa del Mundo, porque te da buenos puntos para el ranking olímpico”, puntualiza. La cosecha de Biagioli en los Juegos de Playa se completó con el segundo lugar en la modalidad relevos mixtos, junto con la salteña Delfina Álvarez, el sanjuanino Facundo Menard y el bonaerense Gustavo Taccone, quien además es su compañero de la vida.
“Siempre decimos que si no estuviéramos juntos nos resultaría imposible formar pareja cada uno por su lado, porque sería incompatible. Son demasiados viajes, un montón de tiempo fuera de tu casa, mucho cansancio… Quien esté a tu lado debe ser alguien como vos”, reflexiona.
Romina y Luciano están radicados en San Carlos, una ciudad brasileña de 240 mil habitantes en el Estado de San Pablo. “Este cambio lo hicimos en diciembre pasado y la verdad es que tenemos ganas de quedarnos aquí, donde entrenamos junto a un equipo. En Córdoba estábamos muy solos, nos costaba mucho encontrar un entrenador específico de triatlón”, refiere.
Triatleta por ‘accidente’. “Empecé a practicar natación a los 6 años, casi por una cuestión de familia”, cuenta Romina sobre sus inicios en el deporte en compañía de sus hermanos Claudio y Cecilia.
“Cambié de disciplina cuando terminé el secundario y fue medio por accidente: un día fui a nadar y la pileta no estaba en condiciones, por lo que salí a correr con un grupo que practicaba triatlón”, revela.
“Mi primer entrenador fue mi hermano y después trabajé con Fidel y Lautaro Díaz. Más adelante estuve en Italia, pero se me hizo muy difícil al no poder contar con un entrenamiento personalizado”, añade.
Lima 2019, entre julio y agosto próximos, es otro de los desafíos que Biagioli tiene por delante en lo inmediato. Serán sus terceros Juegos Panamericanos, luego de Puerto Vallarta 2011 y Toronto 2015.
“En México no terminé la competencia y en Canadá terminé en el puesto 11, así que la idea es mejorar eso. El objetivo es siempre buscar un poco más”, afirma.
Está claro que el calendario tampoco le da margen para los lamentos, más allá de que todavía le de bronca recordar el 34º puesto con que inauguró el año en la Copa del Mundo de Cape Town, en Sudáfrica: “No fue una buena actuación. Esperaba hacer un top 15, pero un pinchazo me retrasó”.
—Hablaste de esfuerzo, de sacrificio, de complicaciones. A pesar de todo eso, ¿qué te enamora del triatlón para seguir eligiéndolo todos los días?
—Yo lo tomo como un estilo de vida. Tengo la suerte de compartirlo con mi pareja y la verdad es que lo disfruto muchísimo. Realmente es una gran experiencia conocer el mundo a través del deporte.