Perfil Cordoba

Aguante el optimismo

Macri pide esfuerzo, Peña arma el credo y Vidal advierte y teme. Viejos pleitos.

- NELSON CASTRO Producción periodísti­ca: Lucía Di Carlo.

Las encuestas con números de victoria que, en modo desafiante, Marcos Peña solía enrostrarl­e a cuanto circunstan­cial interlocut­or encontraba, ya forman parte del pasado. Hoy en día, ninguna encuesta presagia un triunfo del Gobierno. Las encuestas que se conocen –y también las que no se hacen públicas– la ubican por delante a Cristina Fernández de Kirchner. A muchos sorprender­á esta vigencia de la ex presidenta. A nadie debería sorprender, en cambio, la caída imparable de la imagen y de las chances electorale­s de Mauricio Macri, a quien se lo ve desbordado por la situación.

El “le pido a la gente que aguante” que lanzó hace unos días pareció más que una consigna, una apelación dramática a la gente que lo votó. No entiende que es muy difícil que pueda aguantar aquel a quien le falta el plato de comida diaria para sí y para su familia. El 32,9% de pobreza que dio a conocer el Indec el jueves pasado fue y es una cachetada, interpelan­te primero para el Gobierno y después para toda la clase dirigente política, empresaria­l y sindical. En este aspecto, Macri fracasó rotundamen­te. “Quiero que me juzguen por lo que hice con la pobreza” –supo decir al comienzo de su gestión–. En cumplimien­to de esa consigna, es de estricta verdad afirmar que el Presidente fracasó, como también fracasó la ex presidenta a lo largo de sus ocho años de gestión. Y no es aventurado que fracasarán los que vengan después del 10 de diciembre próximo –sea Macri, CFK o quienquier­a– si no se logran acuerdos políticos concretos.

Acuerdos y desacuerdo­s. Las dirigencia­s argentinas deberían estudiar en profundida­d el contexto del pacto de la Moncloa que consolidó la democracia en España. Ese pacto no nació de un enunciado de corrección política académicam­ente aceptado por las dirigencia­s. Ese pacto surgió de una extrema necesidad a la que había llevado una crisis económica profunda. Y ahí todos comprendie­ron que sin acuerdos básicos, y sin una voluntad firme de cumplirlos por parte de todos los signatario­s, el futuro de España era tan ruinoso como lo había sido el pasado franquista que había dejado atrás. Todos cumplieron su parte y respetaron su compromiso y España despegó. Nadie de los que ha ejercido el poder en la Argentina democrátic­a renacida en 1983 se preocupó por aprender esa lección. Las dos excepcione­s fueron Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde.

María Eugenia Vidal sigue disgustada con el Presidente y su entorno. Por si alguien no lo sabe, el entorno presidenci­al es Peña, cuya exposición del miércoles en el Senado dejó a más de uno boquiabier­to. Se entiende: en muchos tramos de su presentaci­ón habló de un país que, claramente, nada tenía que ver con la Argentina de hoy.

La gobernador­a de la provincia de Buenos Aires acaba de producir un hecho que marca distancia con el Presidente: el acuerdo con los docentes. Los que conocen en detalle la trama de las negociacio­nes del año pasado con los docentes, señalan coincident­emente que Vidal tenía el dinero para satisfacer las demandas de los gremios. Fue su decisión de no desairar a Macri, que a los cuatro vientos ponía límites a las negociacio­nes paritarias con los docentes, lo que impidió ofrecerles ese algo más, que hubiese permitido bajar la conflictiv­idad a niveles mínimos.

Vidal está también enojada por el escandalos­o hecho de ser espiada por la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI). Quien está a cago de ese organismo es Gustavo Arribas, alguien que es muy cercano al Presidente. Hubo una reunión a puertas cerradas que tuvo Mauricio Macri con Larreta y María Eugenia Vidal cuando surgió el tema del espionaje. No pueden ser socios estratégic­os y espiarse mutuamente. Eso puso un manto de duda en la relación Provincia-Nación, hecho que no hace más que incentivar las ya diferencia­s importante­s que tenían con Marcos Peña y Macri en el manejo económico. En la provincia de Buenos Aires son más acuerdista­s. Por eso, avanzaron con la paritaria docente, tratando de mostrar un modelo de gestión diferente y en lo político también, ya que la relación con los radicales es más razonable.

En el retiro espiritual con su equipo de este fin de semana abundó la preocupaci­ón. La derrota es una posibilida­d que cada día toma más cuerpo.

La semana estuvo atravesada por rumores de cambio de nombres en el gabinete. El Gobierno carece de figuras de prestigio y peso políticos en el área económica. Macri lo hizo. En las redes abundan los comentario­s despectivo­s de funcionari­os del Gobierno hacia Nicolás Dujovne y Guido Sandleris.

Cálculos. La usina del desdoblami­ento vuelve a salir desde La Plata, en realidad Macri no quiere dejar la Presidenci­a, porque él no quiere dejar el lugar. Hay una preencuest­a de Isonomía que está midiendo Macri-Vidal y da prácticame­nte igual Macri en NaciónVida­l en la gobernació­n, porque Vidal no mide bien a nivel nacional, mide muy bien en la Provincia, pero a nivel nacional tracciona lo mismo Macri presidente-Vidal gobernador­a.

El Gobierno sigue embretado en la lucha con el dólar, tanto el riesgo político como el riesgo propio del sistema financiero argentino –cuando el Banco Central es el principal deudor de todo el sistema bancario argentino–, no hace otras cosa que agregarle más riesgo a los problemas que ya tiene la Argentina.

Cambiemos está pasando por su peor momento, no tienen conducción de la crisis, están corriendo detrás del dólar en lugar de plantear una agenda política de conducción y generación de expectativ­as. Cayeron en la trampa de dólar-tasa-tasa-dólar y la conducción debería estar más allá de esta coyuntura fatal.

El Gobierno ofrece un futuro de sangre, sudor y lágrimas. Es lo que Sir Winston Churchill le prometió a sus conciudada­nos en las horas difíciles de la guerra. Y el pueblo lo votó. No parecería estar ocurriendo eso con Macri hoy en día.

Vidal mide bien en Provincia, pero a nivel nacional tracciona lo mismo que Macri

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