Gramsci y Bergoglio
y reconoció ante Fernández que comparten valores, como la lucha contra la pobreza, los refugiados y el cambio climático. Biden también confesó que encontró en Francisco un gran apoyo espiritual cuando enfrentó la muerte de uno sus hijos.
Siendo vicepresidente de Barack Obama, Biden conoció al Papa en 2015 durante la gira que convirtió a Francisco en un rockstar moral para los estadounidenses y recordó que como “el católico en el Gabinete” tuvo la misión de guiar a Bergoglio en su recorrida y le abrió las puertas al Capitolio para que se convierta en el primer jefe del Vaticano en pronunciar un discurso ante el parlamento norteamericano.
Alberto aprovechó la emoción de Biden para destacar la amistad que mantiene desde hace años con Bergoglio y para recordar que Francisco brindó su apoyo en las negociaciones argentinas ante el FMI. Estados Unidos es clave en las decisiones del FMI, Argentina debe saldar una millonaria deuda con el organismo y, de esta forma, el Papa se erige como un puente “divino” para acercar posiciones.
La gestión del Papa ante el Fondo se materializó en marzo pasado, cuando el Vaticano organizó un seminario del que participaron la titular del FMI, Kristalina Georgieva; el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz; y a su ex alumno en Columbia, el ahora ministro de Economía, Martín Guzmán.
El congreso financiero/religioso se tituló Nuevas formas de fraternidad solidaria, de inclusión, integración e innovación y fue organizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. “Aprovechemos para construir puentes que favorezcan el desarrollo de una mirada solidaria desde los bancos, las finanzas, los gobiernos y las decisiones económicas –sostuvo el Papa ante financistas y funcionarios–. Recuerden su responsabilidad ante las naciones empobrecidas y alivio de la deuda para las naciones muy endeudadas”.
Pero el softpower franciscano esgrimido por Alberto Fernández tiene un límite: a medida que la discusión sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) avanza en Argentina, aumenta la distancia entre la Casa Rosada y el Vaticano. La legalización del aborto en el país del Papa sería una noticia de impacto internacional muy difícil de digerir para Bergoglio: el partido de la Iglesia nunca le perdonaría ese pecado.
¿Cómo se desarrollará, entonces, el enigma Francisco en los próximos meses: seguirá Francisco mediando entre Argentina, Estados Unidos y el FMI sin atender el impulso de la revolución verde?
Gramsci diría que Alberto no tiene margen para hacer más concesiones a expensas de la Iglesia. Pero también diría que deuda y aborto no comulgan para el partido de Bergoglio.