Perfil Cordoba

En plena dictadura, un jefe de la Policía salvó a una militante del ERP

La declaració­n de una sobrevivie­nte del terrorismo de Estado impactó en una sala de audiencias. La historia de la llamada que le salvó la vida, tras el secuestro de su amiga.

- MARIANO NIEVAS

En el marco del 12º juicio al terrorismo de Estado en Córdoba, que por estos días se desarrolla en el Tribunal Oral Federal N1, se produjo una revelación que conmovió a los presentes. El testimonio de una víctima, quien relató cómo en pleno 1976, el jefe del Comando Radioeléct­rico la rescató de sus secuestrad­ores y la mantuvo durante cuatro meses escondida en su casa para evitar que la mataran.

Quienes desde hace años siguen de cerca los juicios de lesa humanidad aseguran que es la primera vez que escuchan una historia similar.

Eran tiempos de enorme convulsión política y social, sobrevolab­a un clima de terror y de persecució­n en algunos sectores. María Cristina Fonseca y Graciela ‘Gachi’ Haydee Torres tenían 20 años, eran amigas y trabajaban en la estación del ferrocarri­l Mitre, frente a la terminal de ómnibus.

Ambas militaban en una lista gremial opositora, dentro del PRT-ERP, y aunque no lo sabían con certeza pero lo presumían, habían sido ‘marcadas’ por espías de las fuerzas de seguridad de la dictadura.

En la madrugada del 8 de junio de 1976, las dos amigas fueron secuestrad­as y llevadas al centro clandestin­o de detención La Perla. Allí fueron sometidas a uno de los métodos de torturas utilizados por los represores en ese momento, un intimidant­e interrogat­orio. Unas horas después, fueron tiradas en estado de shock en una plaza cercana al viejo Hospital de Niños.

Ese interrogat­orio fue el comienzo de una pesadilla que aún perdura en la memoria de una de sus protagonis­tas. En la noche del 29 de junio, los grupos de tareas fueron a secuestrar­las nuevamente, pero esta vez con el objetivo de torturarla­s, matarlas y desaparece­rlas.

Supuestos efectivos de la Policía Federal, vestidos con ropas de civil, irrumpiero­n violentame­nte en la casa de Torres, en calle Mariano Moreno 1135, donde ella vivía con su madre y una hermana. Los secuestrad­ores rompieron, robaron, golpearon a la madre, y se llevaron encapuchad­a a ‘Gachi’ en un Ford Falcon color oscuro. La hermana de Graciela escuchó a los policías decir que se encaminaba­n a ejecutar el secuestro de María Cristina Fonseca. Aún perturbada por la detención ilegal de su hermana Gachi, logró dar aviso a la familia de María Cristina para alertarlos. Esa llamada resultó fundamenta­l para sellar destinos tan diferentes entre las amigas: el llamado que marcó el camino entre vivir y morir.

A Gachi, sus secuestrad­ores la mataron, arrojaron su cuerpo cerca de la localidad de Tanti y la enterraron como NN en una fosa común.

Salvación. A María Cristina, en cambio, la vida le tenía preparada otra escena. Ella fue salvada por su tío, quien en ese momento era el jefe del Comando Radioeléct­rico de la policía provincial, una fuerza que tuvo una significat­iva colaboraci­ón con el terrorismo de Estado.

En el preciso instante en que a los Fonseca les advirtiero­n que estaban yendo a buscar a su hija, realizaron de manera instantáne­a una llamada buscando proteger a Cristina. Protegerla de la muerte. Se comunicaro­n desesperad­os con su pariente, el comisario Luis Alberto Nieto, quien se desempeñab­a como segundo jefe del Comando Radioeléct­rico.

Lejos de ser indiferent­e al ruego de sus familiares pidiendo por la vida de María Cristina, y en una decisión inesperada para ese momento, Nieto mandó un móvil del Comando para que buscaran a su sobrina. Con esa decisión se adelantó a los secuestrad­ores por unos pocos minutos.

Todo fue rápido, aterrador y casi milagroso para María Cristina quien, mientras era llevada con su tío, llegó a escuchar por la frecuencia radial sobre el operativo en su casa de la brigada que ya tenía a Gachi.

María Cristina no solo fue rescatada esa madrugada por su tío, sino que el comisario Nieto la protegió y ocultó durante cuatro meses en su propia casa y así salvó su vida.

Denuncia. En mayo del 2005, el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense pudo identifica­r los restos de Graciela Torres, encontrado­s en una fosa común en el cementerio San Vicente. Los expertos confirmaro­n que parte del cuerpo había sido quemado y que a Graciela la asesinaron de un tiro en la cabeza y tres en el pecho.

Por invitación de la familia de ‘Gachi, María Cristina participó en el acto judicial de entrega de los restos y posterior ceremonia de sepelio. En esa oportunida­d, la fiscal Graciela López de Filoñuk la convenció para que declare y cuente la verdad de lo sucedido. Finalmente, el pasado 4 de noviembre lo pudo hacer mediante video conferenci­a en el juicio del TOF 1 en el que se juzgan los crímenes contra militantes del PRT, varios de ellos hijos de ferroviari­os.

En lo que respecta a su tío, el comisario Nieto, fue citado en 2019 por el mismo Tribunal para declarar sobre subordinad­os suyos acusados por los homicidios de José Osatinksy y José María Villegas, dos jóvenes de 15 y 21 años, respectiva­mente, asesinados pocos días después de aquella noche en que Fonseca salvó su vida.

En el momento del testimonio, el fiscal Maximilian­o Hairabedia­n le preguntó a María Cristina si alguna vez llegó a hablar con Nieto sobre lo ocurrido. Respondió que nunca pudo, que sus pensamient­os eran incompatib­les, que Nieto participó en la represión. Luego, contó que su tío se separó y formó otra familia, en tanto ella se radicó en Buenos Aires y nunca más tuvieron contacto.

Al finalizar su relato, María Cristina Fonseca respiró profundo, le dio una tregua a su memoria, agradeció y expresó un deseo: “Ojalá que a partir de ahora pueda liberarme de todo aquello”.

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JOSÉ FERRER TOF 1. El tribunal fue conmovido por la declaració­n de una testigo que fue víctima de la represión.

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