Perfil Cordoba

¿Existe una edad ideal para el celular?

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Cuenta el escritor Hernán Casciari que cuando le leía a su hija, ella le preguntó por qué no le mandaron un WhatsApp al padre para pedirle ayuda. Todas las historias fracasan si le damos un celular con datos al protagonis­ta , dijo el escritor mientras leía el cuento para la televisión. Así como un celular con WhatsApp y datos podría cambiar drásticame­nte la mayoría de las historias y cuentos que conocemos, así se ha transforma­do completame­nte nuestra vida como adultos, y de la misma forma ha cambiado cómo los chicos viven su niñez y adolescenc­ia. Por eso, también, cambia nuestro rol como educadores y cambia la crianza. ( )

La llegada de los celulares y la de las redes sociales no son siempre fáciles de separar. Ambas cosas suelen ocurrir entre los 9 y los 13 años de manera muy general (recuerden: depende de cada familia y del contexto). Aunque las redes sociales más populares (que hoy serían Facebook, Instagram, Twitter, TikTok) recomienda­n su uso a partir de los 12 o 13 años, en muchos casos se accede antes de esa edad; también hay otras aplicacion­es que podrían catalogars­e como redes sociales o tienen implicanci­as similares, y llegan antes a la vida de los chicos (YouTube o WhatsApp o juegos en línea que tienen algunas caracterís­ticas de las redes sociales porque permiten la interacció­n con otras personas). ( )

Llegó la hora del teléfono. O, mejor dicho, ¿llegó la hora del teléfono? ( ) Es posible que muchos de ustedes estén esperando una indicación precisa sobre cuál es la edad ideal para dar un teléfono celular ( 10 años, 4 meses y 175 días , por ejemplo). Mucho me temo que voy a defraudarl­os por duplicado: no solo no creo que haya una respuesta exacta, y quizá ni siquiera aproximada, sino que tampoco considero que sea una pregunta demasiado importante. Espero arrojar algo de luz al asunto explicando ambos aspectos.

Empecemos por la edad, que es el eje de las preocupaci­ones. Un buen punto de partida para saber dónde estamos parados es conocer los datos sobre a qué edad suelen recibir los chicos su primer celular. Veamos:

uSegún el Instituto Nacional de Estadístic­as de España, el 75% de los niños y niñas de 12 años ya tiene un móvil, y ese número asciende a 94% para los 15 años.

uSegún un estudio de Common Sense Media, el 53% tiene un smartphone a los 11 años y el porcentaje asciende a 84% unos años más tarde.

uSegún el Indec, el centro nacional de estadístic­as de la Argentina, en mayo de 2019 el 75,5% de los jóvenes que terminaron la escuela primaria ya tenía teléfono celular.

Las estadístic­as de diversos países muestran que los comportami­entos suelen ser similares y que, para la mayoría de los chicos, el celular llega entre los 9 y los 12 años. Aunque hay casos excepciona­les, en que podrían recibirlo un poco antes o un poco después, se trata de situacione­s minoritari­as.

De alguna manera, estos datos confirman que la cuestión se presenta en la mayoría de las familias. Y eso hace que la pregunta sea tan extendida. Pero si no podemos dar una respuesta precisa y absoluta en términos de edad, quizá sí podamos reformular y descompone­r la pregunta de modo que se vuelva significat­iva para cada familia. Y estas sí son las que vale la pena contestars­e antes de definir cuándo dar el paso de ofrecer un dispositiv­o de uso personal: en primer lugar, ¿por qué queremos darle un celular a nuestro hijo?; y luego, ¿qué necesitamo­s ver en nuestro hijo para confirmar que está preparado para un celular? La primera cuestión es la más importante. Y las respuestas más frecuentes no son, en mi experienci­a, exactament­e las que estaríamos orgullosos de sostener: el principal argumento para dar un celular suele ser, o bien que lo viene pidiendo con insistenci­a desde hace mucho, es decir, por agotamient­o, o bien que sus compañeros ya lo tienen, es decir, por imitación o condiciona­miento social. La otra razón que suele surgir es el tema de la seguridad. Detengámon­os en ambas.

Empecemos por la primera razón. Un celular es una herramient­a demasiado poderosa para entregarla por agotamient­o. Si nuestro hijo pretendier­a usar el cuchillo a los 2 años para comer, o salir a andar solo en bicicleta de noche a los 6 o 7 años (al menos en grandes urbes) o salir a bailar a las 2 de la mañana a los 9 o 10 años, o manejar un auto a los 12 ¿nos dejaríamos convencer por agotamient­o? Con alguna excepción, la mayoría entenderá que no, que la incorporac­ión de cada una de estas herramient­as o recursos requiere una edad y madurez determinad­as. Entonces, ¿por qué sería distinto en el caso del celular? En el fondo, lo más probable es que estemos subestimán­dolo en sus posibilida­des, sus riesgos, y en las responsabi­lidades que conlleva incorporar­lo. De hecho, ya lo hacemos desde su nombre. Teléfono celular, o tan solo celular, o móvil son las mismas palabras que utilizábam­os hace veinte años para nombrar a sus precursore­s, esos aparatitos (o aparatotes) que solo servían para llamar por teléfono y, con suerte, para enviar mensajes de texto. Hoy, que han multiplica­do por miles o millones sus capacidade­s de almacenami­ento, procesamie­nto, conectivid­ad, los seguimos nombrando igual. ( )

La otra razón con frecuencia esgrimida por las familias apela a la seguridad. Ahora bien, ¿es el celular un dispositiv­o de seguridad? La historia que acompaña este argumento suele ser puede avisarme si llegó a algún lugar, o puedo llamarla para ver dónde está o qué está haciendo . Revisemos por un segundo esta situación. Mamá o papá esperan que su hijo vaya de un lugar a otro: si avisa que llegó, ellos estarán tranquilos. Si no avisa que llegó, ellos no estarán tranquilos. En ninguno de los casos estará más o menos a salvo. De hecho, podría estar en riesgo avisando y podría estar muy bien y no avisar. Esta expectativ­a tiende a producir nuevos problemas de convivenci­a con los hijos ya que comienza a ocurrir, previsible­mente, que esta ilusión se frustra porque la criatura se queda sin batería, se olvida o pierde señal; he acumulado varias historias en este sentido también. Los celulares no son dispositiv­os de seguridad.

Del latín y este calco del griego 1. Aquello que se considera como fundamento u origen de algo. 2. Motivo o razón para obrar. 3. Empresa o doctrina en que se toma interés o partido. 4. Litigio (pleito judicial). 5. Proceso criminal que se instruye de oficio o a instancia de parte. 6. En los negocios jurídicos, razón objetiva determinan­te de las obligacion­es que se asumen en ellos y que condiciona su validez.

ESTROPAJEA­R

1. Limpiar en seco las paredes enlucidas, o con estropajo mojado cuando están tomadas de polvo, para que queden tersas y blancas.

EXPRESIóN

Del latín

Acción de expresar.

1.

2. Especifica­ción, declaració­n de algo para darlo a entender. 3. Palabra, locución o conjunto de palabras sujetas a alguna pauta. 4. Efecto de expresar algo sin palabras. 5. Manifestac­ión de los afectos y de las emociones por medio de la gesticulac­ión.

6. Cosa que se regala en demostraci­ón de afecto a quien se quiere obsequiar.

BASE

Del latín y este del griego 1. Fundamento o apoyo principal de algo.

2. Conjunto de personas representa­das por un mandatario, delegado o portavoz suyo.

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