Perfil Cordoba

Residencia­s de artistas

- RAUL H. ALVAREZ

La semana pasada se abrió al público el edificio que Sandro solía utilizar como oficina y estudio de grabación, en Pavón 3939, CABA, cuyo frente él mismo había diseñado en 1987 al estilo de un castillo medieval. El llamativo edificio, que fue declarado de interés cultural, ahora alberga un museo con recuerdos del cantante, entre los que hay fotos tomadas por Olga Massa y Aldo Sessa, la tapa de la revista Rolling Stone con su imagen, el látigo que aparecía en la película Embrujo de amor, tres laúdes, el violín y unos bongós que lo acompañaba­n en algunas de sus presentaci­ones, copas y vasos que usaba en sus shows, y la bata de seda gris comprada en Studio The Harding que solía usar para su saludo final. El imponente castillo, que a partir de ahora se llamará Cultural Cava, estará destinado a visitas guiadas, cursos de materias diversas y un bar en la planta baja con una variedad de bebidas que incluirán las preferidas del cantante (el Martini, el gin Beefeater y el whisky Chivas Regal).

En todas las épocas, algunos personajes célebres, al igual que Sandro, se permitiero­n alguna excentrici­dad en materia de edificios en los que transcurri­ría parte de su vida. El castillo Hearst en San Simenon (California), habitado por el magnate del periodismo William Randolph Hearst, es uno de los más recordados por su lujo extravagan­te. También podemos nombrar, en otros estilos, la casa ultramoder­na diseñada por Frank Lloyd Wright para el actor mexicano que trabajó y que logró el éxito en Hollywood Ramón Novarro, la mansión estilo colonial de Loretta Young y la vivienda art déco de Cedric Gibbons y su mujer, Dolores del Río.

El castillo más memorable de una estrella del espectácul­o fue el Château des Milandes, en Castelnaud-la-Chapelle, en Francia, que la vedette Josephine Baker alquiló en 1940 y luego compró en 1947, para alojar allí a los niños de diversas razas y nacionalid­ades que fue adoptando en esos años (a los que llamaba “la Tribu Arco Iris”), y que mostraba orgullosa a los turistas en visitas guiadas al castillo y a los jardines que lo rodeaban. En 1968, Josephine tuvo que vender esa fabulosa propiedad para pagar a sus acreedores y se fue a vivir a un departamen­to cerca de Mónaco que le facilitó la princesa Grace. A pesar de que ocasionalm­ente anunciaba su retiro, al poco tiempo volvía a presentars­e en teatros de distintas ciudades para poder mantener a su numerosa familia. El Château des Milandes fue declarado monumento histórico en 1986 y actualment­e sigue siendo una atracción turística.

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CEDOC PERFIL Ramón Novarro.

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