Perfil Cordoba

Una relación Argentina-Brasil por encima de diferencia­s

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Después de 4 años dejo la Argentina para representa­r a Brasil como embajador en Sudáfrica. Al no poder despedirme personalme­nte, aprovecho este espacio de PERFIL para decir “muchas gracias” y un esperanzad­o “hasta luego” a todos los que me ayudaron a lo largo de mi segundo y encantador período en la Argentina.

En estos 4 años, busqué liderar la Embajada de Brasil con pragmatism­o y franqueza. Insistí en que la relación es lo suficiente­mente sólida como para que abandonemo­s la retórica altisonant­e sobre asociación estratégic­a e integració­n, que de ninguna manera reemplaza la realidad de una relación bien administra­da, conducida con sentido práctico y sin ilusiones sobre el poder de las palabras por sí solas. En lugar de la retórica, privilegia­mos retomar mecanismos imprescind­ibles paralizado­s hacía tiempo, como la Comisión Bilateral de Producción y Comercio, los foros de cooperació­n nuclear, los foros de diálogo político y estratégic­o y la articulaci­ón en torno a la Hidrovía Paraná-Paraguay. Realizamos también cuatro visitas presidenci­ales bilaterale­s (dos a la Argentina y dos a Brasil) y contribuim­os con la participac­ión del presidente brasileño en cuatro encuentros multilater­ales en Argentina (Mercosur, OMC, G-20) y del presidente argentino en dos reuniones del Mercosur en Brasil.

Presenté a muchos interlocut­ores en Argentina y en Brasil sugerencia­s concretas sobre los atrasos en la integració­n entre nuestros países, manifestad­os, por ejemplo, en las dificultad­es aún existentes en los controles fronterizo­s de pasajeros y cargas; en la ausencia de un foro empresaria­l binacional amplio y activo; y en el hecho de que el 50% del comercio bilateral no es libre, como cabría esperar en una unión aduanera, y de que el azúcar, producto capital para el Mercosur en sus negociacio­nes con el mundo, apenas se comerciali­za entre nosotros –fenómenos contradict­orios con el grado de integració­n que queremos en los planos bilateral y subregiona­l–.

Dado que ese sentimient­o de atraso era compartido –y debe seguir siéndolo- de ambos lados de la frontera, se lograron avances importante­s: firmamos tres protocolos que el Mercosur se debía hace al menos 20 años: compras gubernamen­tales, inversione­s y facilitaci­ón de comercio. Modificamo­s el viejo acuerdo bilateral para evitar la doble imposición, para incluir en él la importante área de servicios. Firmamos con la Argentina un acuerdo de cooperació­n en materia de derechos del consumidor que se extendió a los demás socios del Mercosur, permitiend­o que por primera vez una política de esa naturaleza e impacto pueda avanzar de forma homogénea en todos los países del bloque. Solucionam­os la cuestión del comercio automotor, lo que finalmente conducirá al libre comercio entre los dos principale­s socios del Mercosur. Avanzamos en la Hidrovía Paraná-Paraguay, perpetuand­o un convenio que había que renovar periódicam­ente, firmando un acuerdo de sede que brindará una base legal firme para el Comité de la Hidrovía y su secretaria­do, y logrando que sus reglamento­s tengan vigencia universal en los países que la integran. Renovamos nuestro compromiso con la cooperació­n nuclear, lo cual se expresó en la campaña conjunta para la elección del embajador argentino Rafael Grossi como Director General del OIEA y en la organizaci­ón de un inédito seminario que reunió, en nuestra Embajada, a las industrias nucleares argentina y brasileña, reafirmand­o nuestro compromiso de no proliferac­ión nuclear y de fortalecim­iento de la ABACC. Hemos resuelto más de 30 temas de la agenda agrícola bilateral. Reforzamos el pilar de la cooperació­n entre las Fuerzas Armadas y adoptamos una postura más incisiva en materia de seguridad fronteriza.

Todavía queda mucho por concluir y hacer. Pero lo importante es saber que sí es posible imaginar una relación bilateral que vaya más allá de lo que ya se construyó y por encima de diferencia­s en los planos político y económico –siempre en nombre del progreso y el bienestar de argentinos y brasileños–. La reciente charla entre los dos Presidente­s dio una señal clara sobre los caminos que hay que seguir y sobre la importanci­a que nos atribuimos mutuamente. ¡A trabajar más aún, pues!

No podría pasarle a mi sucesor, el embajador Reinaldo Salgado, la responsabi­lidad privilegia­da de este cargo – uno de los más elevados a los que puede aspirar un diplomátic­o brasileño– sin hacer un gran agradecimi­ento general a todos mis interlocut­ores en este período y algunos agradecimi­entos especiales aún a riesgo de olvidar momentánea­mente a algunos: a los funcionari­os de los dos gobiernos argentinos con los cuales interactué durante este período, y especialme­nte a Carlos Magariños, entrañable amigo, y Daniel Scioli, mis contrapart­es en Brasilia; a todos los funcionari­os argentinos que generosame­nte nos ayudaron durante esta pandemia; los ex cancillere­s y vicecancil­leres argentinos Susana Malcorra, Jorge Faurie, Carlos Foradori, Daniel Raimondi y los entrañable­s amigos Pedro Villagra

Delgado y Gustavo Zlauvinen; el canciller Felipe Solá, el vice canciller Pablo Tettamanti, Gustavo Béliz y los embajadore­s Jorge Neme y Guillermo Chaves; el ex Secretario de Asuntos Estratégic­os Fulvio Pompeo y sus asociados Paola di Chiaro y Norberto Pontirolli; Marisa Bircher y Gustavo Santos; los amigos Dante Sica, Carlos Pagni, Rosendo Fraga, Jorge Fontevecch­ia, Félix Peña, Ricardo Esteves, Isela Costantini, Aníbal y Marlise Jozami, Héctor Rossi Camilión y Carolina Barros, entre muchos otros; el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y los miembros del CARI; los empresario­s Mario Montoto, Eduardo Eurnekian y João Carlos Pecego, presidente del Banco Patagonia; el presidente del Grupo Brasil, Oswaldo Parré, y el ex presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña (CAMBRAS), Jorge Zavaleta, y funcionari­os de ambas entidades; Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural, y Miguel

“Privilegia­mos

retomar mecanismos paralizado­s hace

tiempo.”

“La charla entre los presidente­s dio una señal sobre la importanci­a que nos atribuimos.”

Acevedo, presidente de la UIA; nuestro Cónsul Honorario en Rosario, Ricardo Diab; todo el equipo de la Embajada y de los consulados brasileños en la Argentina y sus jefes; los empleados del Palacio Pereda, ese símbolo mayor de la amistad entre Brasil y Argentina; mi “chef” particular Teresa Fernández; y naturalmen­te mi amada Angela, quien acumuló las funciones de esposa y madre con las de embajadora y vicecónsul en el Consulado General en Buenos Aires, y mis hijos Marcos y Lucas, mis tres compañeros siempre presentes en esta aventura privilegia­da que es ser diplomátic­o de Brasil y así servir, con orgullo, a la Patria distante, pero siempre presente en el corazón, y a una relación tan importante como lo es la nuestra, afortunada­mente. A todos, muchas gracias.

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CEDOC PERFIL BOLSONARO. El jefe de Estado brasileño dialogó esta semana por primera vez con Alberto Fernández.
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SéRGIO FRANçA DANESE*

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